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Por Publicado el: 18/09/2022Categorías: En vivo

Crítica: La Orquestra de València rinde homenaje a Enrique García Asensio

García Asensio, “xiquet” de 85 años

Orquestra de València. Director: Enrique García Asensio. Pro­gra­ma: Obras de Turina, García Abril, Blanquer y Falla. Lugar: Teatro Principal. Entra­da: Alre­de­dor de 1.200 perso­nas (prácticamente lleno). Fe­cha: 16 septiembre 2022.

Enrique García Asensio (c) Live Music Valencia

Enrique García Asensio (c) Live Music Valencia

Fue un concierto emocionante. No solo por homenajear a Enrique García Asensio (1937), “un xiquet de 85 años” al escribir en Facebook de uno de los profesores de la Orquestra de València que el viernes tocaron bajo su batuta en el último concierto como principal director invitado de esta formación. Fue emotivo, sobre todo, por la música, por el brío, temple y solera con que el veterano joven maestro valenciano dirigió la segunda suite de El sombrero de tres picos. Tras ella, tras la jota gloriosa de Falla -“mi madre era de Zaragoza”, ¿sabes?, dijo al oído durante el abrazo de despedida-, el teatro, sus 1200 espectadores y la totalidad de los músicos de la Orquestra de València, le regalaron una inagotable y bien labrada ovación cargada de afecto y reconocimiento.

García Asensio es, sí, un “xiquet” prodigioso, pero, sobre todo, es y será siempre un maestro que siempre se ha puesto como bandera la música española. Todas las músicas españolas, desde la más castiza zarzuela a la más última vanguardia. Un maestro único e inolvidable, entusiasta, afanoso y entrañable; clave en un tiempo en blanco o negro en el que eso de la música clásica era en España como “harina de otro costal”. Es significativo -y bochornoso- que en este programa, todo él de música española del siglo XX, se concentre más música de España que en todo el resto de la temporada de abono de la Orquestra de València.

La música de Falla fue, con diferencia, lo más moderno, avanzado, joven y único genial de un programa que se abrió con La oración del torero de Turina y se completó, ya en plano más terrenal, con las melodiosas, conservadoras y bien escritas Canciones y danzas para Dulcinea de García Abril, y las Cinco invenciones para orquesta que Blanquer dedicó en 1983 a García Asensio, pero que en modo alguno forman parte de lo mejor del compositor alcoyano. El maestro valenciano, fiel siempre a sí mismo, defendió con su conocido saber hacer y generosidad las obras de sus dos amigos, García Abril y Blanquer, y demostró, reviviéndolas, ser él mismo más joven y atemporal que las partituras que tenía sobre el atril (tanto La oración del torero como El sombrero sí los dirigió de memoria).

Enrique García Asensio, querido por público y músicos, deja de ser principal director invitado de la Orquestra de València no por su edad -los “xiquet” son eternamente jóvenes-; ni porque sus facultades en el podio anden mermadas -nadie que el viernes estuvo en el Teatre Principal lo pensaría-, sino porque ha transcurrido la friolera de 31 años en una posición -la de “principal director invitado”- que rara vez se prolonga más de ocho o diez años. Los directores titulares -todos- tienen, como los yogures, la fecha de caducidad marcada en la frente. No hay excepción a este regla marcada por la realidad. En Berlín acabaron tan aburridos de Karajan como de Abbado y luego de Rattle. Ni qué decir en Leningrado con Mravinski o en Chicago con Reiner. Eran otros tiempos. La figura del director/dictador hoy es, por fortuna, inimaginable.

García Asensio, por su categoría como maestro, por su bonhomía y buen a hacer, ha sido principal director invitado durante más tiempo que nadie en la historia de la música. Ha convivido con las titularidades de Galduf, Traub, Tebar y Liebreich, y siempre ha sabido mantener respetuosa distancia de ellos, sin adentrarse jamás en repertorios ni calendarios. En este sentido, también ha sido el mejor y más dúctil principal director invitado imaginable. “Aquí estoy, para lo que haga falta”, decía cada vez que se le pedía un embolado. Pero las orquestas necesitan revitalizarse con savias nuevas, con gestos, repertorios y maneras diferentes. Quizá no sea ley de vida, pero desde luego sí lo es sinfónica».

La lógica finalización de Enrique García Asensio como principal director invitado no puede significar un distanciamiento. Como otras importantes batutas valencianas y no valencianas, EGA forma parte irrenunciable de la OV, de su memoria y de su naturaleza. Como Manuel Galduf o Gómez Martínez. Por ello y como ellos, su presencia, sus presencias, han de ser actualizadas periódicamente. García Asensio, con sus maravillosos 85 años, sigue siendo fuente de inspiración y conocimiento para una orquesta que ha de seguir contando con su presencia puntual como director invitado. Por el eterno Xiquet, por el público y por la propia Orquestra de València. Justo Romero

Publicada el 17 septiembre en el diario Levante

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