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Por Publicado el: 06/04/2024Categorías: En vivo

Crítica: Chorros de voz para ‘Juan José’, en el Teatro de la Zarzuela (Los dos repartos)

CHORROS DE VOZ PARA JUAN JOSÉ

LOS DOS REPARTOS

Juan José, P. Sorozábal. Reparto: Juan Jesús Rodríguez, Saioa Hernández, Vanessa Goikoetxea, María Luisa Corbacho, Alejandro del Cerro, Simón Orfila. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: Miguel Ángel Gómez-Martínez. Dirección de escena: José Carlos Plaza. Dirección de reposición: Jorge Torres. Teatro de la Zarzuela de Madrid. 4 de abril de 2024

Muchos años tardó Sorozábal en que se estrenase su única ópera (1968) y muchos intentos frustrados. Incluso no le dolieron prendas en llamar al duque consorte de Alba, Jesús Aguirre, y al mismo Plácido Domingo pidiendo ayuda y llegando a ofrecer hasta cambiar la tesitura del barítono a tenor para que él lo pudiera cantar. ¡Lo que son las cosas y cómo pasa el tiempo! Ahora Domingo es barítono.

Sucedió en un intento de estreno en 1979. Hay testigos que cuentan que el compositor, en pleno ensayo, cerró la partitura y afirmó “esto no se va a estrenar”, dejando a Tomás Álvarez, Ángeles Chamorro y Enrique del Portal con el canto en la boca. Y, tras cancelar las representaciones escribió: “Esa fue para mí una gran satisfacción, como lo es no volver a verles el pelo”, refiriéndose a la Dirección General de Música.

Domingo prefirió estrenar el bodrio de El poeta en 1980 de Moreno Torroba, enemigo íntimo de Sorozábal. En 1989 hubo otro intento de estreno por parte del entonces director del teatro, pero Sorozábal exigió que la cantaran Plácido Domingo, Montserrat Caballé y Teresa Berganza. La cosa era inviable y él lo sabía. En fin… Se ofreció finalmente en concierto en el Kursaal y el Auditorio Nacional en 2009 y, ya en versión escénica, en la Zarzuela en 2016.

Crítica: Chorros de voz para 'Juan José', en el Teatro de la Zarzuela

Saioa Hernández y Juan Jesús Rodríguez en Juan José, que se acaba de estrenar en el Teatro de La Zarzuela

Escuché entonces a un espectador afirmar tras el primer acto: “No me sorprende que no se haya estrenado hasta ahora”; y el comentario bien merece una reflexión. Hoy Juan José se escucha como una reliquia, como un intento de buscar una salida a un género que el compositor veía caducado y por lo que trató de sublimar los registros del teatro lírico popular mediante una vuelta de tuerca expresionista.

Si el ambiente nos lleva hacia Adiós a la bohemia en su marginalidad, la música se acerca más a la de La eterna canción. El fugato, los breves motivos conductores, los momentos de expansión lírica que se estrangulan antes de alcanzar el vuelo –así la obligada salida de Rosa de la taberna “Sola va”, repetida en el acto 2 o cuando Juan José lee la carta de Andrés en la prisión “Dame esa carta”-, los temas folklóricos apenas insinuados y en situaciones antagónicas, caracterizan una escritura a la moda verista, con una música muy suya pero también muy ecléctica.

Suenan muchos ecos en ella, empezando por La vida breve de Falla en uno de sus momentos más inspirados. Suena, también hay que decirlo, bastante fuera de su época y bastante fuera de la época en que se estrena, pero está bien escrita. Son curiosos los cambios de ritmo y melodías, que parecen indicar que de un momento a otro el autor se va a lanzar por el camino más popular de la zarzuela grande, sin que nunca llegue a ello.

Crítica: Chorros de voz para 'Juan José', en el Teatro de la Zarzuela

Alejandro del Cerro, Saioa Hernández y María Luisa Corbacho en un momento de la ópera de Sorozábal

Al final la ópera se queda en una peculiar versión de Carmen, machista, con algunas frases que chocan como “No hay ná como tener una buena mata de pelo pa presumir”, en la que sólo falta un “La maté porque era mía” en su final precipitado, una escena en la que Sorozábal trabajó mucho sin acertar.

¿Es Juan José lo mejor de Sorozábal, como él mismo afirmaba? Pues no, nos seguimos quedando con la inspiración fresca de sus zarzuelas Katiuska, Adiós a la bohemia, La tabernera del puerto o La del manojo de rosas. Sin embargo gana mucho tras escucharse varias veces y, sobre todo, cuando se ofrece de forma magnífica como sucede en esta reposición, que hasta logra levantar entusiasmo.

Se volvió a contar con un gran trabajo de Miguel Ángel Gómez Martínez en el foso, que sabe de memoria la partitura y cómo mimarla cuidando que la inmensa orquesta no ahogue a los cantantes, aunque no ha de esforzarse mucho dado el chorro de voz de los protagonistasJosé Carlos Plaza acierta en la recreación del ambiente marginal de pesimismo vital empleando el negro y muy pocos elementos, que se ajustan bien a al argumento.

Formidable el trabajo de Juan Jesús Rodríguez, recreando al albañil Juan José con su impresionante caudal vocal. El citado Domingo no lo habría interpretado mejor. Simplemente, soberbio. Saioa Hernández le acompaña vocalmente de forma segura y valiente, mientras que Alejandro del Cerro queda correcto pero algo a la zaga frente a ambos en cuanto a redondez tímbrica, aunque proyecta muy bien. Vanessa Goikoetxea dio la oportuna y larga réplica en el segundo acto a la soprano, y tanto Simón Orfila, con otro chorro de voz, como María Luisa Corbacho y Luis López Navarro mantuvieron el buen nivel canoro y actoral.

Al final, este es sin duda el estreno que le habría gustado a Sorozábal, y el segundo reparto también promete.

Gonzalo Alonso

JUAN JOSÉ (2º REPARTO)

Teatro de la Zarzuela de Madrid. 5 Abril 2024

El Teatro de la Zarzuela ha programado en esta ocasión dos repartos vocales distintos en lo que se refiere a los principales personajes, siendo la representación que nos ocupa la correspondiente al segundo de los repartos, que ha funcionado bien y ha ofrecido una buena representación de la ópera.

Nada nuevo hay que decir sobre lo escrito el día anterior respecto de la producción escénica de José Carlos Plaza.

Nuevamente, ha estado al frente de la dirección musical Miguel Gómez Martínez y su lectura ha estado al nivel de la ofrecida el día anterior en el primer reparto.

El nuevo rotagonista, Juan José, era el barítono madrileño Luis Cansino, que siempre es una garantía en escena. Ha vuelto a ofrecer su voz notable por el centro y sus estupendas tablas, ofreciendo en conjunto una muy válida interpretación de Juan José. No tiene su voz la calidad de la de Juan Jesús Rodríguez en el primer reparto, pero funciona de manera notable.

Luis Cansino

Rosa era la soprano Carmen Solís, que ya interpretara el personaje en el año 2016, cuando el Teatro de la Zarzuela ofreció esta ópera por primera vez. Volvió a ser una convincente intérprete de Rosa, con un centro de calidad, aunque las notas altas pierden brillo y se puede echar en falta más importancia en las notas graves.

Paco fue en esta ocasión el tenor italiano Francesco Pio Galasso, cuya presencia puede resultar sorprendente en una ópera española, aunque no lo es tanto sabiendo que se trata del marido de Saioa Hernández, que es la intérprete de Rosa en el primer reparto. Lo extraño ha sido su presencia en este segundo reparto, ya que su voz y actuación son superiores a lo ofrecido por Alejandro del Cerro el día anterior. La voz tiene calidad y no tiene problemas en las notas altas. Su castellano se escucha sin problemas.

Carmen Solís

Toñuela, la compañera de Rosa, era la soprano Alba Chantar, que resultó correcta, con voz de soprano ligera y no extraordinaria. Por debajo de Vanessa Goikoetxea el día anterior.

La alcahueta Isidra era la mezzo soprano Belem Rodríguez Mora, que cubrió el expediente sin mayor brillo.

Repitieron sus destacadas actuaciones del día anterior Simón Orfila como Andrés y Luis López Navarro como Cano.

Los personajes secundarios eran los mismos del día anterior.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración musical de 1 hora y 59 minutos. Seis minutos de aplausos, en lo que los más intensos fueron para Luis Cansino.

El Teatro de la Zarzuela ofrecía una ocupación de alrededor del 70 % de su aforo, estando los mayores huecos en los pisos superiores y sobre todo en las localidades con visibilidad reducida. La entrada más cara costaba 50 euros, costando 22 euros la más barata. José M. Irurzun

Jose María Irurzun

2 Comments

  1. Javier García Bosó 06/04/2024 a las 20:53 - Responder

    Que vergüenza de crítica. No aporta nada al lector que acude a un medio de comunicación especializado. No se ajusta en absoluto a lo vivido en el teatro. Unas representaciones muy decepcionantes que no hacen justicia a lo escrito por Sorozábal.
    Esta sería mi crítica:
    Crítica: Juan José, un viaje en el tiempo.
    Madrid. 04/04/2024. Teatro de la Zarzuela. P. Sorozábal: Juan José. Juan Jesús
    Rodríguez (Juan José). Saioa Hernández (Rosa). Alejandro del Cerro (Paco). María
    Luisa Corbacho (Isidra). Simón Orfila (Andrés). Vanessa Goikoetxea (Toñuela),
    entre otros. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Miguel Ángel Gómez Martínez,
    dirección musical. José Carlos Plaza, dirección de escena.
    “Mucho ha progresado el obrero español desde que escribí la obra; pero la médula de mi
    drama subsiste, subsistirá mientras la mujer pueda ser empujada a la prostitución y el
    hombre honrado al crimen, por la miseria, por el abandono y por las explotaciones
    sociales.” Joaquín Dicenta, 1916.
    Estrenada a finales del siglo XIX (1895) la obra de teatro Juan José fue un éxito rotundo.
    Obra de denuncia social y un drama de costumbres populares. Reflejo de las condiciones
    de la sociedad trabajadora, del nivel sociocultural y del maltrato hacia la mujer, a través de
    la tortuosa relación entre Juan José y su prometida Rosa. El éxito radica pues en la
    apelación directa al espectador de la época.
    El Juan José que se repone en el teatro de la Zarzuela, tras el estreno escénico en 2016 de
    esta obra convertida en ópera por Pablo Sorozábal en 1968, no cuaja tanto como lo hizo
    su precursora en el teatro. Y no es por la música ni el texto de Sorozábal, dura, verista,
    incluso expresionista, que refleja perfectamente la dureza de la historia, si no por la puesta
    en escena que propone José Carlos Plaza. Un viaje en el tiempo al Madrid de finales de XIX,
    momento en el que se estrenó y en el que ocurre la obra teatral. Como si de una producción
    clásica de La Boheme de Puccini se tratara, se pueden ver vestimentas de la época y
    buhardillas poco salubres, tabernas de mala muerte, frio y mucha oscuridad. Así pues los
    intérpretes y los espectadores se ven obligados a enfrentarse a una realidad y un tiempo
    que no han conocido y que dudo sus padres llegaran a conocer.
    En La Boheme, hay mucho más de drama de costumbres que de denuncia social. Puccini
    utiliza la vida bohemia como atractivo para el espectador, resulta incluso exótica, en pocas
    palabras vendía bien. Pero lo que nos gusta de Puccini y lo que lo hace actual, nos pongan
    una producción de época o una que ocurra en la luna, es la historia de amor que hay detrás
    y que acompañada de una música sublime la hacen atemporal, no le hace falta ningún
    elemento más.
    En Juan José el amor no es el germen de la historia. Dicenta, al igual que Sorozábal,
    encontraron el atractivo en la crudeza, el pesimismo, el bajo nivel sociocultural, el
    maltrato, la violencia, la delincuencia, la injusticia… que sucedía en sus respectivas
    épocas y que querían denunciar a través de sus obras.
    Mucho ha pasado desde la afirmación de Dicenta en 1916 y desde que se estrenara Juan
    José, pero como bien dijo “la médula de mi drama subsiste” y es que el ser humano es el
    único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. La médula de su drama subsiste
    pero de una manera muy diferente. Ahí encontramos el porque esta producción no llega a
    cuajar, a entenderse, a vernos reflejados, a hacernos reflexionar y transformarnos, que
    como bien dice el compositor Hèctor Parra en una entrevista reciente, debería de ser el
    objetivo último del arte.
    La motivación de crear un nueva producción para la obra de Sorozábal, al igual que él
    mismo encontró en la obra de Dicenta en su día, no debería ser otra que reflejar y denunciar
    la realidad de la sociedad actual.
    Aún así, en la propuesta que nos ocupa, falta crudeza en los gestos, violencia y drama en
    general, dando lugar a algunas situaciones que pueden llegar incluso a ser frívolas. No se
    entiende muy bien la función del cuerpo de baile-figurinistas. Aunque la idea es buena, no
    está bien llevada a la práctica, se entiende que deberían enfatizar y recalcar las
    expresiones más básicas que se representan en cada momento (dolor, soledad, tristeza,
    abandono…) Se convierten en un mero estorbo. Es difícil de creer también que en último
    acto, la casa de Paco, el capataz de la hacienda por el que Rosa deja a Juan José, sea una
    mansión de aire imperial.
    La iluminación de Paco Leal aporta poco a la escenografía.
    La dirección musical de Miguel Ángel Gómez-Martínez, aunque respetuosa en cuanto a los
    planos sonoros entre la orquesta y los solistas, es del todo irregular. No obtiene un sonido
    cuidado y de calidad de la orquesta, en algunos momentos poco conjuntada. Crea una
    versión bastante plana, pobre en contrastes necesarios en la música de Sorozábal.
    En el aportado vocal, el más acertado y quien demostró más entrega en lo dramático, fue
    el Andrés de Simón Orfila. No fue el caso de los dos protagonistas, quizá porque no se
    sentían cómodos en una realidad y unos tiempos que no han conocido. Musicalmente
    ambos fueron los que más destacaron en la velada, con una potencia vocal envidiable,
    ambos cuentan con unos instrumentos de muchos quilates.
    Mucho queda por denunciar en nuestros días; 1253 mujeres asesinadas a manos de sus
    parejas desde 2003, una brecha salarial del 22,3% en 2016, precios de los alquileres por
    las nubes, colas en los comedores sociales, sin techo bajo los puentes… La obra de
    Dicenta, y por ende de Sorozábal, brinda la oportunidad para hacerlo, sin necesidad de
    viajar en el tiempo. Una oportunidad perdida.
    Javier García Bosó

  2. Javier Moreno Antonino 13/04/2024 a las 13:33 - Responder

    Esta crítica me parece la más acertada de entre todas las que he leído, pues refuerza la impresión de obra no lograda que me produjo. La gente aplaude lo que le echen aunque no lo entienda y eso pasó con esta función: Unas excelentes voces para un fraseo melódico que no casa ni a tiros con el acompañamiento orquestal, y una brillante orquestación carente de un leitmotiv que la unifique es, en suma, una frustración tanto para el espectador que busca novedades dentro de un género tan trillado, como para el que sólo busca deleitarse una vez más en recorrer caminos conocidos. La cosa no funciona porque toda la partitura se queda a medias.
    Y no pasa nada, una obra fallida no embarra la memoria del genial músico y, por eso, no hay por qué ser complaciente con esta música para mi desconcertante.

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