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Por Publicado el: 02/05/2018Categorías: En vivo

Crítica: Molicie

Molicie

 

CONCIERTO LÍRICO DE ALUMNOS DEL CENTRE DE PERFECCIONAMENT PLÁCIDO DOMINGO. Programa:Obras de Ernesto Halffter, García Abril, Rodrigo, Mompou, Falla, Toldrà, Guridi y Turina. Alejandro Zabala (piano). Lu­gar:Palau de les Arts, Teatre Martín i Soler. Entrada:Alrededor de 100 personas. Fecha:Sábado, 28 abril 2018.

Justo Romero

Concierto fallido y tedioso en el que todo contribuyó al fracaso. No eran más de cuatro gatos los que acudimos a la convocatoria del Centre de Perfeccionament Plácido Domingo del Palau de les Arts para escuchar a su última hornada de cantantes en las penumbras de un Teatre Martín i Soler mortecino, triste, que más parecía la sala de espera de un tanatorio que el espacio dinámico, emprendedor, vanguardista y de experimentación para el que nació. Tampoco los ya no tan jóvenes cantantes que se sucedieron sobre su tenebroso escenario pudieron animar algo la vacía tarde sabatina. El discreto y monocorde acompañamiento pianístico del veterano Alejandro Zabala tampoco contribuyó a paliar la molicie que invadió este concierto para el olvido.

Hasta el nombre adjudicado a tan equivocada velada –“Recital Lied”- era erróneo: ni era recital ni era Lied. Recital, como señala la Real Academia Española, es un “concierto compuesto de varias obras ejecutadas por un solo artista con un solo instrumento”. Y el término Liedse refiere a la canción alemana, como también aclara y establece la RAE: “Canción característica del Romanticismo alemán, escrita para voz y piano, y cuya letra es un poema lírico”. En el concierto de marras únicamente había canciones de Ernesto Halffter, García Abril, Rodrigo, Mompou, Falla, Toldrà, Guridi y Turina. Llamar a este españolísimo repertorio Liedes tan absurdo como definir tonadillas a los Liederde Mahler, Strauss o Schubert.

Vocalmente, el nivel fue igualmente bajo, muy bajo. Salvo contadas excepciones –el tenor venezolano Andrés Sulbarán, el barítono puertorriqueño César Méndez, el bajo Andrea Pellegrini- casi todo transcurrió a tono con la molicie reinante. Algunas composiciones se interpretaron en tesituras y vocalidades inapropiadas, como la Asturianade las Siete canciones populares españolasde Falla –cantada precisamente por Sulbarán- o el bellísimo villancico rodriguero Pastorcito santo, milagro de la lírica española del siglo XX, abordado por Méndez desde su estupendo registro baritonal, pero que nada nada tiene que ver con el mundo etéreo y minúsculo de esta sencilla joya. Las en otras ocasiones fascinantes canciones de Ernesto Halffter, Toldrà, Guridi y Turina pasaron sin pena ni gloria en versiones que recuerdan más audiciones de conservatorio que de un “centro de perfeccionamiento”. ¡Pobre La corza blanca, escrita en 1927 por Halffter con texto de Alberti y que tanto cantó la eterna Victoria de los Ángeles!, que el sábado se escuchó en voz de tenor –Matheus Pompeu-, en una versión de electroencefalograma plano. Tampoco las músicas cercanas de García Abril, muy presentes en el programa, encontraron traducciones de entidad musical o vocal en las bienintencionados gargantas de los protagonistas de la pálida velada.

El repertorio era un batiburrillo diseñado sin ton ni son en el que –salvo Rodrigo- faltó un repertorio tan esencial aquí e importante en todos los sitios como la creación vocal de compositores de la Comunitat Valenciana. Que un espacio público sufragado casi en su totalidad por la Generalitat ignore o desprecie las canciones de Óscar Esplà, Matilde Salvador, Manuel Palau, López-Chávarri, Cervera Lloret, Llácer Pla y algunos otros compositores es, además de un sinsentido, una ofensa a la propia cultura valenciana y a sus protagonistas.

En el mínimo programa de mano no hubo textos ni tampoco sobretitulación. Al tratarse de canciones españolas en español, cabía suponer que los cuatro gatos que asistimos no necesitábamos semejante soporte a la audición. Pero ocurrió que la mayoría de los cantantes tenían una dicción que parecía aprendida de Montserrat Caballé, por lo que apenas fue posible entender alguna que otra palabrilla suelta. ¡Un desastre! .

Publicado en Levante el 30 de abril de 2018

2 Comments

  1. Manuel Cabrera 03/05/2018 a las 15:42 - Responder

    Le dolían las tripas ese día a señor Romero?
    Tal vez estaba estreñido?
    Y eso que fue forzado a hacer las paces con el señor Domingo, hace años, durante un desayuno.

  2. Rache 04/05/2018 a las 20:12 - Responder

    Creo sinceramente que esta ciritica es totalmente exagerada. No soy una experta pero disfrute el concierto y asì me lo manisfestaron algunos de los asistentes al mismo.
    Entiendo que el genero de canciòn es muy especifico, dificil y no tan «conocido» por lo que no me extraño que no hubiese lleno en la sala.
    Creo que toda crìtica debe servir para construir, me falta la parte positiva en esta.
    Mi apoyo y respeto a los cantantes del centro. Seguid perfeccionandoos para aportar algo nuevo y bello a nuestra sociedad.

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