Crítica: ONE, refinadas construcciones
REFINADAS CONSTRUCCIONES
Programa. Esa-Pekka Salonen: “Concierto para violín”; Bruckner: “Sinfonía nº 2”. Leila Josefowicz, violín. Orquesta Nacional. Director: Christoph Eschenbach. Auditorio Nacional, 18 de enero de 2019.
Muy interesante y contrastado concierto con dos obras tan alejadas entre sí como la de Esa-Pekka Salonen y la de Anton Bruckner. Seguimos en primer lugar el vanguardismo nada extremista, bien elaborado, de magnífico refinamiento, firmado por el músico finlandés, tan buen creador como director. Su “Concierto para violín” se estrenó en Los Ángeles bajo su propio mando, con la Orquesta de la ciudad, de la que era titular a la sazón, el 9 de abril de 2009. La solista era precisamente la canadiense Leila Josefowicz, la misma que ahora lo ha tocado espléndidamente en Madrid y cuya biografía, contenida en el programa de mano, no nos aporta los datos que más nos pueden interesar: estudios, formación, maestros, estilo, técnica… Como es usual en estos currículum, todo es una monótona relación de actividades y colaboraciones con unos y con otros. Ni siquiera se da noticia de su nacionalidad.
Lo importante es que toca con una seguridad, una afinación, un control de arco, una variedad de registros y una exquisitez superiores; las necesarias para llevar a la práctica y culminar con éxito la interpretación de obra semejante, de episódicos reflejos impresionistas y de lenguaje atonal, dividida en cuatro movimientos: “Mirage”, una suerte de “febril ‘toccata’ que parece iniciarse ‘in media res’, atravesada por notas rápidas en movimiento perpetuo”, como bien describe en sus estupendas notas Juan Manuel Viana; “Pulse I”, de serena tranquilidad; “Pulse II”, una especie de agresivo y demoledor scherzo, con excitantes contratiempos, y “Adieu”, reflexión melancólica y transida que se cierra con una nueva idea armónica no escuchada con anterioridad y que representa, según Salonen, “un viaje con todas las emociones y temores hacia lo desconocido”. Creador y violinista realizaron en 2013, con la Sinfónica de la Radio de Finlandia, una grabación nominada al Grammy.
En la segunda parte nos sumergimos en la marea orquestal bruckneriana con la hermosa y poco habitual partitura de la “Sinfonía nº 2 en do menor”, la de “los silencios”. Recordábamos una lejana interpretación de la ONE con Hermann Scherchen. En este caso, Eschenbach, que había realizado, junto con la Orquesta, una buena labor en Salonen, supo conducir, con su gesto algo espasmódico, una versión bien explicada y acentuada, proporcionada en casi todos sus elementos, con muy elocuentes intervenciones de los chelos y violas, con sus típicos grupos temáticos en los movimientos extremos. Faltó, es verdad, algo de justeza en los ataques, mayor precisión rítmica en el Scherzo y una mejor clarificación de las peroraciones y las codas. Se escuchó la versión de 1877. Arturo Reverter
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