Crítica: Otello en Parma: drama entre sorpresas
Otello en Parma: drama entre sorpresas
Verdi, Otello. B. Jadge, M. Sicilia. A. Ganbaatar, D. Tuscano, F. Pittari/D. Lombardo, N. Gavrilan, F. Leone, A. Verna, C. Lana. Filarmonica Arturo Toscanini. Coro del Teatro Regio de Parma. Dirección musical: R. Abbado. Dirección de escena: F. Tiezzi. Teatro Regio de Parma. 11 de octubre de 2025.

Ariunbaatar Ganbaatar como Jago
El Festival Verdi de Palma lleva a escena en esta edición las dos últimas óperas del compositor: Otello y Falstaff. La primera de ellas corrió a cargo de la dirección musical de Roberto Abbado y escénica de Federico Tiezzi en una nueva producción. Sobre el papel, uno de los alicientes era la presencia de Fabio Sartori en el papel principal; el cantante italiano es, probablemente, la voz de tenor más importante que ha dado su país en las últimas décadas, pero sus constantes cancelaciones están trucando la que debería ser una carrera brillante.
En este caso, solo ha cantado una de las tres funciones realizadas, la del día 26 de septiembre: el día 5 de octubre fue sustituido por Yusif Eyvazov y, para la función del día 11 de octubre, el Teatro Regio se apuntó el mérito de poder contar con Brian Jadge. El tenor estadounidense en una de las figuras en ascenso de la actualidad. Abrió la temporada de la Scala en 2024 y la 2025 del Real hace unas semanas debutando en el rol de Otello, papel con el que tiene comprometido volver a abrir la temporada scaligera en 2026.
Su Otello se caracteriza por unos importantes medios vocales de tenor, si no dramático, sí marcadamente spinto. Destaca especialmente la proyección de la voz en el centro y agudo. Se le suele tachar de mostrar un canto poco delicado, pero lo cierto es que en esta función regaló alguna frase con articulada delicadeza. Todo apunta a que poco a poco el papel irá tomando una mayor forma conforme se acomode a él.
El Otello de Jadge tuvo como “víctima” a la Desdemona una inspirada Mariangela Sicilia. La soprano italiana demostró que se encuentra en una deslumbrante madurez. Si bien la voz puede resultar aún algo lírica en los momentos más dramáticos (acto tercero), lo cierto es que deslumbró en el cuarto.

Imagen de la producción de Federico Tezzi
Daba la impresión de que había nacido para cantar esa escena; supo encontrar el color y el acento en cada frase, con una voz en estado de gracia que deleitó con todo un arsenal de pianísimos cristalinos y perfectamente afinados. Solo en el último, ya moribunda, quiso, intencionadamente, rasgar ese último agudo creando el efecto propio de la voz de alguien que se apaga.
Ariunbaatar Ganbaatar encarnó a Jago. El cantante, de origen mongol, es una de las últimas apariciones a nivel vocal. Indudablemente, posee unas dotes vocales admirables y sorprendió la colocación de la voz, más bien alta e incluso con emisiones algo nasales, para dar vida a un personaje cargado de intención y de gran presencia escénica.
La incorporación de Jadge no fue la única sustitución de la velada. Durante el primer acto Damiano Lombardo hubo de sustituir a Roderigo desde uno de los palcos con el atril delante. Franceso Pittari (el titular) no llegó a tiempo… Así que el acto se resolvió si Roderigo en escena. En tal contexto, Roberto Abbado hubo de conducir una función con un nuevo protagonista y un Roderigo ausente de la escena. Con seguridad supo dirigir una representación que fue de menos a más, logrando los mejores momentos en los dos últimos actos que supo conducir con una gran intensidad dramática, especialmente en el desgarrado último acto.
La escena de Federico Tezzi tuvo la “virtud” de plegarse a una concepción clásica del drama. Todos los elementos estaban presentes y la trama se seguía sin ninguna dificultad. Los personajes, por decirlo así, eran los de siempre. Escénicamente parecía estar construida sobre cuadros algo inconexos, entre los que solo la última escena, con una habitación de Desdemona que recordaba a Hopper, tuvo cierto atractivo.


























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