Crítica: La pureza del Monteverdi sacro
LES ARTS FLORISSANTS (PAUL AGNEW)
La pureza del Monteverdi sacro
Piezas sagradas de Monteverdi e instrumentales de Frescobaldi, Merulo y Luzzaschi. Les Arts Florissants. Director: Paul Agnew. Auditorio Nacional, Madrid, 23 de febrero de 2021.
Debido a las condiciones sanitarias actuales Les Arts Florissants ha tenido que realizar cambios en los integrantes del grupo, con lo que la programación inicial de este concierto ha tenido que modificarse y por tanto nos hemos quedado sin escuchar la integral de madrigales a cinco voces de Gesualdo. A cambio se nos ha ofrecido una muy bella selección de piezas sacras de Monteverdi entre las que se han introducido páginas tocadas en el positivo firmadas por Frescobaldi, Merulo y Luzzaschi. Algo que no quedaba aclarado del todo en el nuevo programa anunciado. Y hemos disfrutado.
Las obras de Monteverdi, 13 en total, constituían una selección de los tres libros intitulados “Musica tolta da i madrigali…e fatta spirituale de Aquilino Coppini” (1607). Una de las mezzos y uno de los tenores del grupo de diez cantores, leyeron antes de cada pieza el texto en español. Luego la música surgía imparable, bien medida, fluida y mansa, emitida con una sonoridad encantadora, la propia de voces educadas, claras y puras. El equilibrio es una de las cualidades principales de este conjunto, tan bien ahormado por el gesto variado, convincente y expresivo del antiguo tenor Paul Agnew. Aunque quizá, incluso por encima del envidiable empaste, lo más destacado es la impoluta afinación. Por no hablar de la precisión en los ataques y las combinaciones.
Admiramos, por ejemplo, las entradas paulatinas e infalibles en “O gloriose martyr”, la precisión de los adornos en “Jesu dum te contemplor” o la gran, aunque controlada agitación, en “O stellae coruscantes”. Aplaudimos las figuraciones y vocalizaciones de los cinco hombres (tres tenores y dos bajos), la serenidad de “Luce serena lucent”, el bien administrado crecimiento, en dinámicas muy estudiadas, en “Sancta Maria quae Christum peperisti”. Nos entretuvimos con los caracoleos y el complejo entretejido polifónico a cinco voces en “Qui laudes tuas cantat” y con el contraste establecido con la siguiente y dolorida composición, “Stabat Virgo Maria”.
Agnew supo extraer la dimensión danzable de “Pulchrae sunt genae tuae” y lanzar las voces a toda presión en “Felle amaro me potavit populus”. Antes de cada selección vocal monteverdiiana el organista desgranó con sapiencia, sentido y pulcritud una “Toccata Settima” y una “Toccata avanti il Ricercar” (en donde cantó no especialmente afinado) de Girolamo Frescobaldi, otra “Toccata Settima” de Claudio Merulo y una “Fantasía a quattro sopra Ave Maris Stella”.
El numeroso público que llenaba todas las localidades disponibles de la Sala de Cámara, siguió en religioso silencio (nunca mejor empleado) el concierto y aplaudió con muchas ganas al final. No hubo “propina”. Arturo Reverter
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