Revisitando las esencias

Orquesta RTVE

Obras de F. A. Barbieri, A. Vives, P. Sorozábal, F. Chueca y otros. S. Peris (barítono), L. Valero (mezzosoprano). Compañía Tribueñe. Orquesta Sinfónica y Coro de RTVE. Director del Coro: Juan Pablo de Juan. Director de escena: Hugo Pérez de la Pica. Director musical: Cristóbal Soler. Teatro Monumental, Madrid. 12-IX-2019.

Bajo el nombre de Anatomía de la Zarzuela se estrenaba el nuevo proyecto de la ORTVE que intentará acercarse en varios conciertos a las costas del género grande y chico, algo que no hace muy a menudo. Cualquier intento de reivindicación es digno de elogio, y en este caso además llamativo, por cuanto apunta a un lugar muy distinto del que procura el propio Teatro de la Zarzuela. Si hoy suele optarse por una adaptación de los textos y espacios para conectar con nuevas generaciones sin perder las más habituales, lo visto en el Teatro Monumental se acerca mucho más a una recuperación de las esencias, al menos en lo que a escenografía y dramaturgia se refiere. Hugo Pérez de la Pica propuso movimientos, vestuarios y dinámicas enraizadas en el imaginario popular, entre la copla, el baile y el canto, aprovechando la versatilidad que la Compañía Tribueñe le permite. El resultado, de tan viejo, huele a nuevo. Ya decía Tomás Marco que escribir una zarzuela hoy en día es revolucionario. En escena se juntó lo lírico con lo popular, y algunos elementos escénicos básicos supieron convocar al resto. Es una visión muy inteligente en lo funcional y a la vez muy cautiva de otro tiempo, con todo lo bueno y malo que ello ofrece.

En lo meramente musical, la ORTVE cerró uno de sus mejores conciertos de las últimas fechas. La agrupación está en un buen momento para acercarse a un programa así, y la experta batuta de Cristóbal Soler, que transpira zarzuela en cada gesto, no hace más que subrayar la riqueza de la que se partía. Ya desde la Sinfonía sobre motivos de zarzuela de Barbieri se vio un trabajo tímbrico que aprovechaba la acústica del Monumental y una concepción lírica que va mucho más allá de la mera exposición de las romanzas. Soler ha ido atomizando sus indicaciones para caminar cuando se precisa y volar al acercarse el fin de pista. Los cantantes lo tuvieron más difícil, porque un espacio tan abierto como este y con la orquesta en escena es lo más parecido a una tormenta perfecta. Sebastià Peris salió airoso gracias a una emisión muy natural que resuelve no pocas dificultades (en “Luche la fe por el triunfo”, sin ir más lejos). Lorena Valero manejó con inteligencia sus recursos y la amable oscuridad que desprende su timbre, aunque sufrió más con el volumen orquestal. Buen resultado del coro y desparpajo por parte de la Compañia Tribueñe, en el difícil equilibrio entre la naturalidad y la necesaria amplificación a la que recurrieron. En definitiva, un éxito entre mantones y claveles. Mario Muñoz Carrasco