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Por Publicado el: 31/08/2019Categorías: En vivo

Crítica: Todos los caminos llevan a Ávila

Antica-concierto-Avila

Todos los caminos llevan a Ávila

«Antica: De pasiones y afectos». Obras de John Dowland, Jacques Arcadelt, Orlando Gibbons, Luca Marenzio, Pierre Sandrin, Mateo Flecha el viejo, Francisco Guerrero, Pedro Guerrero, Josquin Desprez, William Byrd, Thomas Morley, Juan Vásquez, John Wilbye, Claudio Monteverdi, Tomás Luis de Victoria y Orazio Vecchi. Coro Antica. Jordi Casas Bayer, director. Auditorio Municipal de San Francisco. Ávila, 27 de agosto de 2019

A 2.000 kilómetros de Roma se encuentra un lugar inexpugnable que el tiempo no ha logrado desgastar. Por ello, si las murallas de Ávila conservan todo su esplendor y robustez, no es menos cierto que en sus rincones continúan impregnadas las más bellas músicas que un día se escucharon en la ciudad bañada por el Adaja y que, como recoge Gonzalo de Ayora, cronista de los Reyes Católicos, en su corografía Ávila del Rey. Muchas historias dignas de ser sabidas que estaban ocultas “bien se manifiesta haber sido Ávila una Roma pequeña si hobiera tenido buenos escriptores”.

Los tiempos han cambiado, al igual que los gustos y el sentido artístico. Incluso, una joya del siglo XIII, como el convento de San Francisco, vive su actualidad como auditorio municipal. Por ello, es aún más necesario echar la vista atrás para recordar nuestros orígenes, ese tiempo pasado que, dicen, siempre fue mejor. De aquella familia, los Dávila, que tanto hicieron por la ciudad amurallada y por dicho convento, todavía quedan innumerables vestigios, no solo arquitectónicos. La música que patrocinaron, en colaboración con el creciente cabildo catedralicio, no se limitaba  únicamente a la interpretación de obras castellanas. En su “Cabreo de la catedral de Ávila o inventario de los objetos de culto, ornamentos y libros; y de las rentas y censos que posee la fábrica de la iglesia”, datado entre 1537 y 1542, se exponen numerosos libros de órgano, de misas, de himnos y dos ejemplares de magníficats, con piezas de Ockeghem, des Prez, Compère, Peñalosa, Obrecht, Escobar y otros muchos. Por tanto, y comenzando la crítica del concierto ofrecido por Antica en la tarde del 27 de agosto, la elección de las obras “totalmente arbitraria” acabó siendo un gran acierto por parte de su director, Jordi Casas Bayer.

El compendio de la música profana del Renacimiento europeo devolvió a los abulenses que se congregaron en el recinto a la vida musical de sus ancestros, con una valiente apuesta por presentar las obras más conocidas de los cancioneros y libros madrigalescos con otras piezas -peninsulares, sobre todo- menos escuchadas bajo el título “De pasiones y afectos”. El director de la agrupación vallisoletana ayudó, en gran medida, a que cada obra fuese entendida en su contexto y su lugar gracias a las numerosas explicaciones previas que, en ocasiones, pudieron durar más que la misma pieza. No se le puede achacar ningún pero, pues el conocimiento del repertorio a esos niveles ayudó a una interpretación muy cuidada y, dicho sea de paso, diferente al resto. Porque Antica es un grupo de nuevo cuño que, por extraño que parezca, tiene tintes de aquellos primeros conjuntos españoles que redescubrieron la música antigua a nuestro país y es, gracias a eso, que su sonido es tan agradecido de escuchar.

El viaje musical que se vivió en el Auditorio de San Francisco llevó a los asistentes por Inglaterra, Flandes, Francia, Italia y España. Ese ámbito de cien años de madrigales, villancicos, chansons y canciones dejaron varias joyas como la lectura del “Ah, dolente partita”, de Monteverdi,  nada fácil de ejecutar debido al salto estilístico con la mayor parte de piezas que sonaron. En este madrigal, con texto de Guarini, cada uno de los ocho integrantes de la agrupación supo crear un personaje independiente, como demanda este incipiente estilo operístico, “dando vida al dolor” y arrancando un pronunciado aplauso entre los asistentes.

Tampoco se puede olvidar la divertida “Tiridola” que anunciaban como cierre de programa o la primera de las propinas: el motete “Versa est in luctum”, homenajeando al mayor genio abulense y español, Tomás Luis de Victoria, con motivo del 408 aniversario de su muerte. Finalmente, con la segunda propina -”Teresica hermana”, de Mateo Flecha el viejo- se puso el broche de oro para un concierto en el que quedó claro que, verano tras verano, y gracias al magnífico trabajo que realizan en el Festival Abulensis, en la música todos los caminos llevan a Ávila. Daniel Quirós Rosado

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