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Por Publicado el: 05/07/2021Categorías: En vivo

Critica: Un Oro del Rhin por debajo del nivel excepcional de Munich

DAS RHEINGOLD (R. WAGNER)

Nationaltheater de Múnich. 3 Julio 2021

La Bayerische Staatsoper de Múnich ha podido finalmente llevar adelante su tradicional Festival de Julio, que es sin duda una de las grandes citas operísticas de la temporada y que el año pasado no pudo llevarse a cabo a casusa de la pandemia que nos azota. Es verdad que ha habido que hacer cambios respecto de la programación inicial del festival y que además han tenido importancia, pero seguía siendo muy atractivo el arranque del festival, que ofrecía un nuevo Tristán con nada menos que Kirill Petrenko en el foso y Jonas Kaufmann y Anja Harteros en el escenario, y una reposición del Oro del Rhin, que contaba con la siempre destacada presencia de Valery Gergiev al frente de la dirección.

Así pues, vuelvo a Múnich una vez más para asistir a este arranque del Festival de Julio, aunque hemos comenzado con malas noticias, ya que se ha comunicado hace unos días que Valery Gergiev cancelaba, como ha ocurrido con otros artistas rusos, siendo al parecer nuevamente la pandemia la causa de estas cancelaciones, ya que Alemania está poniendo limitaciones a entradas procedentes de algunos países. La cancelación del gran director ruso ha pesado indudablemente, como no podía ser de otra manera.

Las Hijas del Rhin

 

Se repone la conocida producción de Andreas Kriegenburg que se estrenara aquí en Febrero de 2012. La producción me recuerda mucho a los trabajos de La Fura dels Baus, al hacer uso de un numeroso grupo de “fureros”, que tanto sirven de figurantes, como de bailarines e incluso de elementos de atrezzo.

Al entrar en el teatro vemos el escenario ocupado por un grupo de jóvenes de ambos sexos, vestidos con ropas blancas, entre los que se ven también a tres personajes de verde, que son las Hijas del Rhin. Poco antes de que el maestro ataque el famoso preludio, se escuchan por megafonía sonidos de agua, levantándose los figurantes, que se despojan de sus vestidos para quedar en ropa interior. Estos figurantes siguen formando parte de la escena en diversos momentos, particularmente en la aparición de Erda y en la entrada en el Walhala. La escenografía (Harald B.Thor) es muy simple, apenas unas paredes de madera y un techo, lo que facilita la proyección de las voces. El vestuario (Andrea Schraad) es un tanto intemporal, con los dioses siempre con pelucas rubias-platino. A destacar la labor de iluminación de Stefan Bolliger.

La dirección escénica de Andreas Kriegenburg destaca en los movimientos de figurantes, resolviendo de manera imaginativa las transformaciones de Alberich, así como la aparición de Erda. Menos convincente es la personificación de los gigantes, mientras que de los momentos más conseguidos de la producción hay que señalar el apilamiento del oro. Menos convincente resulta la entrada de los dioses en el Walhala.

Johannes Martin Kränzle y John Lundgren

 

Cualquiera que ocupara la dirección musical tendría que luchar con el recuerdo de la extraordinaria lectura que Kirill Petrenko nos hizo de esta opera en las últimas ocasiones en que se ofreció en este teatro. No es fácil olvidarse de aquellas representaciones de 2015 y 2018, especialmente de esta última. Quien finalmente ha ocupado su puesto ha sido el alemán Patrick Lange, que es el actual director musical de la ópera de Wiesbaden. Su dirección ha sido correcta, mostrando un gran conocimiento de la obra, pero lejos de lo que pudimos disfrutar aquí en las últimas ocasiones. De lo bueno a lo sublime la distancia es enorme. Creo que todos los espectadores echamos de menos a Valery Gergiev. Una vez más la Bayerische Staatsorchester volvió a ofrecer una excelente prestación.

El reparto vocal ha quedado en mi opinión por debajo de lo que uno siempre espera de este teatro, que nos ha acostumbrado durante años a ofrecernos grandes repartos en todas sus programaciones.

Wotan fue interpretado por el barítono sueco John Lundgren y su actuación se puede considerar como insuficiente. Hace 3 años fue en esta producción Alberich y tuvo una convincente actuación, en la que yo destacaba el hecho de que su voz había mejorado su emisión y llegaba bien a la sala. Lamentablemente, su emisión ha empeorado claramente y también le he encontrado con la voz demasiado abaritonada para el personaje y con escaso peso en las notas bajas. Da bien en escena el personaje, pero vocalmente se queda corto.

Alberich fue interpretado por el barítono alemán Johannes Martin Kränzle, que fue el sólido cantante e intérprete de siempre, ofreciendo una voz adecuada al personaje y una convincente interpretación escénica.

El tenor Benjamin Bruns fue Loge y tenía que luchar con el recuerdo que en esta producción nos había dejado en las últimas ocasiones el tenor Stefan Margita. La prestación de Benjamin Bruns no ha sido tan destacable como la de su mencionado colega, pero nos ha ofrecido una cumplida prestación tanto cantando como actuando.

La mezzo soprano Daniela Sindram fue Fricka y lo hizo bien, con una voz adecuada y sin mayores cualidades dignas de ser destacadas.

Christof Fischesser

Buena la actuación de los gigantes, que fueron interpretados por dos bajos de relieve, como son Christof Fischesser(Fasolt) y Ain Anger (Fafner). Ambos lo hicieron perfectamente.

Wolfgang Ablinger Sperrhacke es bien conocido por ser uno de los grandes Mimes de los últimos años, aunque en esta ópera no tiene tantas oportunidades para el lucimiento como en Siegfried. En cualquier caso, tuvo una actuación intachable.

Lo hizo bien la mezzo soprano rumana Judit Kutasi en la parte de Erda, aportando buenas dosis de misterio a su aparición avisando a Wotan.

Escena

 

Correctos el barítono Milan Siljanov como Donner y el tenor Matthew Newlin como Froh.

Adecuadas las Hijas del Rhin, que fueron interpretadas por Eliza Boom (Woglinde), Samantha Hankey (Wellgunde) y Nadine Weissmann (Flosshilde).

El teatro ofrecía un buen aspecto, con las localidades afectadas por las medidas contra la pandemia y las correspondientes limitaciones de aforo.

La representación comenzó con 6 minutos de retraso y tuvo una duración de 2 horas y 24 minutos, sin interrupción. Los aplausos finales no pasaron de los 6 minutos, que mal se compraran con los nada menos que 15 que hubo hace tres años con Kirill Petrenko. Hubo algunos bravos dedicados a Patrick Lange, así como a los intérpretes de Alberich y Loge.

El precio de la localidad más cara era de 163 euros, habiendo butacas de platea desde 91 euros. La entrada más barata con visibilidad costaba 39 euros. José M. Irurzun     

Fotos: W. Hösl

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