Plan de suscripciones

Suscribirse a la Newsletter de Beckmesser

¡No te pierdas ninguna noticia!

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Busca las entradas de cada mes

Últimos tuits de Beckmesser

Crítica:  Pablo Heras Casado en Bayreuth, cuando Parsifal cohabita consigo mismo
SacarlattiEl Alessandro Scarlatti desconocido llega hoy al Escorial con La Ritirata
Por Publicado el: 17/08/2025Categorías: En vivo, Sin categoría

Crítica: “El Oro del Rin” en Bayreuth 2025, cuando la música redime la estupidez

Wagner: El oro del Rin. Tomasz Konieczny (Wotan), Christa Mayer (Fricka), Ólafur Sigurdarson (Alberich), Ya-Chung Huang (Mime), Daniel Behle (Loge), Christina Nilsson (Freia), Anna Kissjudit (Erda), Patrick Zielke (Fasolt), Tobias Kehrer (Fafner), etcétera. Dirección escénica: Valentin Schwarz. Escenografía: Andrea Cozzi. Vestuario: Andy Besuch. Iluminación: Reinhard Traub. Dirección musical: Simone Young. Lugar: Festspielhaus de Bayreuth. Fechas: 15 agosto 2025.

Oro del Rin Bayreuth 2025

Escena

Tres años después de su estreno, en 2022, El Anillo del Nibelungo bayreuthiano del director de escena austriaco Valentin Schwartz mantiene intacta su estupidez irritante. Las mismas tonterías, las mismas chorradas… Este más que fracasado Ring es una nadería escénica fruto del obsceno atrevimiento de la ignorancia. En el disparate, en la “jornada” inaugural, El oro del Rin, igual te encuentras a Wotan bailoteando al final, en la solemne “Entrada de los dioses en el Walhalla”, como si fuera Elektra pero con un puntito gay, que a los gigantes Fasolt y Fafner convertidos en pistoleros de Chicago años veinte, o al irascible Donner, que ha convertido su famoso martillo en un palo de golf. La gilipollez llega al punto de confundir al demonio de Hagen -que aquí, en el cacao mental del Schwarz, aparece ya en versión niño perverso- como el codiciado anillo de oro. Por supuesto, nada de lanzas, ondinas, estacas, carneros, nibelheims y demás parafernalias wagnerianas. ¡Un número!
No merece la pena perder más tiempo y espacio en esta estulticia escénica. En esta ocasión, este Anillo de tan poca monta se ha visto redimido por el trabajo notable y hasta sobresaliente de la veterana Simone Young, que a sus 64 años (nació en Sídney, en 1961), y un bien labrado rodaje wagneriano (ha dirigido ciclos del Ring en Hamburgo y Viena, además de haberlo grabado en su integridad) ha superado notoriamente el trabajo concertador de sus antecesores en esta producción, el alemán Cornelius Meister (2022) y el finlandés Pietari Inkinen (2023). A diferencia de ellos, la Young no se ha dejado arrastrar por la debacle escénica y ha impuesto la música sobre la tontería, en un ejercicio de redención de la estupidez en el que la maestra australiana ha volcado experiencia, autoridad y savoir-faire.

Así las cosas, Young y el foso invisible del Festspielhaus han ocupado lugar dominante y hasta omnipresente, y encauzado con opulencia, elocuencia, idioma y caudal de matices el decurso vocal de un reparto en absoluto mejor que el de las anteriores ediciones. De hecho, ni uno solo de los catorce cantantes solistas que intervienen logró fascinar a nadie, aunque el público de Bayreuth -cada día menos exigente y también menos silencioso- aplaudió a rabiar indiscriminadamente a unos y otros, ya fuera Wotan o Donner, tirio o troyano. Se ve y siente que los wagnerianos de toda la vida, conocedores ya del engendro de este Ring valentinesco, han optado por no venir, dejando el aforo diáfano a un público nuevo, poco habituado a los protocolos de Bayreuth y al nivel de exigencia de un Festival que siempre -en el foso y en el escenario- ha tenido lo mejor de lo mejor.

El Oro del Rin Bayreuth-2 2025

Escena

En el haber, el Wotan reiterado, efectivo y bien actuado -y bailoteado en la elektriana escena de la vergüenza- del barítono-bajo polaco Tomasz Konieczny, en una interpretación cuajada pero ajena a nada que tenga que ver con lo memorable y sobrecogedor. Dicho en palabras poco elegantes, un buen Wotan de andar por casa. También repite la Fricka de la en Bayreuth más que experimentada Christa Mayer, admirable mezzo que jamás defrauda y nunca entusiasma, pero dueña ya de un vibrato cada vez más ingrato. Más de lo mismo ocurre con el rodado y entregado Alberich del islandés Ólafur Sigurdarson. La soprano sueca Christina Nilsson no fue más que correcta y temerosa Freia, a años luz de su estupenda encarnación de la Eva de Los maestros cantores, cuatro días antes dirigida por Daniele Gatti.

Discretos en verdad los tres dioses compañeros de Wotan. Ni el bajo-barítono Nicholas Browlee (Donner, ¡el golfista!), ni los tenores Mirko Roschkowski (Froh) y Daniel Behle (Loge) pudieron elevar el correcto nivel vocal del conjunto. Tampoco los graves gigantes-(pistoleros), encarnados por Patrick Zielki (el enamoradizo Fasolt) y el bajo Tobias Kehrer, que se carga a su hermano Fasolt arreándole un certero golpe con un asesino puño americano. La discretita Erda de Anna Kissjudit hizo añorar a las grandes Erda que fueron, son y serán en Bayreuth, desde Maria von Ilosvay a Jean Madeira o, más recientemente, Birgitta Svendén. A tono con casi todos, el difuminado Mime del tenor taiwanés Ya-Chung Huang, que pasó sin pena ni gloria, perdido en la desnortada escenografía de Andrea Cozzi y la iluminación de cartón piedra de Reinhard Traub.
Desde luego, las más entonadas de la tarde fueron las conjuntadas y caracterizadas Hijas del Rin, ellas sí acordes con la acostumbrada tradición vocal bayreuthiana. Hay que citarlas una por una: Katharina Konradi (Woglinde), Natalia Skrycka (Wellgunde) y Marie Henriette Reinhold (Flossilde). Y, desde luego, sobresaliente cum laude al niño-actor que hizo del pequeño y disparatado Hagen, cuyo nombre no figura en el programa de mano. El empeño de Valentin Schwarz en reiterar durante toda la función la maldad congénita del niño (incluso ya antes de nacer, cuando en la gigantesca proyección del feto en el útero materno que abre la representación, el embrionario Hagencito agrede a su hermano gemelo, hasta inundar la placenta de sangre fraternal). Así de absurda, así de simple, así de redundante y así de sórdida es la imaginación creativa de Valentin Schwarz, el hombre que, se mire por donde se mire, nunca debió pisar Bayreuth.

Justo Romero, Bayreuth

Festival de Bayreuth 2025

Un comentario

  1. ARMANDO SALAFRANCA ZAFFINO 18/08/2025 a las 13:05 - Responder

    No he tenido la suerte ni la desgracia de haber asistido a este (digamos engendro de opera wagneriana según el crítico). Lo que si lamento es el todavía no conocer el teatro de bayroith qu tantas veces lamento el no haber sacado entradas alguna. Así y todo si hubiera tenido la “suerte “de haber asistido a alguna representación de tal engendro quizás estaría calvo por haberme arrancado mi bonita cabellera cana por también haber dilapidado mi dinero. ¡¡¡ Uff !!!

Deja un comentario

banner-calendario-conciertos

calendario operístico