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Por Publicado el: 14/01/2010Categorías: En la prensa

Fallece Wladimiro Ganzarolli, la voz del “gran señor”

Wladimiro Ganzarolli, la voz del “gran señor”

“En silencio, con la discreción del gran señor y del gran artista que siempre fue, el barítono Wladimiro Ganzarolli nos ha dejado”. Con estas palabras, el director de orquesta y musicólogo Alberto Zedda se lamentaba ayer de la muerte del cantante que llenó los escenarios europeos y americanos durante las tres intensas décadas de su prolífica carrera.
Ganzarolli contaba 78 años -los cumplió el pasado 9 de enero-, y era uno de los cantantes más versátiles y completos de su gran generación. Belcantista reconocido y mozartiano cuando casi nadie interpretaba al genio de Salzburgo, su poderosa voz de auténtico barítono triunfó en los mejores teatros. Desde su debú en el Teatro alla Scala fue, durante decenios, uno de los cantantes favoritos del exigente público escalígero, al que brindó los papeles de Figaro, Leporello, Guglielmo, Méphistophélès, Dulcamara, Ali Baba, Cardillac, Sulpice o Nevers.
El gran Figaro y Falstaff, cuyo talento interpretativo tanto fascinó a Luchino Visconti, falleció el miércoles en su residencia campestre del Piamonte (Italia). A su lado se encontraba su esposa Helga Schmidt, actual Intendente del Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia.
En la memoria de los melómanos quedará siempre -entre otras muchas interpretaciones- su referencial versión de Don Pasquale registrada en la Ópera de Chicago el 2 de noviembre de 1974, junto a Alfredo Kraus e Ileana Cotrubas, dirigida por Bruno Bartoletti. Ganzarolli poseía una voz de inconfundible timbre y considerable tesitura que le permitía abordar con éxito un repertorio muy variado. Su exclusivo talento teatral y su siempre impecable dicción hicieron de él uno de los mejores intérpretes de Mozart y de Rossini. Luchino Visconti admiraba especialmente “el canto elegante y la sensibilidad artística” del barítono veneciano que, según palabras del cineasta, “profundizaba a la perfección en la psicología de los personajes”; poseía la habilidad de saber exprimir al máximo la filosofía más recóndita de cada papel.
Nacido en Venecia en 1932, estudió en el Conservatorio de Música Benedetto Marcello con Iris Adami Corradetti. Pronto comenzó a ganar un concurso tras otro. Hombre de amplia cultura y gran formación, dejó su incipiente carrera de maestro y profesor para volcarse en su ineludible vocación de cantante lírico.
Ese fondo cultural de sabiduría -tan inusual en el ámbito de la lírica- se reveló enseguida en sus incisivas interpretaciones, en las que cada palabra, cada frase, constituía un hermoso e inteligente cauce de expresividad y de profundización en el aspecto musical y teatral de sus personajes.
En 1958 debuta en Milán con el exigente Méphistophélès del Fausto de Gounod. Un año después aborda en Spoletto El duque de Alba, de Donizetti, bajo la dirección de Thomas Schippers, con puesta en escena de Luchino Visconti. Volverá a trabajar con el mítico director de cine en Las bodas de Figaro y en Falstaff de Verdi.
Será precisamente este último título el que le proporcione un éxito arrebatador en la Scala de Milán, con tan sólo 29 años, acontecimiento que la prensa elogió con el comentario de “Fumata blanca”. Desde entonces, su carrera se proyectó con fuerza en todos los templos líricos internacionales. Entre sus roles más emblemáticos, la mayoría de ellos interpretados en los teatros italianos más importantes, figuran Dulcamara, Sulpice, Leporello, Figaro, Papageno, Golaud, Scarpia, Escamillo, Falstaff o Ali Baba.
En 1964 inició su fructífera colaboración con la Ópera de Viena, donde destacó especialmente como cantante mozartiano en un periodo en el que el compositor salzburgués no estaba “tan de moda” como ahora. Sus criterios interpretativos sentaron cátedra. Allí interpretó Scarpia, Escamillo y Méphistophélès, además de sus memorables creaciones de los célebres personajes de la trilogía Mozart-Da Ponte: Figaro (Las bodas de Figaro), Leporello (Don Giovanni) y Guglielmo (Così fan tutte), grabadas posteriormente en el Covent Garden bajo la dirección de Colin Davis.
Cantó y grabó junto a los más grandes de su larga generación. Con Jessey Norman y Mirella Freni en las celebradas Bodas de Figaro dirigidas por Colin Davis; con Tito Gobbi en un Don Giovanni dirigido por Franco Zeffirelli; con Pilar Lorengar, Montserrat Caballé y Luigi Alva en Così fan tutte, transmitido por la BBC desde el Covent Garden, bajo la dirección de Georg Solti, y un sinfín de artistas entre los que también figuran Teresa Berganza, Montserrat Caballé (Las Bodas de Figaro en el Liceu), Plácido Domingo, Katia Ricciarelli, Elena Obraztsova, Mirella Freni, Luciano Pavarotti, Nicolái Guiaurov o Joan Sutherland. Además, grabó La italiana en Argel con Lucia Valentini Terrani, Un giorno di regno, Stiffelio, Luisa Miller y La vera Constanza. Como director de escena abordó con gran éxito La Bohème en Tokio.
Fue particularmente aclamado por el cálido público del Teatro Colón de Buenos Aires, donde triunfó con óperas como La italiana en Argel, I quatro rusteghi, Las bodas de Figaro o Guillermo Tell. También participó asiduamente en el Festival de Aix-en-Provence, donde formó una pareja emblemática con Teresa Berganza, hasta el punto de que en medios musicales se referían a este famoso festival como “Festival BerGanzarolli”. Justo Romero

Wladimiro Ganzarolli, barítono, nació en Venecia (Italia), el 9 de enero de 1932, y falleció en Piamonte (Italia), el 13 de enero de 2010, con 78 años.

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