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Por Publicado el: 03/11/2004Categorías: Crítica

Macbeth en el Real, Confusión sin sal

Macbeth en el Real
Confusión sin sal
«Macbeth» de Verdi. C. Álvarez, P. Marrocu, A. Machado, C. Colombara, M. J. Suárez, G. Orozco, J. M. Robot. Director musical: J. López Cobos. Director de escena, escenógrafo y figurinista: G. Vera. Coreógrafo: C. Werner. Iluminador: J. Gómez-Cornejo Sánchez. Orquesta Sinfónica y Coro del Teatro Real. Teatro Real. Madrid, 2 de noviembre.
Casi resulta obligado hoy día empezar por los aspectos visuales de la ópera y más aún en este caso en el que tales labores van firmadas por Gerardo Vera, actual director del CDMC. La producción es fiel a los colores grises y sombríos con los que Verdi dibuja su pentagrama, aunque no a su localización histórica real, trasladada a la primera guerra mundial. Se ve en ella la mano de un artista de raza que quiere decir muchas cosas, quizá demasiadas. Funcionan la iluminación y la frialdad de los decorados, la escena final está muy bien resuelta… pero creo que la producción cae en un error peligroso. No se acaba de entender todo lo que Vera imagina y mal asunto es que las puestas en escena no ayuden a entender los libretos sino que precisen su propia explicación. El clima bélico, base de cocción de los asesinatos del militar Macbeth, cuyo palacio es una especie de búnker; el coro de brujas conducido por una china habita en una fábrica abandonada y convertido casi en protagonista; los espectros de un niño, también chino, y de militares; los degollamientos muy al modo de Abu Musab al-Zarqawi en Iraq; cierto ambiente marino por momentos, etc. pueden dar una visión personal e interesante, pero confunden.
Jesús López Cobos dirige «Macbeth» por vez primera y ha elegido la versión definitiva de Verdi de una partitura con la que nunca acabó de estar satisfecho porque, aunque hay números magníficos, carece de unidad estructural. Personalmente encuentro interesante y reveladora la escena suprimida de la muerte del tirano. El maestro obtiene un bello y potente sonido de la Sinfónica, a la vez que va aumentando paulatinamente la tensión tras un anodino primer acto. El nuevo director ha realizado un buen trabajo con el coro, que suena más redondo que otras veces. El protagonista, por papel y fama, es Carlos Álvarez, que ya ha cantado el personaje en varios sitios tras su debut sevillano y que convence más por el material vocal que por la utilización del mismo. La interiorización que buscó en Sevilla no adquiere los contrastes deseables, aunque la dicción resulte sobresaliente. La voz de Paoletta Maroccu es insuficiente para la terrible parte de Lady Macbeth -hurta alguna nota y grita otras- y tampoco termina de reflejar su maldad en acentos y gestos. Está simplemente fuera de papel. Por ejemplo, ninguno de los dos canta debidamente su primer duo. Aquiles Machado muestra una voz con centro más ancho y cosecha ovaciones merecidas en el aria de su breve papel. Carlo Colombara cumple entre la dignidad y una cierta monotonía, causada en parte por su timbre un tanto baritonal.
Hubo bastantes aplausos para el director musical y los interpretes, protestas para el responsable escénico y también un cierto sabor final a poco, sabor a ensalada mixta falta de sal. Gonzalo ALONSO

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