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Por Publicado el: 06/11/2009Categorías: Crítica

Macbeth en Jerez

Cuando menos es más
CRÍTICA MÚSICA
MACBETH
Nueva producción del Teatro Villamarta. Solistas: Carlos Almaguer, Maribel Ortega, Francisco Santiago, Francisco Corujo, Pablo García, Soraya Chávez, Roman Ialcic. Dirección de escena: José Luis Castro. Escenografía y vestuario: Jesús Ruiz. Iluminación: Olga García. Videoescenista: Álvaro Luna. Coro del Teatro Villamarta. Orquesta Filarmónica de Málaga. Dirección musical: Miguel Ortega. Fecha: Jueves, 5 de noviembre. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Tres cuartos.
***

La madurez de los teatros se debería medir no sólo por el nivel de sus resultados artísticos sino, también, por su capacidad de resolución de problemas sobrevenidos y su capacidad de respuesta ante una situación inesperada. En este sentido, el Villamarta ha vuelto a manifestar con este Macbeth su agilidad de reflejos cuando, ante la imposibilidad de traer la producción inicialmente prevista, tomó la decisión de afrontar, aun con muy poco margen temporal de maniobra, una nueva producción de un título tan teatralmente comprometido como éste. Y no pudo tomar mejor opción que la de encargar el proyecto a dos artistas de cualificación bien contrastada como José Luis Castro y Jesús Ruiz. Castro, víctima en los últimos años de las miserias políticas de este país, ha sabido aceptar el reto y plantear, desde la austeridad presupuestaria y la limitación de medios, un Macbeth muy teatral, muy metido en el meollo profundo de los conflictos psicológicos de la trama, sin necesidad de grandes despliegues escenográficos ni del fácil recurso a la casquería tan habitual en otras producciones de esta ópera. Expresionista al máximo, con la eficaz disposición de grandes paneles móviles, con una muy expresiva iluminación y el espectacular recurso a proyecciones tridimensionales que jugaban con los símbolos y con la figuración de espacios más amplios que los reales, la dirección de Castro no dejó detalle sin subrayar, centrándose especialmente en el diseño gestual del personaje de Lady Macbeth, la verdadera protagonista del drama. También la fantasía del vestuario de Jesús Ruiz centraba la atención sobre Lady Macbeth al vestirla de un fatídico y enloquecido rojo sangre en un contexto de tonalidades oscuras.
No cabe duda de que la otra atracción de la noche era escuchar a la jerezana Maribel Ortega en un papel tan comprometido. Estamos ante una voz importante, inusual por su squillo y su capacidad de penetración, por la calidad tímbrica y por sus perfiles tan netamente verdianos, lo que es una rareza en la actualidad. Domina a la perfección la zona central y superior del registro, con agudos de gran potencia y definición, a la vez que sabe matizar y frasear con auténtica línea de canto, como se vio, especialmente, en la escena del sonambulismo y en el aria La luce langue, todo un modelo de canto verdiano. Flaqueó, no obstante, en la zona grave, en la que le costaba encontrar el apoyo suficiente. En cuanto mejore su técnica de proyección y consiga sacar toda la voz fuera, estaremos ante una cantante de altísima categoría. Almaguer hizo, por su parte, un Macbeth rocoso y monócromo. La voz impacta por su poderío y calidad, pero siempre que cante en forte, porque su flanco débil es el de la matización, el uso de los reguladores, el saber utilizar las medias voces, y eso en esta ópera es esencial para un personaje que casi siempre canta en parlato, en declamaciones melódicas o en ariosos que exigen una gran flexibilidad vocal. Santiago, a pesar de una voz demasiado cavernosa y hueca, muy hacia dentro, sacó a relucir una buena línea de canto en su aria. Brusco y algo exagerado en el fraseo (excesivamente sollozante) fue el Macduff de Corujo, de voz algo vacilante aunque de atractivo timbre. Correcto el resto del reparto, sobresaliendo la voz penetrante y bien situada de Pablo García.
No tuvo su mejor noche la sección femenina del coro en sus intervenciones en solitario como brujas: desajustes internos, falta de colocación de las voces y de acoplamiento con el foso. Quizás el tul de boca le impidió seguir las indicaciones del director. Mucho mejor, por el contrario, los hombres, con gran empaste. No ayudó a concertar la batuta de Ortega, bastante mecánica e instalada en una dinámicas excesivas casi toda la velada y que apenas si dio entradas claras al coro. A momentos de gran energía rítmica le siguieron otros demasiado lentos y sin tensión. Noche de rutina para la Filarmónica de Málaga, con metales pocos finos y algunos solos de las maderas para olvidar.

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