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Critica: Fantástico y nada fantástica
Por Publicado el: 31/01/2022Categorías: En vivo

Critica: Manon, contra virus y marea

Manon, contra virus y marea

Manon, de J. Massenet. Sabina Puértolas (Manon), Ismael Jordi (Des Grieux), Damián del Castillo (Lescaut), Javier Castañeda (Guillot), César San Martín (Brétigny), Natalia Labourdette (Poussette), Zayra Ruiz (Javotte), Marina Pardo (Rosette). Coro del Teatro Villamarta. Orquesta Filarmónica de Málaga. Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Vestuario: Jesús Ruiz. Iluminación: Félix Palma. Dirección de escena: Alfonso Romero. Dirección musical: Carlos Aragón. Jerez de la Frontera, Teatro  Villamarta, 28 de enero de 2022.

Escena de «Manon»

El jerezano Teatro Villamarta está acostumbrado, en su cuarto de siglo de existencia, a lidiar contra circunstancias adversas, pero nunca habrá tenido que afrontar un cúmulo de obstáculos como los que ha tenido que sufrir para sacar adelante esta nueva producción de Manon. Si a tres días del estreno caían víctimas del Covid los cuatro trompas, el solista de clarinete y la arpista, en la misma mañana del estreno comunicaban sus bajas también el solista de oboe, un fagot, un violín y el timbalero, que tuvieron que ser sustituídos a unas horas de la primera representación con refuerzos de la Orquesta de Córdoba que no habían asistido a ningún ensayo. Al final, gracias a la profesionalidad de todos los músicos y al buen hacer de Carlos Aragón, apenas si trascendió este cúmulo de calamidades de cara a los resultados musicales, más allá de algunos excesos iniciales de las trompas y de los problemas de balance derivados del reducido foso del Villamarta, que obligaron a situar al arpa, el órgano y la percusión en los palcos laterales.

Fue, a pesar de todo, una noche llena de emociones. La puesta en escena de Alfonso Romero, que gozaba de la ayuda brillante de la escenografía de Sánchez Cuerda (espectacular, con espejos y muebles suspendidos del cielo reflejando ese mundo del revés y patas arriba en el que vive Manon) y de un imaginativo y maravilloso vestuario de Jesús Ruiz (que aún sigue esperando a que teatros como el Maestranza lo llamen a pesar de ser el mejor figurinista de ópera de España), resultó muy interesante al poner el foco en la mente y los recuerdos de la propia Manon. Todo el argumento es como un recuerdo, amargo al fin y al cabo, de una Manon que no ha muerto físicamente, pero que sí lo ha hecho anímicamente, porque en la escena final la podemos ver como ama de casa, casada con Des Grieux, madre de dos hijos y a la espera de la vuelta al hogar del marido tras el trabajo. Es decir, todo lo contrario de aquella Manon que quería vivir en un continuo tobogán de placeres y diversiones sin ataduras.

Haciendo de la necesidad virtud, Carlos Aragón planteó una dirección musical sumamente respetuosa con las voces y centrada en la intimidad y la delicadeza de la escritura orquestal de Massenet. Consiguió crear un aire de transparencia en la que se pudo disfrutar de todas las frases instrumentales solistas (espléndido el oboe, por ejemplo), sin por ello instalarse en tempos morosos. Todo lo contrario, desde la obertura se pudo observar que iba a llevar el discurso musical con energía y buen ritmo, para evitar las caídas de tensión derivadas de los momentos más flojos de la partitura. Su acompañamiento de momentos tan delicados como la gavota (sobre todo en la segunda estrofa), “En fermant les yeux” o “Adieu notre petite table” creó una atmósfera de poesía y de intimidad realmente delicada y de un sonido bellísimo.

Sabina Puértolas debutaba este personaje y fue un debut espléndido. En plenitud de uso de sus recursos vocales, se hizo con el papel desde la primera frase, diseñando a una Manon inocente e ingenua, pero que pronto sabe lo que quiere hacer de su vida. Así, adecuó el color y la intensidad de su fraseo al desarrollo psicológico, pasando de la voz inocente de la primera escena a la decisión y el dramatismo de momentos como la escena de Saint Sulpice. Brilló con espectaculares agudos y sobreagudos en los couplets, pero también en el sonido más denso de los momentos dramáticos, exhibiendo siempre un larguísimo fiato. Ismael Jordi fue un Des Grieux ideal. Su escuela belcantista y su dominio de los recursos de la voz al servicio del fraseo fueron aquí sus principales armas para servir de perfecto partenaire de Puértolas. Moldea y cincela las frases con cuidado extremo, regulando la voz hasta niveles inagotables, usando los reguladores y las medias voces con sabiduría y un buen gusto extremo. Su doble regulador al final de “Ah! fuyez” fue simplemente maravilloso.

El Villamarta ha conseguido en esta producción completar un reparto muy redondo, con un Damián del Castillo, un Javier Castañeda y un César San Martín de voces poderosas y fraseos llenos de intencionalidad teatral. Asimismo, brillante el trío de cocottes, con una Natalia Labourdette de brillo refulgente. A pesar de algún momento desafortunado de las secciones masculinas, el coro se defendió con soltura. Andrés Moreno Mengíbar

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