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Por Publicado el: 21/10/2018Categorías: En vivo

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Turandot en el Palau de les Arts

TURANDOT (G. PUCCINI)

Ópera en tres actos concluida por Franco Alfano. Libreto de Giuseppe Adami y Renato Simone. Repar­to: Jennifer Wilson (Turandot), Marco Berti (Calaf), Miren Urbieta-Vega (Liù), Abramo Rosalen (Timur), Javier Agulló (Emperador Altoum y voz del Príncipe de Persia), Damián del Castillo (Ping), Valentino Buzza (Pang), Pablo García López (Pong). Dirección de escena: Chen Kaige (reposición: Allex Aguilera). Escenografía: Liu King. Vestuario: Chen Tong Xun. iluminación: Alberto Faura (reposición: Antonio Castro). Cor de la Generalitat Valenciana. Director de coro. Francesc Perales. Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats (Luis Garrido, director). Orquestra de la Comunitat Valenciana. Direc­ción musical: Alpesh Chauhan. ­Lu­gar: Palau de les Arts. Entrada: 1700 localidades (prácticamente lleno). Fecha: Miércoles, 17 octubre 2018 (se repite los días 20, 23, 26, 28, 31 octubre 2018).

Ha cumplido ya una década la resultona, muy clásica y un punto ingenua producción de Turandot que el Palau de les Arts encargó en 2008 al afamado director de cine chino Chen Kaige, y que musicalmente fue dirigida primero por Zubin Mehta y luego por Lorin Maazel. Ahora, Les Arts ha vuelto a reponer esta producción para inaugurar su llamada pre-temporada. El reestreno, ante una sala abarrotada de un público en el que -a tono con el escenario- también abundaban muchísimos rostros chinos,  ha sido un gran éxito. “Un exitazo”, que dirían los cronistas de la vieja escuela.

Aplausos, bravos y fascinación en la platea. La producción funciona, sin duda. Pero el “exitazo” ha sido únicamente de público. En absoluto artístico. El más que modesto nivel vocal y una desfigurada Orquestra de la Comunitat Valenciana muy ramplonamente concertada por el británico de origen indio Alpesh Chauhan mermaron el nivel de una función en la que a las virtudes de la puesta en escena –muy bien repuesta por Allex Aguilera- únicamente cabe añadir las estupendas intervenciones del Cor de la Generalitat (espléndido toda la noche en su capital cometido) y de los niños cantores de la Escolania de la Mare de Déu dels Desemparats, conjunto que con tanto tino y eficiencia prepara el ya veterano Luis Garrido.

Jennifer Wilson, la gran Brunilda del Palau de les Arts, es una diosa-cantante que ha regalado a esa casa sus noches de mayor brillo operístico de la mano de Zubin Mehta. No sólo como Brunilda, sino también como apasionada Isolda y valerosa Leonora (Fidelio). Por ello, por el reconocimiento y respeto a tan grande artista, a la que tanto debe el Palau de les Arts y la ópera en Valencia, este crítico en absoluto puede compartir algunos abucheos escuchados al final de su interpretación de Turandot, que, en cualquier caso, fueron minoritarios ante la salva de aplausos que la soprano estadounidense escuchó cuando salió a saludar tras una representación que ella misma no guardará entre sus mejores interpretaciones en Valencia.

Los únicos cantantes que permanecen de las inolvidables representaciones lideradas por Mehta y Maazel han sido los tenores Marco Berti y el ilicitano Javier Agulló, así como Valentino Buzza  y Pablo García López. Berti cuya estática y pobre presencia en escena recuerda la de Pavarotti, conserva los perfilados y seguros agudos que siempre han distinguido su notable carrera. Pero su Calaff ha perdido el registro medio y grave, pobre y sin color. Además, como mal Calaf, caló más allá de lo aceptable.  Agulló, un profesional de innegables y bien demostrados méritos, mantiene su tembloroso, paródico y más que rodado Altoum, personaje que comparte al prestar su voz de tenor lírico al desafortunado Príncipe de Persia.

La soprano vasca Miren Urbieta-Vega compone una Liù más voluntariosa que fascinante. Falta personalidad, intensidad emocional y fuste vocal. Sus dos maravillosas arias –“Signore, ascolta!”, “Tu, che di gel sei cinta”- adolecieron de sutilezas, medias voces y pianísimos bien proyectados, aunque dejaron sentir una voz con recorrido en el futuro, pero que ha llegado demasiado pronto a una escena –el Palau de les Arts- y a un personaje –Liù- cargados de referencias y evocaciones. El Timur de Abramo Rosalen pasó sin pena ni gloria, absolutamente inadvertido, muy alejado de los grandes bajos que anteriormente encarnaron este noble personaje. Las “Tres máscaras” fueron defendidas con idoneidad vocal y consistencia escénica por el barítono Damián del Castillo (Ping), y los tenores Valentino Buzza Bosi (Pang) y Pablo García López (Pong), que añadieron a su solvencia musical una interpretación escénica pertinente y fiel al bien dramatizado concepto original de Kaige.

Habría que preguntarse las razones que llevan a un maestro como el indio-africano-británico Alpesh Chauhan al podio de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. Su dirección rutinaria y previsible, tan descabeza como deslavazada, ni pudo ni supo sacar partido a la colorida orquestación pucciniana. Faltó por completo magia teatral y fascinación sonora, en una lectura rutinaria y corta de aliento, que queda como una de las más grises y desabridas sufridas en el Palau de les Arts. Una dirección para el olvido que invita a reivindicar la presencia de maestros valencianos y españoles bastante más solventes e interesantes. “Haberlos ahylos”, desde luego, pero se necesita un criterio y conocimiento que desde luego ha faltado en la elección de este joven director británico de origen indio y padres africanos, que hasta no hace tanto era primer violonchelo de la Joven Orquesta Ciudad de Birmingham.

El color sonoro que en absoluto llegó desde el foso lo intentaron compensar unos cuantos pájaros infiltrados que desde la balconada derecha parecían empeñados durante todo el tercer acto en cantar “Nessun Dorma!” mejor y más sonoramente que el propio Marco Berti. Fue un punto mitad messiaenesco mitad pueblerino absolutamente impropio e inaceptable en un espacio lírico que figuró entre los más prestigiosos del ámbito internacional. La cosa fue tan cutre y grotesca que las pobres avecillas cantoras parecían más amigas de la María Jesús del acordeón del “pajaritos por aquí, pajaritos por allá” que las criaturas inspiradoras de Messiaen. El Palau de les Arts cada día más cerca del poble y de los pájaros. Justo Romero

Publicado en Diario Levante el 19 de octubre.

2 Comments

  1. Carmen 21/10/2018 a las 10:11 - Responder

    Cada dia me gustan más las críticas de Justo Romero . Asistí el pasado domingo al preestreno de Turandot y, con mi escado conocimiento operístico, me alegra mucho ver fui capaz de apreciar cadi todos los puntos que él señala.
    No puedo decir que saliera muy satisfecha a pesar de la coloridta puesta en escena. Lo que menis me gustó fue la propia Turandot. Wue oena

  2. Oscar I. Hierro Yagüe 21/10/2018 a las 14:03 - Responder

    “*Haberlos ahylos”. Lo correcto es: “Haberlos HAYLOS”.

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