José María Prat ha sido, se supone, quien ha pagado la comida en el restaurante «Príncipe y Serrano» donde se ha presentado la peculiar -digo peculiar porque incumple el pliego de condiciones por el que se privatizó la gestión del teatro- II edición del Festival de El Escorial. ¿Rodaballo o solomillo? fue la pregunta más interesante, formulada tras la ensalada de cola de bogavante. A nadie se le ocurrió preguntar de quién era la idea de contar con Gergiev y sus huestes rusas para «El viaje a Reims», ni por qué se había ido Silvia Modia… la verdad es que entre los convocados había quien no sabía ni quien era Jessye Norman. Prat (Ibercámara) obviamente sí. Perderá lo que quiera el teatro pero, según se dice de su participación, sólo le tocará a él perder el 1% y en cambio se embolsará la suculenta comisión artística de su cuadra.
Tampoco preguntó nadie a quien pertenecían los dos números de teléfono que sucesivamente se dieron para confirmar la asistencia al banquete y que ninguno tenía nada que ver con el festival.
El caso es que mañana la inauguración con una obra de teatro. A la vuelta del verano veremos qué pasa con con esta extraña ute. Esperemos que las pérdidas económicas no afecten al mantenimiento y conservación del teatro.