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Zp y la música
Por Publicado el: 03/04/2004Categorías: Artículos de Beckmesser

Sin cover

Buena se ha montado con Sigfrido y su traqueitis. Se le ha escuchado más que si hubiera tenido voz. Así es la vida. Casi como en los viejos tiempos, cuando lo de Cambreleng y Kraus. Y todo por un Sigfrido sin voz. ¿Y dónde hay uno que la tenga? Porque ni en mi Bayreuth logro escuchar un tenor que aguante el papel durante todas las representaciones. Bueno, hubo una vez uno que lo aguantó y hasta aguantó cada noche los abucheos que el público le dedicaba.
En este «Ocaso» el título va que ni pintado- no había doble reparto ni el Real tenía cover. Eso sí es un fallo, porque los posibles problemas con Sigfrido los conocemos todos y siempre hay una probabilidad alta de que alguno toque. En España estamos en precario, en Madrid no hay covers, pero en Bilbao o Sevilla tampoco y es que las cosas se hacen con mucha voluntad y pocos medios. Otra cosa es que los escasos medios se puedan administrar mejor, que se puede en muchos casos. No, el Real no tenía cover, pero tiene un director artístico -Emilio Sagi- siempre al pié del cañón y allí estaba él para importar un Sigfrido desde Ámsterdam que cantase a escondidas.
Miren, lo que yo de verdad siento de toda esta historia es que en Madrid no nos vamos a poder apuntar un tanto como el que se apuntaron en Milán o Nueva York en casos similares. El 7 de diciembre de 1974 debían estar en la Scala Karajan, Zeffirelli, Pavarotti y Freni para una Boheme que se esperaba de antología. Karajan se puso enfermo y el intendente Paolo Gras lo sustituyó rápidamente por Georges Prêtre, pero he aquí que a Freni le entró dolor de garganta por la mañana. Como a nuestro Sigfrido. Localizaron a la entonces desconocida Cotrubas -que ya había cantado con Pavarotti- en Londres y la importaron con la ayuda de la propia policía milanesa, que la esperó a pié de avión para, con aullar de sirenas, llevarla a la Scala, donde llegó justo a tiempo para empezar a cantar. De allí a la fama en una noche. Y otro tanto le sucedió a Plácido Domingo, en septiembre de 1968, con una «Adriana Lecouvreur» en el Metropolitan neoyorquino sustituyendo a Franco Corelli en el ultimísimo momento. Pero no, en Madrid no nos trajeron ni a Cotrubas ni a Domingo. Eso es lo que más siento.

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