La temporada 2025/26 del Teatro Real: un comentario (I)
La temporada 2025/26 del Teatro Real: un comentario (I)
La anunciada programación del Teatro Real cara a la nueva temporada incide en los mismos acentos, orientaciones, esquemas, planteamientos y apuestas ya conocidos en las tres anteriores.

El Teatro Real presenta su temporada 2025/26
De nuevo nos encontramos con una notable cantidad de versiones concertantes, ocho para un total de diecinueve obras. De nuevo, aunque en menor medida, se apuesta por una mayoría de títulos barrocos, seis en total. Hay una obra verista, cuatro románticas, cinco pertenecientes al siglo XX y dos -rigurosos estrenos- al XXI. Hablemos de lo barroco en primer lugar, que solo podrá verse en versión concertante y siempre con agrupaciones musicales foráneas. Lo que priva a la titular del coliseo de foguearse en otros repertorios.
El primer título significativo es Farnace de Vivaldi, una ópera que en 2001 representara en el Teatro de la Zarzuela Jordi Savall por cuenta de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. En aquella ocasión se empleó una versión que incluía también música de Francesco Corselli. Ignoramos si en este caso se hace uso de la misma partitura. En el foso se situará el Ensemble I Gemelli que dirige el tenor Emilio González Toro, que cantará al tiempo el papel titular. Un segundo título vivaldiano es Il Giustino, que correrá a cargo de la estupenda Freiburger Barockorchester, que regresa el Teatro, de nuevo al mando del conocedor y prudente René Jacobs.
Será escuchada de nuevo Giulio Cesare de Haendel, que será dirigida, con el excelente conjunto Il Pomo d’Oro en el estrado, por el competente Francesco Corti. Otro título haendeliano deberá verse sin escena: Ariodante, que tendrá aquí respuesta orquestal -nuevo alivio para el conjunto de la Sinfónica de Madrid- de la Cetra Barockorchester de Basilea que dirige el siempre animado Andrea Marcon. Y versión de concierto asimismo para la Armide de Lully basada en el poema épico de Tasso. El conjunto instrumental será aquí otro especializado en estos menesteres: Le Poème Harmonique gobernado por Vincent Dumestre.
Por su parte, la también estrenada en el siglo XVI, La Reina de las hadas de Purcell, tendrá respuesta instrumental de otro conjunto especializado, Vox Luminis, que dirige Lionel Meunier. Por seguir con las interpretaciones en concierto mencionemos una obra muy distinta, insertada directamente en el periodo verista, Iris, de Mascagni, obra desigual y apasionada que interesa escuchar para ir más allá en la inspiración del autor de lo que ya sabemos tras las múltiples escuchas de Cavalleria rusticana.
Cerramos el capítulo concertante con otra casi novedad, I masnadieri de Verdi, que continúa una línea de obras de primera época abierta hace algún tiempo en el Teatro, la última I lombardi a la prima crociata. El director musical será en este caso Francesco Lanzillotta, un casi cincuentón, también compositor, que creemos se presenta en Madrid.

Producción de Otello en el Teatro Real
Vayamos ahora con lo representado. Tenemos por un lado otros dos Verdis, Otello e Il trovatore, que abren y cierran la temporada (19 de septiembre a 20 de julio). Aquella en una producción con la English National Opera y la Ópera de Estocolmo, dirigida escénicamente por un clásico, David Alden, que suele tener un olfato muy fino, y musicalmente por ese verdiano de pro que es Nicola Luisotti, desde hace años principal director invitado y que cederá la batuta un día a Giuseppe Mantuccia.
Esta en una escenificación ya vista hace pocos años firmada por Francisco Negrín y que discurre por el ámbito de una lectura psicológica más bien facilona y redundante, con efectos escénicos demasiado obvios y subrayados innecesarios. Será también Luisotti el batutero. Cederá los trastos en dos noches al creciente François López-Ferrer, hijo de Jesús López Cobos.
Hay que añadir a estos títulos habituales el de Carmen de Bizet, que se ofrece en esta ocasión con una puesta en escena del imaginativo y travieso -y no siempre acertado, Damiano Michieleto. En el foso la afirmativa coreana Eun Sun Kim. En dos ocasiones tomará la batuta el joven y creciente Iñaqui Encina, ya muy bragado en distintos foros.
Especialmente interesante nos parece la sesión doble que alberga dos obras verdaderamente singulares de Bela Bartók, el restallante ballet El mandarín maravilloso y la ópera, siniestra y metafórica, El castillo de Barbazul. En medio, la imponente Música para cuerdas, percusión y celesta. Todo ello bajo el mando y la autoridad innegable del actual director musical del Teatro, Gustavo Gimeno. No menos atractiva es la infrecuente ópera de Paul Dukas, Ariadna y Barbazul, que se ofrece en coproducción con la Ópera Nacional de Lyon bajo la dirección musical del siempre eficiente Pinchas Steinberg y la escénica -seguro que sorprendente- de Alex Ollé (de La Fura dels Baus).
En 2006 el Real exhibía una agradable producción de El sueño de una noche de verano de Britten firmada por Pier Luigi Pizzi. Se representa de nuevo este interesante fruto del compositor británico ahora con dirección escénica de la especialista Deborah Warner (recordemos sus logros de Peter Grimes y Billy Budd). Coproducción con el Ballet de Londres y el Maggio Musicale Fiorentino. Ivor Bolton en el foso defenderá con calor una obra que la va como anillo al dedo.
Interesante asimismo es la presentación de una nueva producción de La novia vendida de Smetana, que creemos no se veía en Madrid desde 1973 en el Teatro de la Zarzuela. Coproducción con la Ópera de Lyon, la de Colonia y la Moneda de Bruselas. Gustavo Gimeno y el casi siempre inventivo y jacarandoso Laurent Pelly a los mandos. De las óperas conocidas nos queda la tan romántica Romeo y Julieta de Gounod, que se presenta en una nueva producción en tacto de codos con Ópera de París dirigida musicalmente por el experto Carlo Rizzi y escénicamente por Thomas Jolly.
Nos queda por hablar de los dos estrenos mundiales firmados en este caso por dos compositores españoles, de los más solicitados y escuchados. El primero, Enemigo del pueblo, viene firmado por Francisco Coll, músico acreditado y solicitado, de pluma inspirada y amena. Se basa en la obra teatral de Ibsen. “Metáfora social e inquietante experiencia poética”, se nos dice. Dirección musical del propio compositor y escénica del libretista, Alex Rigola. Coproducción con el Palau de les Arts de Valencia.
El segundo, Los Estunmen, es obra del tan cinematográfico Fernando Velázquez, que se sentará también en el banquillo del director musical. Trata del mundo de los especialistas, que se juegan el pellejo en escenas de gran peligrosidad. Música bien elaborada y de notables calidades pictóricas. La dirección de escena corre a cargo de Nao Albet y Marcel Borrás, autores también del libreto. Coproducción con el Liceu, Teatro Lliure y Teatros del Canal de Madrid.
La Reina de las hadas de Purcell se estrenó casi a finales del siglo XVII