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Por Publicado el: 14/04/2005Categorías: Crítica

Un Elixir creíble

Temporada de Ópera de Las Palmas
Exitazo de Juan Diego Flórez
«Elixir d’amore» de Donizetti. J.D.Flórez, L.Giordano, A.Antoniozzi, J.J.Frontal, D.Rodríguez. M.Pontiggia, dirección escénica. Riccardo Frizza, dirección muical. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria y Coro del Festival de Ópera. Teatro Cuyás. Las Palmas de Gran Canaria, 14 de abril.
El Festival de Ópera de Las Palmas se apuntó un grandísimo tanto al confiar en el futuro de Juan Diego Flórez y llegar a un acuerdo con él para que incorpore papeles a su repertorio en la isla . Lo hizo el pasado año con «Puritani» y éste con «Elixir d’amore». El éxito ha sido nuevamente inmenso, con interminables aplausos tras la célebre «Una furtiva lágrima» y en el saludo final con el público puesto en pié. El peruano se ha sabido ganar a los canarios de Kraus. Se gozó de la belleza de la voz, la claridad del fraseo y la elegante, casi elegiaca, línea de canto. Le viene bien el Nemorino, pero le vendrá aún mejor dentro de unos años cuando el centro haya ganado más peso. Gigli, Bergonzi, Pavarotti o Carreras han cantado este papel, así como muchos grandes líricos lo han retomado para sus retiradas. Prescindiendo de algún agudo ocasional -Flórez siempre seguro- se trata de un papel bastante cómodo si se posee una tesitura central con cierto peso. Ese peso que hace que frases como «Adina crédimi» lleguen de verdad al corazón.
Pero hoy la ópra no puede basarse en un solo divo y el conjunto fue planificado con detalle. Acertó Mario Pontiggia al trasladar la acción a las Canarias, con el trasfondo de Tejeda o el Nublo, con el vistoso vestuario y la cuidada ambientación inspirada en Néstor Martín Fernández de la Torre. La dirección escénica huía de tópicos y aparovechaba la gran ventaja del reparto: su juventud y sus ganas de actuar. Fue éste un «Elixir» absolutamente creíble, lo que pocas veces se da. Laura Giordano hacía de Adina como la hace en la vida real. No es la típica contratación obligada para que acuda el tenor. Empezó casi como soubrette, pero la voz se fue calentando y tomando cuerpo. Pueden preferirse para el papel cuerdas más líricas, pero Giordano matizó y convenció, porque además la presencia ayuda mucho. Alfonso Antoniozzi trató de huir de la caricaturización para Dulcamara y lo consiguió, aunque a costa de primar el recitado sobre el canto, mientras que a José Julián Frontal no se le encontró igual de cómodo que en otras ocasiones, algo rígido vocalmente y con tendencia a engolar. Davinia Rodríguez no pasó desapercibida como Giannetta.
La dirección de Riccardo Frizza respetó el canto sin incurrir en brillanteces especiales y logrando que coro y orquesta sonasen con nivel.
Una representación agradecida y creíble de «Elixir», buscando y logrando una frescura poco habitual, en la que el divo del momento debutó y se lució, mostrando cómo puede cantar hoy Nemorino y sugiriendo cómo lo cantará mañana. Gonzalo ALONSO

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