Villázón no convence: división de opiniones para la esperada “Sonámbula” del Met
Villázón no convence: división de opiniones para la esperada Sonámbula del Met
A la espera de que la nueva producción neoyorquina de la ópera de Bellini desembarque en los cines españoles, la crítica ya ha comenzado a dictar veredicto: palo para Villazón, algunos reparos hacia el canto de Nadine Sierra y muy buenas reseñas en el caso del donostiarra Xabier Anduaga, algo perjudicado por la puesta en escena.

Rolando Villazón
Se aguardaba con verdadera expectación el regreso del gran belcanto a un Metropolitan de Nueva York que ha tenido casi que improvisar sobre la marcha: pretendían volcar toda la atención en los títulos contemporáneos para sus nuevas temporadas, según los anuncios, pero la realidad de la taquilla ha obligado a recuperar títulos que a la actual gerencia le parecen algo apolillados, como La sonnambula de Vincenzo Bellini.
Para el regreso de este título canónico no se ha ahorrado en gastos: la nueva producción que había estrenado Juan Diego Flórez, de Margarita Zimmerman, se ha reemplazado sin más por una nueva de Rolando Villazón (que sigue empeñado en aferrarse al carro lírico cuando su periplo como tenor ya caducó, buscando nuevos cometidos).
En el foso se ha situado todo un experto en el repertorio, el responsable del Festival Donizetti, Riccardo Frizza. Y como protagonistas, eligieron a una pareja que ya había rodado previamente el título por los principales teatros españoles: la soprano de Miami Nadine Sierra y el tenor donostiarra Xabier Anduaga.
Una vez abierto el melón, con el estreno del montaje al inicio de esta misma semana, los resultados, a decir de la crítica, han sido algo flojos, lejos del triunfo histórico que el coliseo de la Gran Manzana pretendía apuntarse estos días.

La sonnambula de Bellini en versión de Villazón en el Met
Los mayores “palos” han sido para el propio Villazón, del que se dice que hizo reír al público en escenas pretendidamente dramáticas con su mezcla de gags cómicos, alternados con algo más sesudas referencias al psicoanálisis, en versión de Carl Jung.
De la pareja protagonista, la unanimidad se centra sobre todo en la buena actuación de Anduaga, del que se ha destacado la firmeza de sus agudos, la variedad de los acentos y su capacidad para fundir su potente voz, adelgazando el sonido sin perder calidad cuando lo requiere, con la de su habitual compañera en los conocidos dúos de esta ópera.
A la impericia de Villazón como director se le atribuye, en cambio, que el joven tenor no pudiera recoger los aplausos en algunos momentos destacados, al oscurecer innecesariamente su presencia en la escena, o retirarlo de ella antes de tiempo.
De Nadine Sierra se ha destacado mayormente la belleza del instrumento, uno de los más privilegiados del circuito, pero se le ha afeado un cierto manierismo en su fraseo, que parece más empeñado en poner el énfasis en la capacidad para sugerir adornos y variaciones interminables que en la sustancia dramática. Además, han apreciado cierta tirantez en el registro agudo.
Otros comentarios, por el contrario, señalan a la cantante como la gran triunfadora del estreno, gracias a la cascada de aplausos y ovaciones que siguió a su última intervención, el aria con la que brillantemente concluye La sonnambula, que desplegó con gran variedad de matices y un prolongado agudo.
Para Frizza solo hubo elogios por su cuidado trabajo en el foso, y se apreció la nobleza del instrumento de Vinogradov, el bajo encargado del personaje de Rodolfo. Tiempo habrá de ver esta producción en los cines españoles y extraer conclusiones propias, “cada uno según su gusto”, como afirmaba el conde Orlofsky.


























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