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Artículos de Beckmesser 2002
Por Publicado el: 31/12/2001Categorías: Artículos de Beckmesser

Artículos de Beckmesser 2001

ROSTROS Y CARAS
El de un célebre mecenas, cuya foto aparece junto a la de los artistas en cuanto evento patrocina y su nombre en todos los foyer de prestigio. Hombre, un poquito de discreción y buen gusto. En cambio tuvo ambas cosas la persona o institución gracias a la cual ha sido posible editar las obras que los compositores académicos escribieron para el cumpleaños de González de Amezua. Ni su nombre se ha sabido.
La de los patronos del Teatro Real al enterarse por la prensa del nombre de la nueva gobernanta, después de haber departido con las altas autoridades el día anterior sin que les hiciesen el más mínimo comentario.
El del comentarista cultural que siempre nos cuenta que era íntimo de todo bicho fallecido. Claro, para que el muerto no pueda atestiguar que ni se vieron.
La de un exembajador que se cree con derecho a prebendas de protocolo propias, no ya de embajador en activo, sino de presidente de gobierno. Se invita a todos los sitios y ocupa los mejores puestos.
El de muchos artistas que se creen más importantes que quienes compusieron las obras que abordan y colocan sus nombre en las carátulas o programas de mano en caracteres más grandes y vistosos que aquellos. Karajan lo podía hacer ya que su nombre vendía quizá tanto como el de Berlioz, pero otros… ¡por favor!
La de Lissner al encontrarse en Londres con uno de los protagonistas de sus memorias, que le alabó lo divertido del capítulo dedicado al Real pero le recriminó que no reflejase bien ni uno de los nombres de las personas con quienes trató. Vamos, ni el de la ministra.
El de algunos «arreglistas» que secuestran partituras, ya públicas, de grandes compositores para en algunas ocasiones -ojo, ni siempre ni todos ellos- estropearlas un poco a cambio de cobrar los derechos cada vez que se tocan dichas obras. Y, a veces, los originales de tales obras ya ni se pueden conseguir.
La de los oyentes de SinfoRadio tras los últimos recortes de la emisora, convertida ya en pura fórmula y sin postes.
Y, naturalmente, el de quien empieza su apellido por ahí. El artista ha aprendido a forrarse en España. Ahora cien millones por tres «Réquiem» catedralicios en tierras naranjeras. Caras «hostias et preces». Y seguro que no van a parar a la beneficencia. BECKMESSER.COM

CARO REAL
¡Qué ocasión perdida para contratar un gran director para el «Falstaff»! Se nos ha anunciado a Frédéric Chaslin -¿le conoce alguno de ustedes?- cuando me consta que había un primerísima fila con su agenda libre. Al fin y al cabo Barenboim y sus chicos van a recibir al menos mil ochocientos millones en cuatro años. ¿Acaso no hubiera sido ahora mucho más efectivo internacionalmente contratar a Carlos Kleiber para «Falstaff»? Por cien millones habría venido a dirigir. Le pediré a los Reyes un poco más de imaginación a los que mandan en el Real.
Don Alfonso sale a escena y exclama: «¡Qué silencio, qué aspecto de tristeza presentan estas estancias…!». Lo observa y acierta. ¿Dónde ha quedado la luminosidad de «Cosi fan tutte»? Lo comentaba al oído vecino un espectador de la primera del Real. Otro volvía a apuntar a la imaginación. «En nuestros días es normal que los amigos acabemos cambiándonos las parejas. Lo que pasa es que luego no nos hablamos a menos que la cosa acabe en cuarteto», apuntaba y se quejaba «Tanta manía por actualizar y no se actualiza nada». Y otro dialogo con sabor: «¿Qué te parecen ellas?». Respuesta: «Muy monas». Contra respuesta: «Y muy mozartianas». Estocada y puntilla: «Hombre sí, si llamamos mozartiano a cantar light a Mozart, pero cuando Mozart escribió el aria , con sus florituras, agudos y graves, sería para que lo cantasen. Digo yo». Lo decía del Monaco en Sevilla: en los últimos años Nilsson cantó Turandot con Tebaldi como Liú. Luego Tebaldi cantó el gran aria y Caballé hacía de Liú. Más tarde Caballé interpretó a la altiva y Ricciarelli hacía de Liú. Ésta grabó luego a la princesa mientras Hendricks se dedicaba a la esclava. Cualquier día Hendricks cantará «In questa reggia».
Y en el foso las ansias de López Cobos, director al que admiran aún más por su trabajo en los ensayos que en los propios conciertos y, como curiosidad, por acudir con sus propios materiales y además seguirlos. Como Sanderling. No hay muchos así.
Y del resto, ¿para qué perder el tiempo hablando o escribiendo? Sólo un apunte. Espero que el nuevo equipo tenga clara su misión: preparar el teatro para que en seis años pueda dirigirlo una gran figura internacional desde fuera de la política. BECKMESSER.COM
TODOS LOCOS
Todos nos hemos vuelto locos. Miren si no. Se convoca el jurado para otorgar los premios nacionales de composición e interpretación. Lo componen Andrés Amorós, director del INAEM, Elena Martín-Asín, subdirectora del mismo, José Manuel López López y Manolo Sanlúcar, en calidad de premiados el año anterior, Jorge Fernández Guerra, director del CDMC, Félix Palomero, director técnico de la OCNE, Carmelo Bernaola, Enrique Franco y Josep Pons. Los dos últimos excusaron su presencia. Quedaron por tanto siete votantes. En la cabeza de todos ellos, al empezar la reunión a las 12,30 horas, un artículo de opinión aparecido en la prensa nacional en el que se proponían los nombres de Carmelo Bernaola para el premio de música de la Fundación Guerrero y Tomás Marco para el nacional de composición.
Empiezan las deliberaciones. Salen cuatro nombres a la palestra: Mauricio Sotelo, José María Sánchez Verdú, Tomás Marco y Felix Ibarrondo. La primera votación se resuelve a favor de Sotelo, pero sin unanimidad. Se procede a una segunda votación y se descarta el nombre de Ibarrondo. Llamada telefónica de Ramón González de Amezúa, presidente del jurado del Guerrero: Carmelo Bernaola, uno de los miembros del jurado del nacional, ha sido agraciado con los doce millones del premio de la Fundación Guerrero. Inquietud en el ambiente y un pensamiento común: si entregamos el nacional a Tomás Marco habrá más de uno que pensará que fulano ordena y manda y que él, sin estar en ningún jurado, ha fallado los premios. Tercera votación: se descarta el nombre de Tomás Marco y se vota entre Sotelo y Sánchez Verdú, el segundo de los nombres apuntados en el mencionado artículo. Finalmente, son las dos, el jurado se inclina por entregar los cinco millones a Mauricio Sotelo, joven compositor a quien el INAEM ha encargado el pasado año un espectáculo lírico ofrecido en el teatro de la Zarzuela, interesante pero aún no comparable a Marco. Tomás Marco, con su amplia trayectoria y más obras de gran formato que ningún otro autor español se queda en la cuneta. Es el único de los pesos pesados sin premio nacional. Curiosamente el miembro del jurado que más se resistió a votarle es quien más le debe. Pues no queda ahí la cosa, sino que preguntando el articulista a uno de los jueces por los motivos de tan sonora exclusión, éste le responde: «antes no erais tan amigos». Así funciona este país, confundiendo la velocidad con el tocino o creyendo que todos se mueven por amistades o intereses. El mundo está loco, loco, loco. BECKMESSER.COM

GOL DE VIVALDI
Algún día les contaré como, tras abandonar mi preciado «Ich habe genug», extender los brazos y volar, logré escapar de las Gemelas. Desde entonces he estado deprimido y ocupado con aquello como para estas pequeñeces. Sin embargo, tras dar mi opinión a Bush sobre sus dudas en torno a la geografía asiática -Akistán, Nosesiestán, Akinostán, Talvezestán y demás repúblicas- he hallado un rato para contarles cómo puede evolucionar un proyecto a causa de la gestión del mismo hasta no tener casi nada que ver con la idea original. Veamos.
Hace tiempo llegó a la Sociedad Estatal «España Nuevo Milenio» una propuesta para recuperar una obra española hoy absolutamente desconocida. Se trataba del «Farnace» de Francesco Corselli, un compositor que no era italiano -nació en Piacenza en 1702- pero que vivió y murió en Madrid en 1778. Quizá de su época como maestro de capilla del duque de Parma y por haber dirigido la música en las exequias parmesanas de Francesco y Antonio Farnace, le vino la luz de componer el «Farnace» estrenado en el Buen Retiro en 1739.
La idea llegó de la mano de Oscar Gershensohn y José Miguel Enciso, presidente de la citada sociedad, la acogió con calor y la presentó en el Teatro de la Zarzuela. Se trataría de una producción financiada íntegramente a través de la Sociedad Estatal con Gershensohn a la batuta y Emilio Sagi en la dirección de escena. Todo perfecto. Sin embargo las cosas se tuercen y Gershensohn se aparta o es apartado del proyecto para, en su lugar, surgir Jordi Savall. El cambio se ve con buenos ojos: Savall es maestro en recuperaciones, no tuvo chance en el Real con «Celos aún del aire» y aportaba una mayor cuota de españolidad al proyecto. Pero Savall es también muy dado a las revisiones y lo que éstas llevan consigo -Zedda lo sabe muy bien- y, con el pretexto de que Vivaldi también escribió un «Farnace», coge la coctelera. ¿Qué sale al final? Pues la obra del italiano con un par de músicas de Corselli incrustadas. Se acabó lo del patrimonio artístico español y, además, la Sociedad Estatal pide dinero a la Fundación Caja de Madrid, que ésta retrotrae de la suma que dedica de por sí a la Zarzuela cada año y con la que se cuenta para la temporada normal. A la postre «España nuevo milenio» será Vivaldi y una buena parte de los fondos saldrán del teatro e irán a pagar revisiones italianas residentes por ahí. ¡Gol de Vivaldi!…o de Savall! BECKMESSER

UNA BREVE RESEÑA DE RIGOLETTO EN EL REAL
Por tener una escenografía gratuita y no resuelta conceptualmente en coproducción con tres teatros hemos cambiado a Aquiles Machado por Nemorino en la corte de Mantua.
El gran triunfador por méritos propios fue Carlos Álvarez, una diez en actuación teatral y con la que quizá sea la mejor voz baritonal del presente. Una pena que no acabe de matizar vocalmente el personaje por mantener una línea de canto un punto lineal, pero en cualquier caso un éxito merecido. Isabel Rey cantó con gusto un papel ya demasiado ligero para ella aunque resolvió bien sus papeletas. Sabatini es un tenor belcantista de buena escuela, pero no un cantante verdiano y a su duque le faltó fuerza vocal. Cumplió el resto del reparto, con un Monterone poco contundente.
Lipton cponcertó más que dirigió y de ahí la falta de garra de la versión. Digna la orquesta y un punto chillón el coro.
Hay registas que intentan explicar lo que ya nos sabemos a base de «novedades» como felaciones o un bufón que remata a puñaladas a la víctima del saco para luego preguntar a Gilda que quién la ha apuñalado y que, como no sabe resolver el asesinato de ésta, lo tapa con cortinones matando el ambiente de la ópera. Su concepto es, aunque él pretenda lo contrario, bastante frío. De tanta frialdad el hecho de que no hubiese ni un aplauso tras «la donna é mobile» o el cuarteto. No se trata de una mala representación, pero no se ha acertado.
Y una pregunta: ¿cómo es posible que unas simples plataformas giratorias hayan causado tantos problemas en los ensayos y hagan tanto ruído al girar?
REPASO VERANIEGO III Y FIN
Este año muchos de nuestros cronistas descubrieron Pésaro. Allí se trasladaron casi todos ellos. ¿Sería acaso tras las huellas de Emilio Sagi, pensando sonsacarle? Y el caso es que Sagi ya lo dejó claro casi todo en la rueda de prensa de su presentación ante los ojos atónitos del gerente. Allí también estaba, en su casa que parece no lo será por mucho más tiempo, Gian Carlo del Monaco. Me cuentan que se viene a vivir a Madrid. Descansaba ya como director del teatro de Niza pero preparaba «El Tríptico» para la inauguración de su temporada.
Bayreuth fue noticia como siempre, aunque música con mayúsculas no hubo mucha. Apenas la que fabricó Thielemann. Siguieron las luchas sucesorias. La principal candidata Eva Wagner, ya harta, decidió retirarse de la contienda. Volverán las oscuras golondrinas. De Salzburgo se despidió Mortier, como de Granada Aracil. ¿A qué se dedicarán ahora? Mortier se fuechingando a quienes se enfrentaron a él y «El Murciélago» colmó la paciencia del personal, que vio como la viuda de Karajan abandonaba ofendida la sala. Tal fue el crimen escenográfico que Johann Strauss se levantó de su tumba y, en señal de protesta, incendió el Sofien Salon vienes donde se escuchó tanta de su música. Pero Mortier no se atrevió finalmente con su idea primitiva de cambiar los personajes originales por sus actuales enemigos austriacos. Y eso que sí se atrevió a meter morcillas en Verdis y Mozarts.
Por Berlín todo siguió patas arriba, con Thielemann al acecho, Rattle a la espera y Barenboim a la defensiva. Todo puede cambiar allí. Entretanto el argentino siguió madurando «Iberia» y no sólo al piano, sino también el quinto cuaderno, «los madriles». Por si acaso, visto como nos las gastamos por aquí, se dedicó a poner paz entre judios y palestinos… ¡en Chicago! También pensó en ese quinto cuaderno Jesús López Cobos, muy animado tras sus éxitos veraniegos en París, Coruña y San Sebastián. «Rigoletto» se puso de moda. En unos días lo tendremos en el Real con el debutante Álvarez, mientras en Londres lo tendrán con el cascadillo Gavanelli. Claro que allí estarán también Schäffer y Marcelo Álvarez. Se admiten quinielas. Yo me apunto al 2. Y me voy con el humos de esa cadena privada de TV donde anunciaron «Giorgio Schicchi» en Perelada dirigida por Miguel López Martínez. BECKMESSER.COM

REPASO VERANIEGO II
¡Qué tiempos éstos! Me quejo de los artículos y críticas musicales cuando en la prensa general aún hay más tomate. Vean si no un par de titulares muy clarificativos. «Ha llegado a Santander la abuela de Lequio» o «La creación de 90.700 empleos en el segundo trimestre es las más baja en ocho años». ¡Qué dislate de periodistas! Debían ir al programa de Pedro Ruiz. ¿Acaso lo destacable no era en el primer caso que aquella abuela es la única hija viva de Alfonso XIII y que, en el segundo, con los 90.700 nuevos empleos se había alcanzado una cifra de paro inferior al 13% por vez primera en 20 años? Pues lo mismo sucede con las crónicas musicales. Quien haya leído los comentarios a las «Bodas de Fígaro» salzburguesas saben lo que digo. Todos contra Mortier salvo los amigos. Mortier merecerá una próxima columna tras su particular «vendetta» al establishment austriaco. Lo de programar obras clásicas para destrozarlas escénica y musicalmente ha sido para nota. Mientras, en Santander, se demostraba que con cuatro papeles pintados se puede hacer excelente ópera. Pero, ¿habría alguien hoy día capaz de emular lo de Mestres Cavanes?
Para nota que el prior de los agustinos y el presidente del Patrimonio Nacional permitieran tocar a Los Secretos en la Lonja del Monasterio de El Escorial y no «Don Carlo», máxime cuando por carta certificaron que no se volverían a dar espectáculos musicales allí. O es que lo de los Secretos no es música o es que la horterada ha entrado hasta en la corte. Y la Basílica cerrada y sin misa el día de San Lorenzo. Lo dicho, para nota… y para alguna dimisión.
La ministra Pilar del Castillo, a la que mentideros dan como sustituida por Cuenca para este otoño, vio «Aida» y «Rigoletto». Un premio para ella más grande que los que ella entregó en Sotogrande en un trofeo local de paddle. Ya que, por lo visto, hay tiempo para todo y se digna de bajar a los trofeos de pacotilla, ¿me entregará algún día el de «acidez musical»?
Buena y mala suerte este verano para las Caballés. Montsita se presentó en Perelada totalmente recuperada y con más voz y tablas que antes. Enhorabuena, que la cosa siga así y que el médico que supuestamente causó el estrago entre en cuarentena. En cambio Montserrat pasó tres semanas en una clínica. ¡Ánimo que tu vuelta a los ruedos líricos con «Henry VIII» es acontecimiento de la temporada! Continuará. BECKMESSER.COM
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REPASO VERANIEGO I
Antes de vacaciones hice un mininventario de cómo dejábamos los bienes musicales y nos iremos ocupando de cómo evolucionen , pero no sería correcto pasar por alto lo sucedido este verano, máxime si esta columna puede servir algún día para repasar lo que era el ambiente musical de nuestros días. Así que entre esta semana y la próxima les haré mi resumen.
No podemos entender la música como un arte aislado de cuanto sucede, ya que con frecuencia se manifiestan en su entorno propio las mismas enfermedades que en el general. Hasta finales de julio pasaban pocas cosas y la prensa se dedicó a atacarse una a otra con motivo de las publicaciones de cifras de ventas y beneficios que cada uno maquillaba como le convenía mientras el vecino le aplicaba un desmaquillador. Luego, en los correveidiles música, pasó otro tanto y los críticos de cada diario se dedicaron a poner verde al diario de enfrente por publicar críticas de meros aficionadillos o de gente que «servía a su señor». No es para tanto, decía alguno sensato, que también los inmigrantes llegan a la música en patera aprovechando el clima light de la información veraniega.
Muchos de los anteriores acudieron al almuerzo que les brindó Cambreleng como final de temporada y los ojos se les salieron de las órbitas cuando comprobaron que el anfitrión hacía mutis por el foro y se iba a comer con un par de patrocinadores. «Tenía una comida importante» excusó un segundo en funciones. No se habló ni una palabra del Real, les echaron de comer y punto. La conclusión: hay quien piensa que la gente que escribe de música somos unos muertos de hambre. Por eso quizá no nos robaran ni Goyas como a otros, ni nuestros de verdad ni en usufructo. Ni, como a otros, nos pueden robar la gescartera. ¡Qué vergüenza! ¡Ni un músico en las listas! Vamos, que ni Halffter ni García Abril. «Debería estar prohibido» dice Raúl, pero lo cierto es que así no nos dejan con «el corazón partío». Esos sí que, por capacidad, podrían estar en las listas. Lo clásico, como bien ve Cambreleng, no da ni para comer.
Pero la vida es breve, aunque en el Real no lo fuera tanto por más que Blázques quisiera «dinamizarla». Algun amigo de verdad la habrá aconsejado al más joven de la saga Hallfter, que tiene madera, que no se «dinamice» tanto, porque ser un buen director requiere tiempo y prudencia. Continuará. BECKMESSER.COM

HASTA SEPTIEMBRE
Pues esta semana nos vamos todos a descansar. Falta nos hace. A todos. Pero hagamos un repaso de cómo quedan las cosas al marcharnos para poderlas pasar revista en septiembre.
Empecemos por el Real, donde hemos dejado sin terminar los «diez negritos». Cayó el director técnico, luego el de comunicaciones, más tarde el administrativo, seguidamente el artístico y musical… Y a mí me gustaría saber si caerá el único que queda del equipo de la inauguración y también el nombre del asesino.
En el Liceo dejamos una gente satisfecha de haber programado 145 espectáculos para la próxima temporada, de haber gastado en su reconversión cinco mil millones menos que lo que se sabe gastó el Real y para colmo con un regalito de Alberto Vilar, el más filántropo y el más inmodesto. Será el sistema de subtitulación a seleccionar individualmente en cada butaca entre cuatro idiomas. Por fin se enterarán los españoles que pagan con sus impuestos la temporada y no hablan catalán.
En Oviedo dejamos a los Amigos de la Ópera con el agua al cuello. Con un considerable déficit acumulado y avalado personalmente. Se quejan y no sin razón de que el ministerio sólo les da 40 millones cuando a la ABAO le entrega 150. Y es que por Bilbao lleve el dinero. Vean que al Orfeón le caen 20 y a la nada conocida Sociedad Coral otros tantos. Pero la ABAO sigue con su eterno problema: no hay forma de ensayar en condiciones en el Palacio Euskalduna porque su dirección no acaba de entender que no se puede alquilar a mansalva para congresos sin perjudicar al mejor cliente. Falat también dinero, pero al mal tiempo buena cara: un título menos y una representación más por cada uno.
Claro que el Festival Mozart tiene un problema similar en La Coruña que habrán de resolver a la vuelta de vacaciones. Ese y el firmar la paz con algunas de las fuerzas musicales locales, porque el público va en aumento.
En la OCNE todo más o menos igual, sin titular pero con un director técnico un poco harto del INAEM. Lo mismo que el director de la Zarzuela. Y es que en el INAEM conviene figurar menos y resolver más. Un poco el mal de todo el Ministerio.
Y en Valencia nadie sabe a qué juega Zaplana con el futuro teatro. Quizá no lo sepa ni él. Y en el Palau sin cerrar las visitas de Muti y Maazel. Y no sigo… Hasta pronto. BECKMESSER.COM

BREVERÍA
Carlos Álvarez cantó su recital en Madrid. Mostró una vez más ese bellísimo timbre, un punto cubierto en demasía, y la generosidad del corazón. Decía Di Stefano que un cantante había de tener, en este orden, voz, corazón y técnica. Es el orden de Álvarez. Si la técnica se ampliase sería el gran barítono internacional del presente. Pero su escuela no es todo lo buena que sería deseable: faltan los filados, los pianos, el dominio de los matíces dinámicos, etc. Y así el belcantismo de «La Favorita» brilla por su ausencia. Debido a esa carencia técnica se le plantean problemas con cierta frecuencia. Soltó un gallo en una propina. No es el único que se le ha escuchado en Madrid. Y cualquier conocedor del canto lo veía venir. El público ovacionó al artista tras el incidente, lo que demuestra que es mucho más generoso que el de antaño. Un público educado habría guardado silencio cincuenta años atrás. Un público menos educado habría protestado. Así le sucedió a todo un Caruso en el Liceo. Los tiempos cambian.
Con todo queda una incógnita: ¿podrá afrontar Álvarez toda la serie de «Rigolettos» programada? No tuvimos ocasión de escucharle un adelanto de la obra en la que debutará en otoño y a uno le habría gustado escuchar «Deh.. non parlere al misero…» o «…Questo fior…». En la línea para matizar y cantar esas frases está la clave de un buen Rigoletto. Tanto como en las espectaculares «Cortiggiani» o «Sí, vendetta…» Confiemos en la preparación del papel con un buen repertorista.

RETRANSMISIONES FALLIDAS
Pues ya estamos en verano y, por consiguiente, en plena época de retransmisiones radiofónicas musicales -las de televisión las hemos olvidado-. Hoy quisiera abogar porque no sucedan las cosas del pasado año, que conviene mencionar a fin de que se eviten episodios similares. En Bayreuth funcionaron pocas cosas bien, para colmo, se produjeron unos cuantos fallos en las retransmisiones de sus óperas. Un lapsus lo tiene cualquiera y puede y debe disculparse que, por un error en la planilla, el locutor anuncie en el intermedio que vamos a escuchar una obra para arpa y el primer acorde sea un fortísimo de toda una orquesta. Lo que no puede disculparse es el error de bulto y sistemático.
La Unión Europea de Radiodifusión retransmitió la «Tetralogía». Casi al final del tercer acto de «La Walkyria» nos quedamos sin sonido. El locutor echó mano su capacidad de su capacidad de improvisación y previsión y continuamos escuchando lo mismo pero con Sir Georg Solti a la batuta en vez de Giuseppe Sinopoli y al rotundo Hans Hotter en vez de al parco Alan Titus. Al rato regresó éste, como si se hubiera ido a dar un paseo, para cantarnos la despedida de Wotan. Otro tanto pasó en la jornada siguiente cuando el pobre Wolgang Schmidt berreaba a Gabriele Schnaut que la amaba. En esta ocasión enlazamos con Karl Böhm, Birgit Nilson y Wolfgand Windgassen. Lamentablemente sirvió para recordarnos que Siegfrido puede cantarse y, afortunadamente, no volvimos a escuchar a Schmidt, lo que hubiera sido de suicidio. Claro que peor fue encontrarnos en medio de un conciero de rock desde Budapest.
Sorpréndanse de la razón de tanto despropósito. El cuartel de desmando de la UER está en Ginebra y allí tienen una previsión de la duración de los espectáculos que retransmiten. Con ella programan el ordenador y el principio y final de la conexión. Si dura más… se corta. Luego dirán que los culpables son los ordenadores. No. los culpables son los responsables de continuidad, que se fían y se van a cenar o a tomar una cerveza, de forma que no hay nadie cuando se produce el desaguisado para poderlo arreglar. Casi como los oficiales del ferry griego que se hundió hace un año. Eso debería ser causa de un despido procedente. BECKMESSER.COM

NOMBRAMIENTOS
Hoy se reune el Patronato del Teatro Real y aprobará oficialmente el nombramiento de Emilio Sagi como director artístico una vez que venza el contrato de García Navarro. De entrada hay que agradecer al maestro valenciano cuanto ha hecho por el Real, que es mucho -aunque habrá tiempo de hablar de ello más por extenso-, y también desearle una total recuperación. Es en aras de esta recuperación por lo que le convendría tomarse un mayor descanso, alejarse del todo de la problemática del teatro y, posíblemente, dar entrada a Sagi un poco antes de lo previsto. La salud es lo primero.
Emilio Sagi dirigió con acierto el Teatro de la Zarzuela durante muchos años y demostró ser persona de absoluta confianza para la Administración cuando decidió dejar aquel cargo. El Real es aún un teatro joven que no puede permitirse otra espantada a “lo Lissner” y con Sagi es imposible que eso pueda ocurrir. Profesionalidad, competencia y confianza son factores que sin duda habrán pesado mucho en su nombramiento y que auguran una actuación prometedora.
De entrada se parte de un cambio sabio. Son muchos los factores que desaconsejan que direcciones artística y musical coincidan en una misma persona, ya que ello se ha prestado siempre a múltiples conflictos de intereses ligados a representantes y a las propias carreras de los titular musicales. Por fín, y más vale tarde que nunca, ambos cargos se han desdoblado.
Saltó a los medios de comunicación la noticia del nombramiento de Jesús López Cobos como director musical. Fue un patinazo informativo. A nadie se le escapa que el futuro director artístico debía de tener algo que decir en el asunto y que las cosas han de seguir unos pasos lógicos. Mi amigo el pájaro del bosque me contó que lo que realmente surgió en la Ejecutiva mencionada en la prensa fue un mero intercambio de opiniones al respecto y, eso sí, la unanimidad en que el maestro zamorano sería un candidato óptimo. Por eso López Cobos no debe sentirse molesto por haber visto aireado su nombre sin fundamento y sí satisfecho de saber que en el teatro le tienen en muy alta estima.
Y no son los únicos nombramientos. También hay un nuevo director administrativo, una vez que Gutierrez de Luna pidió su relevo por motivos personales, y mi olfato me dice que podría no terminar ahí la cosa. BECKMESSER.COM

DON QUIJOTE
Ya que todos hablan de “aquel hidalgo español, que era un gran hombre de honor” –así empezaba una popular canción de los Cinco Latinos, ¿recuerdan?- yo también quiero galopar sobre Rocinante. Aquella canción, de antes de que yo jurase la Constitución, la mía claro, podía servir de preludio a los fastos del 2005.
A Aznar le asesoran culturalmente muy mal. Carlos Aragonés es un Sancho Panza con poca información. Por eso Aznar descabelló bien, pero es que Zapatero hubiera podido rodar de una certera estocada y sin puntilla. Aznar tenía que haberle dicho…
“Señoría, en nuestro Estado de las Autonomías venimos siendo Quijotes desde antes de ser España, una, grande y libre, vamos toda nuestra historia y cuando llegue el 2005 lo seremos aún más.
Mire su Señoría si no somos Quijotes, empezando por ustedes. No nos ponemos de acuerdo los españoles y quieren conceder a los inmigrantes ilegales el derecho de asociación, huelga y voto en las elecciones. Y yo mismo, ¿qué cree su Señoría que estuve haciendo en Niza? Pues luchar contra los molinos de franceses y alemanes para que me cogieran entre sus aspas y me volteasen.
Si seremos Quijotes que una Ministra, un secretario de Estado y un subsecretario se dedican a programar las óperas del Teatro Real. Si seremos Quijotes que hemos estado a punto de colocar en él, como director musical, a un joven para que aprendiese de la experiencia de la orquesta, en vez de alguien que nos mejorase la orquesta.
Y hasta Beckmesser no deja de hacer el Quijote, contándonos cada semana lo que hemos de hacer para que inicialmente hagamos lo contrario y sólo al cabo de cinco años nos demos cuenta de la razón que tenía y rectifiquemos.
Pero Señoría, por si eso no le bastase, resulta que este gobierno se le ha adelantado y usted, no es que navegue por la Mancha –Antonio Hernández anda en el rancho de Bush- sino que navega por entre Babia y las Batuecas. Nuestros aliados de gobierno, Convergencia y Desunión, estrenaron en el Liceo D.Q. con la Fura. ¿Y a qué cree su Señoría que corresponden tales iniciales? Cultura, Señoría, siempre cultura. Pero es que este Gobierno ha estrenado en el Real otro Quijote, el de Halffter. Y mire además su Señoría: ayudados, como siempre, por Gallardón lo vamos a llevar al mismísimo Berlín.
Así que qué mejor cosa que celebrar el centenario del Quijote comportándonos con naturalidad, siendo nosotros mismos. Poniéndole cada día cubierto en nuestras mesas. Porque cada uno de nosotros somos Don Quijote. ¿No está de acuerdo su Señoría?”. BECKMESSER.COM

DESDE VALENCIA
POCA vista tuvo Mayren Beneito cuando quitó la publicidad al diario «Las Provincias» como represalia a una información publicada por el mismo. Más aún si se considera que ya tenía encima al diario «Levante». Ahora ya son dos – los dos que hay- quienes quieren su piel. Y la cosa, aún con su importancia, es una de tantas que pasan en los medios musicales. Parece que un jefe escénico llevaba años contratando a través de una empresa que figura a nombre de un familiar muy próximo. Todos lo sabían pero miraban a otro lado porque les resolvía la situación. Y así hasta que a alguien le hicieron cosquillas y decidió mirar allí. Es lo que siempre, tarde o temprano, acaba por pasar. A mí me gustan los actuales planteamientos del Palau, sobreponderando la mejora de la orquesta a la contratación de relumbrones de un día. O la atención que se presta a la música de cámara.
Otra, con aún más poder, Consuelo Ciscar sigue, erre que erre, en enmendar la plana a Helga Schmidt. Llevó a la Fura a la Bienal antes que puedieran contratarla para el teatro de Calatrava. Y, programa que programa, no se ha rodeado precisamente de los agentes más fiables. Yo me andaría con pies de plomo. Claro que yo se donde piso y ella no. No es lo mismo eso que presentar a Zaplana mil personajes de la cultura.
Helga Schmidt ya va temiendo acabar como Ros Marbá en el Real: rellenando programaciones cada mañana, pasándolas a limpio cada tarde y echándolas a la papelera cada día siguiente. Zaplana le ofrece muy buenas palabras, pero los segundos de turno se encargan luego de las rebajas y de impedir que pueda estampar firma alguna en papel alguno. Y ni a Plácido le hacen caso. Si todo sigue así, habrá costado unos 150 millones al erario valenciano el mantener Valencia en el mentidero musical internacional y nunca mejor empleado el término.
Otra lucha se centra en el concepto de la nueva orquesta de la comunidad valenciana. ¿Se hará con músicos de la región -enchufe va, enchufe viene- , como quiere Ciscar, o con músicos de relieve internacional, como pretende Schmidt? O el futuro teatro cuenta con una buena orquesta o no irá ninguna batuta de prestigio a dirigirla. Y no sigo porque me estoy poniendo Moreno… y sin cremas. No es un chiste. BECKMESSER.COM

TERCERA VISITA
Estos días visitará el Real por segunda vez la Staatsoper de Berlín. De esta presencia encuentran información en nuestras páginas, yo voy a contarles nuevas que posiblemente no conozcan porque se trata de rumores fundados aunque sin confirmar. Barenboim vendrá una tercera vez. Lo iba a hacer con «Elektra» y «Wozzek». La primera obra se ha visto ya en el Real hace un par de años y con buenos resultados de crítica y público. ¿Qué sentido tiene alquilar otra producción de la misma obra? La segunda parece que finalmente no la podrán hacer ya que Chereau, su diseñador, podría haber negado su permiso por considerarla «vieja» para salir de Berlín. Así que nos iban a traer algo que su propio autor considera obsoleto. Y por otros cuatrocientos y pico millones.
Lo mejor del caso es que ninguna de las obras citadas tiene un coro amplio. Si los berlineses no hicieran descuento alguno respecto a lo percibido en sus visitas previas, la diferencia iría a su bolsillo. Y el ahorro de traer un coro no es nada desdeñable. ¿Se habrán percatado en el Real? ¿Por qué no forzar una ópera como «Lohengrin»? ¿O es que no hay capacidad de negociación y son los berlineses los que deciden todo?
Pero las preguntas del millón son otras: ¿Tiene realmente sentido pagar a una misma compañía unos mil cuatrocientos millones en tres años? ¿Esa suma no se podría haber empleado mejor en elevar los niveles de los cuerpos estables, de los directores invitados o incluso crear un taller? ¿O es que había detrás segundas intenciones? Si se trataba de estimular el aterrizaje de Barenboim al Real como director artístico, parece que se ha fracasado. Cambreleng acaba de declarar que las conversaciones han concluído insatisfactoriamente. Se dijo hace un año, en rueda de prensa, que se iban a presentar en Berlín tanto «Don Quijote» como «La señorita Cristina», ¿qué hay de ello? Quander dice que nada por el momento. ¡Qué primos somos! Y si el Real visitase Berlín, ¿sería en condiciones análogas a las de las visitas berlinesas a Madrid? Porque podría suceder que, para dar una ópera española en Berlín, se pagasen los más de cuatrocientos millones de la tercera visita y otro buen puñado por ir allí. Y ¿quién decidiría las obras españolas a llevar y con qué criterios?
Me parece que va siendo hora de que alguien nos dé explicaciones. Compañeros críticos, ¿no teneis nada que decir? BECKMESSER.COM

RETAZOS

Nueva polémica en el Teatro Real, que vendió más del 90% del aforo de un espectáculo de abono a una sola empresa. Inadmisible la respuesta del coliseo: lo fundamental es que se ganó dinero, que el banco en cuestión pagó más del doble de lo que valían las entradas en taquilla. ¿Qué hacer entonces con el directivo del banco que se ha ocupado del asunto? Mal servicio le ha prestado la respuesta oficial del Real, cuando habría que haber contado los servicios extra ofrecidos al patrocinador. Pues nada, señores del Ministerio de Cultura y Comunidad de Madrid, ya saben lo que hay que hacer con las ochenta funciones de abono de la temporada. A lo mejor las administraciones sacan fondos para la reforma de la justicia a cuenta de unas cuantas empresas incautas y de favorecer un cierto mercado negro oficial en el Real. Además, podrían haber añadido, los espectadores que adquirieron sus entradas por la vía normal estuvieron felices porque se les invitó a champagne y viandas. ¡Es que esta prensa no nos la merecemos…! Deben pensar sin duda. Y, ¿por qué pasó eso? Porque no se habían vendido a 16.000 ptas las entradas para ver una compañía que actúa en la Zarzuela o el Teatro de Madrid por la cuarta parte.
Pero a través de la prensa –de La Vanguardia– nos hemos enterado que el señor Caminal invitó al Liceo al mecenas billonario Alberto Vilar tras leer la entrevista que publicamos en nuestras páginas de El Cultural. Vilar ha quedado encantado y ha prometido volver en octubre para hablar de dineros. Y Cambreleng, a quien Luis G. Iberni y Gonzalo Alonso habían puesto las cosas como se las ponían a Felipe II, se quedó en la inopia. Porque, ¿cómo no se le ocurrió llamarles para que le proporcionasen el contacto?
Pero no queda ahí la cosa, se presentó la temporada, con títulos de cierto interés pero repartos de menor relieve. Nadie hasta hoy la había analizado y nadie hasta hoy ha advertido del abusivo aumento del precio de algunas localidades. Los de ciertas zonas han subido más de un 40% en dos años y para qué hablar de las localidades de estreno, a sesenta mil pesetas el par. Lo mismo que en Salzburgo sin ser Salzburgo. Más que en Nueva York, donde el público verá la misma Guerra y Paz que el del Real, por menos dinero y con Obraztsova, Grigorian, Hvorostovsky y Ramey. El público del Real no es frío, es un bendito inocente. Pero claro, los políticos de la comisión ejecutiva de estas cosas ni se enteran ni saben nada de nada. Con razón terminaba el último editorial de la revista Ritmo con la frase “zapatero a tus zapatos”. BECKMESSER.COM

DESDE CANARIAS
No están tranquilas las aguas canarias. Hace no mucho nos enterábamos de la posible suspensión del concurso de canto Alfredo Kraus, a punto de cumplir sus diez años, pero por las islas pasan otras muchas cosas.
Desde hace meses existe una situación tensa en la Orquesta de Gran Canaria, surgida tras un despido recurrido, declarado improcedente y hasta llevado a foros extranjeros. Gonzalo Angulo, junto con García Alcalde uno de los poderes musicales en Canarias, manejó la situación con la misma mano férrea con la que ha decidido mantener el concurso Kraus pese a quien pese, es decir, a Carmen Kraus.
Y, entre la «pecata minuta», se puede ver cómo todo un experto en periodismo como el citado García Alcalde cae, sólo por vanidad, en lo más antiperiodístico al escribir toda una página previa a un concierto a base de contar nota por nota la partitura de una nueva obra. Claro que más grave es que en las notas a uno de los programas de mano, firmadas por José Sampedro, se nos vertiesen opiniones de C.M. von Weber sobre un Stravinsky aún por nacer.
Pero a lo que hay que prestar verdadera atención es al porvenir del Festival de Canarias, con pocos abonos vendidos en su pasada edición y con la gran amenaza de un Enrique Rojas dispuesto a programar por todo lo alto y con imaginación el nuevo auditorio de Tenerife. Ese en el que no ha importado presupuestariamente que a Calatrava no le gustase el sitio inicial y lo cambiase por otro, obra empezada.
Rojas y Victor Pablo se separaron a raíz de una frustrada Tetralogía que el primero, gerente de la orquesta, había programado con Bishop en la Coruña en contra del parecer del segundo, el director musical. Victor Pablo se montó su Tetralogía con Gran Canaria y Rojas abandonó Galicia para volver a Tenerife en doble función y con plenos poderes. Rojas puede ser como un vendaval para Canarias.
Por lo demás da gusto ver como la Orquesta de Gran Canaria cultiva la educación musical de los niños con actividades planteadas como en ningún otro punto de España y a las que el Teatro Real parece haber vuelto por fin su mirada. Y da gusto que las temporadas de ópera renueven sus ambiciones. El aggiornamento no ha hecho sino empezar. BECKMESSER
MARCOS Y BUSTOS
No sé por qué motivo me tenían castigado desde hace semanas. A lo peor me vuelven a arrinconar tras estos comentarios. De mí no quedará un día más que un busto enmarcado.Por fin se presentó la próxima temporada del teatro Real, si se descuidan lo hacen cuando ya hubiese terminado. ¿Qué habrá pasado para tanto retraso? ¿Acaso estaba Duato presionando para ir dentro de ella? ¿Acaso se buscaba con qué sustituir esos «Payasos» y «Caballería Rusticana» dedicados a José Cura, a los que el tenor renunció para curarse en salud ante los tomates que le pudieran caer como bienvenida? ¿Acaso estaban negociando un acuerdo de última hora con Aquiles Machado, echado de un «Rigoletto» que cantará en Roma y San Sebastián, para que la temporada no empezara con un pleito legal? Y todo esto dirimido por un secretario de Estado, porque me aseguran fuentes de toda fiabilidad que los patronos del teatro se han enterado de dicha temporada por la prensa. Como por la prensa se enteraron de la creación de una Junta de Protectores del Teatro. ¡Ay qué nombre! ¿De quién le habrían de proteger? A mí sólo se me ocurre una respuesta: de los políticos, que por ellos pasa lo que pasa. Por ejemplo, que se hayan anunciado casi treinta direcciones de García Navarro cuando, y ojalá me equivoque, lloverán las cancelaciones una a una.
Les dije que sucesivamente les contaría muchas cosas de Sevilla, Valencia, Bilbao y otros muchos sitios, pero vista la que se ha armado en Andalucia con mi primer relato, donde conté amablemente la cuarta parte de lo que sé, me ando pensando si continuar con Valencia, con un jefe escénico investigado, con la sociedad que quiere crear José Luis Moreno para producir óperas, con el acoso y derribo de dos diarios a una popular pareja…
Vamos, que me quedo de momento en Madrid, en el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea entre embriones de nuevas partituras de los del clan del de siempre. Y vuelve, vuelve para estrenar una ópera en Alicante. Un contrato de la directora saliente, justo antes de salir, a quien le debía el cargo. Y muchas más. Volverá para dar opiniones, para desde la prensa intentar rehacer su poder y el de los amigos. Eso si antes sus editores, como sana medida de precaución, no se ponen en contacto con Doña Ana Pastor, exsubsecretaria de Cultura y siempre mano derecha del vicepresidente Rajoy, para que les dé a conocer el informe que decidió un sonado cese. A mi no me gustaría que usasen mi periódico para fines similares. Y en todo caso, si los editores miran al tendido, nosotros nos divertiremos próximamente con las nuevas artes decorativas, marcos y bustos, del cultural donde nací. BECKMESSER.COM

UN COMENTARIO A UN DESPROPOSITO
Nacho Duato ha sacado los pies del plato. El director de la compañía que más veces ha actuado en el Real se queja de que «no le tratan bien» y que «al Real la danza no le interesa». Lo segundo probablemente sea cierto, ya que no hay una política clara respecta a ella. Bueno, la hay: la del relleno. Los precios del ballet son una asignatura pendiente. Pero Duato es el menos indicado para quejarse y debería saber que cuando un «protector» abandona el cargo, pues se acabó la ubre. Cortés, su gran admirador, ya no manda en el Real y ahora la compañía no tiene tanto trato de preferencia como cuando se levantó toda una producción lírica para que se cumplieran las instrucciones del Secretario de Estado de Cultura: «Duato ha de bailar aquí cuando quiera y las fechas que le van bien son estas». Como ven todo viene de lo mismo: ¿Conocen ustedes algún teatro importante del mundo en donde los secretarios de Estado, los ministros de cultura o los presidentes de comunidades autónomas sean quienes programen, quienes digan qué se ha de ofrecer, por quienes y cuándo?
DESDE SEVILLA
No muchos creyeron que Sevilla tendría temporadas estables tras la Expo. Afortunadamente no se cumplieron los malos augurios y hoy es un hecho que el Teatro de la Maestranza se ha consolidado como uno de los puntales de la lírica en España, con una calidad en constante progreso.
Sus apenas 700 millones de presupuesto, bien administrados, dan para mantener una actividad todo el año a base de cuatro títulos líricos a cuatro representaciones por título, conciertos y recitales hasta un total de unos setenta espectáculos. La cifra se compara muchas veces a los 6.500 millones del Teatro Real con intenciones casi siempre perversas y es que, en términos absolutos, no son comparables. No lo son porque el mantenimiento de los locales no es el mismo, porque tampoco lo es la plantilla que requiere el Real para sus bastantes más actividades, porque dentro de la cifra madrileña se incluye el pago de orquesta y coro prácticamente estables, etc. Y, sobre todo, porque lo que realmente pone el erario público es menos de la mitad. No se pueden juntar peras con manzanas.
La Mestranza funciona bien porque hasta ahora han venido funcionando bien José Luis Castro y Piero Cuccia, directores general y artístico respectivamente. Las relaciones entre los responsables económicos y artísticos siempre son difíciles y la Maestranza no es una excepción, pero los resultados del dúo sevillano son muy positivos se mire por donde se mire. Para el teatro, para el público y hasta para ambos personalmente. Por eso no debería ninguno de ellos caer en las mil y una trampas que suelen tender esos terceros, envidiosos o con intenciones perversas, que siempre rondan.
Cuccia ha prescindido con frecuencia de los agentes españoles para tratar directamente con los representantes directos y eso ha de pasar necesariamente factura en el medio. Se critica en determinados círculos la presencia frecuente de su esposa, la soprano Patrizia Pacce, en los repartos, olvidando que tal vez fue la forma de compensar una remuneración tan exigua para el cargo como de unas 350.000 ptas brutas. Con el teatro asentado, ¿por qué no regularizar adecuadamente de una vez este absurdo?
El director artístico ha de ser el auténtico responsable de los repartos. La experiencia de otras componendas como las de «Puritani» -¡gracias que al menos se escuchó a Devia!- o «Traviata» deberían haber hecho reflexionar.
Por lo demás a Castro le llueven las ofertas para direcciones escénicas fuera de Sevilla gracias, en parte, a los contactos de la dirección artística. Así que, pelillos al mar, y a mantener esas buenas relaciones que han dado buenos resultados. BECKMESSER
APUNTE BREVE DE «GUERRA Y PAZ» EN EL TEATRO REAL
Una obra de grandes dimensiones que no es lo mejor de Prokofiev. Curiosamente es casi un musical en toda su parte dedicada a la «guerra», por su música más bien espectacular que de calidad y por su concepto escénico. La dirección de escena planteó una producción muy inteligente, justo contraria al reciente «Don Carlo», muy teatral, llena de acción, vistosa y no particularmente cara en decorados. De hecho ya habrán conseguido amortizarla con los teatros en donde se ha representado. El espectador asiste a ella embelesado, aunque acabe un poco hasta el gorro de tanta «guerra». Pasan muchas cosas y se cuentan bien, con un suelo giratorio que ayuda a fabricar escenas de gran belleza.
Los cantantes no superan la discrección, aunque físicamente no puedan dar mejor sus papeles. Natasha parecía Audrey Hepburn y Andrei Mel Ferrer. En el foso mejoraron las cosas tras el descanso. Hasta entonces podía haber estado allí cualquier orquesta y cualquier director. Era perceptible que se leía a primera vista una obra conocida pero no ensayada días atrás y quedó un tanto sosa. Gergiev lo advirtió, llamó a la entrega y logró cambiar el panorama. Al final queda la sensación de haber asistido a un «músico-cine». El primer día hubo seis minutos de aplausos, el segundo tres… ¿Qué público se ha hecho el teatro? BECKMESSER

ENCUENTROS EN EL NILO
Quienes me temen piensan que estoy en todas partes. No es para tanto, pero sí que he estado en el Nilo esta Semana Santa. Por unas horas me desplacé hasta Abu Simbel para recibir energías de Amon Ra. Me imbuí en la colosal estatua de Ramses II y recibí de frente la energía solar. Cuál no sería mi sorpresa cuando, de pronto, a mis pies, se postró admirado el sumo sacerdote Emilio Casares.
Me miraba tan alucinado que, cuando le pregunté «¿Qué haces aquí?», me contestó sin dudar: «vengo a descansar, a pensar cómo rentabilizar al máximo los escasos cien millones de que dispongo para todo el ciclo de actividades musicales de la Complutense». Ante duda tan existencial no podía quedar impávido y alguna idea le trasmití, tras lo cual Casares se refugió en la sombra de uno de los dos pórticos que tenía a mis pies y se puso a leer una novela. Para más detalles «El cabello de Beethoven».

La verdad es que el sol era cegador y la energía ha de recibirse lentamente, así que decidí cobijarme bajo el relativo fresco de uno de los cuatro arbustos que había a mi izquierda. Allí en donde los turistas saciaban su sed con las Cocacolas de un quiosco inmundo. Me tumbé sobre una de sus ramas y me dispuse a dormitar. Lo logré hasta que unas voces me sacaron de mis sueños de Alejandría. Provenían de un pequeño grupo al que no podía distinguir a causa de las hojas. Una de ellas me sonó familiar. Orienté mejor mis oídos y, ante mi sorpresa e incredulidad, la reconocí. Pertenecía, nada más y nada menos, que al faraón Juan, de la II dinastía Cambreleng. Allí estaba, bajo mi árbol, junto a su esposa e hijos. Rápidamente me volví a convertir en piedra. Para esta ocasión escogí a Hathor. Al poco se acercó, pero como dedicaba más atención a Nefertari, decidí cambiar de personalidad y por su boca le pregunté: ¿Cómo has llegado aquí, faraón Juan?». «En una joint-venture de Naviera Guadiaro y Operaciones Portuarias Canarias», contestome. No contentó proseguí: «¿Y qué haces aquí?». Él respondió: «Vengo de incógnito a buscar vestuario para la reposición de Aida en el Real. Me colgarán si se enteran que era alquilado y cada vez que volvamos a representarla hay que pagar más de cien millones. Y todo por los líos de Hugo de Ana y Tirelli». «Paciencia, Juan, no te ahogues que también vas a tener que viajar a Flandes a por trajes para Don Carlos» le consolé. ¡Qué mal repartido está el mundo! pensé. Pero Casares y Cambreleng, en el Nilo, con un mismo problema de cien millones, pero concepto bien diferente.

No, no estoy en todas partes, pero esta Semana Santa estuve en el Nilo, en Salzburgo, en Munich, en Sevilla, en Valencia, en Bilbao, y en Canarias como les iré demostrando. BECKMESSER.COM

QUIÉN ES QUIÉN
(con los nombres)
El joven y osado director que reunió en su casa a gente tan indocumentada como Ruíz Gallardón, Rosa Torres Pardo, Andrés Tarazona o Gonzalo Alonso para explicarles la «Cuarta Sinfonía» de Chaikovsky? (Pedro Halffter)
La gerente de un proyecto al que bombardean por todos lados y que, cada vez que visita Madrid, se aloja en el Ritz. Se lo critican mucho pero ella dice que paga la diferencia respecto a un hotel menos pomposo. (Helga Schmidt)
La soprano española que respondió a una impertinente observación de un supuesto -y nada más que supuesto- parecido con Victoria de los Ángeles que «soy como ella, pero con agudos». (María Bayo)
El argentino que va presumiendo de que ayudó a Aznar proporcionándole contactos en su Buenos Aires querido y que por eso ahora está en Madrid, entre bastidores pero con mayores aspiraciones. (B.Alonso, dtor técnico del Real)
El único cargo de subsecretario en comunidad autonómica alguna, mujer para más detalles, que lo es por haberle presentado a su presidente casi mil personajes de la cultura local. (Consuelo Ciscar)
El juez que fue capaz de presentarse en el Real, durante el «Don Carlo», para encausar a Felipe II por atentados contra la humanidad, a Éboli por acostarse con el monarca y al infante por instigar a la subversión. (Garzón)
Aquél a quien de verdad calienta la silla Cambreleng, que se sentará en ella en cuanto se lo proponga con sólo abrir la boca en el sitio adecuado, que lo sabe y que sabe en qué momento lo hará. (Plácido Domingo)
El o los que están escribiendo a marchas forzadas, en la oscuridad de unos Albericos cualesquiera, tanta obra de Albeniz como de pronto nos están descubriendo. (Ya me gustaría saberlo a mí)
Él o los que se quieren hacer ricos con ello. (Lo mismo digo, aunque tengo mis ideas)
El compositor que más obras estrenó y programó el pasado año según el libro que acaban de publicar Pilar Gutiérrez y Cristina Marcos, titulado «15 Años de estrenos de música, 1985-1999». (Tomás Marco)
El compositor que en rueda de prensa declaró que «los funcionarios no hacen nada por la mañana y por la tarde lo pasan a limpio». (Cristóbal Halffter)
El intendente de un primer teatro europeo que dio en la diana al contestar a la pregunta de por qué Bocelli no cantaba allí «Es que tenemos un problema de comunicación: él no nos ve y nosotros no le oímos».(Holländer, dtor de la Ópera de Viena)
El teatro cuyo jefe de escenario está causando un gran quebradero de cabeza a la pareja que lo gerencia por sus discutibles contrataciones a tarvés de una empresa familiar. (El Palau valenciano)
El otro joven director, hijo también de famoso, que aparcará la batuta para hacerse cargo de cierto festival gallego que no logra levantar cabeza por más que cada año lo dirija alguien diferente. (Alexis Soriano) BECKMESSER.COM
PARALELOS Y DIAGONALES
España ha pasado de la penumbra a ser una país en el que la actividad operística permite comparaciones y análisis. En tan sólo una semana hemos disfrutado de «Lucrecia Borgia» en Bilbao, «Cuentos de Hoffmann» en Sevilla, «Don Carlo» en Madrid e incluso de otras producciones más modestas como «Lucia di Lammermoor» en Valladolid. De Sevilla y Madrid se pueden sacar algunas impresiones.
Las dos producciones ofrecen polos opuestos de aproximación a la dramaturgia. Hugo de Ana, es el de un hombre de la escenografía que se adentra en el teatro partiendo de los decorados. Gian Carlo del Monaco, es un hombre de teatro que se sirve de las ecenografías para reforzar la teatralidad. Los resultados han de ser naturalmente diferentes.
El «Don Carlo» madrileño admira por la monumentalidad de decorados como los del cuadro del auto de fe o la escena final en Yuste, que impulsan al público a aplaudir al modo del Met neoyorkino. Es una reacción que siempre gusta allí a los patrocinadores privados, que ven bien empleado su dinero y es una reacción que gusta aquí a los políticos que ven justificada su gestión. De este «Don Carlo» se pueden hacer fotos bellísimas, porque su plástica es inagotable. Sin embargo sus aspectos teatrales son más discutibles. No se trata ya de cambios como el hurto del auto de fe y su sustitución por la Semana Santa sevillana. El coro canta a los herejes que se inmola en Atocha mientras la escena presenta a la corte adorando el Santísimo en una iglesia. La misma estatua de Carlos I en el final, copia de la del Prado, es tan inmensa y se coloca tan en primer plano que parece una falla. No, lo más importante es la ausencia de drama en los planteamientos escénicos. Por eso la crítica, casi siempre huidiza, ha mencionado la palabra frialdad. No existen las diagonales y los movimientos son antiguos. Es tónica general salvo en la magníficamente resuelta escena de la biblioteca. Los «Cuentos de Hoffmann» sevillanos ofrecen el contrapunto de tres paredes negras vacías, unas cuantas sillas y poco más. Con sólo eso, del Monaco crea un drama escénico que llega al corazón y emociona, aunque cierto es que se echa de menos un mayor poder decorativo en escenas como la de Venecia, un tanto pobre. Lo dicho, dos trabajos muy notables y bien diferentes.
¿Funcionaría teatralmente este «Don Carlo» sin sus decorados? Los «Cuentos» funcionan sin ellos. ¿Se justifica hoy día el enorme coste de la producción verdiana? ¿Será rentable su reposición con vestuario de alquiler? ¿Qué razón hay para que en cuatro años se hayan encargado dos producciones al argentino y sólo una, la exitosa «Boheme», la única que el Real ha logrado colocar fuera, al italiano? Que alguien me ayude a aclararlo. BECKMESSER
MIRÁNDOME EL OMBLIGO O LOS PRINCIPIOS FUNDACIONALES
Permítanme sentirme hoy nostálgico y satisfecho a la vez y que dedique este espacio a celebrar una doble onomástica. El 25 de marzo de 1994 nacía esta columna en las páginas de ABC Cultural. Desde entonces he estado con ustedes dos o tres semanas todos los meses. Primero con ABC los sábados y luego los viernes, más tarde los domingos con La Razón y ahora los miércoles con El Mundo. A pesar de mi carácter titiritero, ustedes me han seguido semana a semana, año tras año y no puedo menos que agradecérselo. Por eso les voy a contar mis principios fundacioneles.
Nací, como podían imaginarse, en Munich. Wagner me inventó para sus «Meistersinger» como aquel que, de forma un poco reaccionaria, anotaba en una pizarra las faltas que cometían en su canto los aspirantes a ingresar en la cofradía. Pero mi personaje, un jefe de policia codicioso y mal bicho, era también su venganza contra el crítico Hanslick. En aquella ciudad, con unas buenas jarras de cerveza en las manos, me reinventaron para zaherir las muchas faltas de nuestro mundo musical con un poco de ironía, que empezaba humorísticamente por mi propio nombre.
Ironía y humor en la forma, pero seriedad en el fondo de las cuestiones a tratar. En estos siete años no me han dejado cometer apenas errores. Y es que también hay un Gurnemanz que vela por los valores sagrados: la pureza de las informaciones y la justicia en los tratamientos.
He derribado altos bastiones y alzado algunas torres. Me ha ganado enemigos peligrosos y amigos lectores. Si aguanto tras siete años es porque desde la etereidad de mi existencia anónima no me ha guiado nunca interés personal alguno. Vivo en la música pero no de ella, para la música pero al margen de ella. Estaré con ustedes mientras siga sintiendome libre.
¿Y cuál es mi satisfacción? Simplemente ustedes, mis lectores de estas líneas y los que teclean en sus ordenadores el «www.beckmesser.com». Esta semana hace justo dos años que estoy en la red y cada mes aumentan las entradas. Las cuatro mil actuales para un rincón de política y crítica musical son una cifra que enorgullece, máxime cuando el 95% son visitas directas. Los aficionados han descubierto que a través de esta web gozan de ventajas de información y opinión respecto a sus amigos y los profesionales de la música respiran aliviados cuando comprueban que su nombre no aparece por lado alguno. Supongo que las visitas institucionales -Moncloa, los ministerios de Cultura o Administraciones Públicas, departamentos culturales de comunidades autónomas y ayuntamientos, etc- encuentrarán ayuda para sus decisiones. Esas y no otras ha de ser las satisfacciones de un columnista. BECKMESSER.COM
PINCELADAS DEL DON CARLO DEL REAL
El público quedó admirado ante la belleza, frialdad, opresiva luz y grandiosidad de los decorados. Tanto como para aplaudir al iluminarse la escena de un auto de fe que, de otro lado, nos fue hurtado para ofrecer en su lugar un extraño mejunje. Absolutamente espectacular la producción del Real. Veremos cómo se reduce para que entre en los escenarios de Genova y Florencia que lo han coproducido. Recordemos que «Aida», también de Hugo de Ana, no cabe en lado alguno.Veremos también cuándo se repone en el Real, puesto que se ha vuelto a tropezar en la misma piedra: el vestuario ha sido alquilado a Tirelli y cuesta un porrón cada vez que se le pide. Es la razón por la que aún no hemos vuelto a ver «Aida», tal y cómo les conté hace ya más de un año. Pero claro, estas son cosas que mis amigos críticos no huelen.
Admirables decorados, pero mucho menos admirable la regia. Salvo en la muy bien resuelta escena de la biblioteca con los dúos entre Felipe II y el Gran Inquisidor y entre Isabel y Éboli -dónde se acierta perfectamente a reflejar los conflictos personales- el resto peca de antiguo. Es una gran foto, pero poco más, con fallos notables desde el punto de vista teatral -posiciones de los intérpretes que han de escoger entre cantar al público o hacer creíble la escena, mal solucionada la aparición en la prisión del Inquisidor, etc- y es que se observa claramente que de Ana viene del mundo de los decorados, no del teatro.
Vocalmente pasaron los tiempos de los cantantes que menciona nuestro amigo Gonzalo más abajo y hemos de contentarnos con lo que hay. Hemos de contentarnos con Scandiuzzi como Felipe II. Resuelve pero no admira. Hemos de contentarnos con la Éboli de Sebrón, que recuerda de lejos a Bumbry. Hemos de contentarnos con un Hvorostovsky que no entra en el personaje. Hemos de contentarnos quizá con Fantini, de voz bonita y musicalidad, pero claramente insuficiente para el papel desde el «Giustizia, Sire» hasta el dúo final. Sin embargo no tenemos por qué contentarnos con un Inquisidor incapaz de imponer respeto por falta de contundencia vocal o un Carlo que no posee línea alguna de canto, que desafina y que encima lo hace en forte.
Musicalmente abunda la flojedad. Allemandi tiene nivel para otros lares españoles, pero el Real y «Don Carlo» han demostrado ser hueso duro de roer. La dirección es sólo practicona. No hay más criterio en los tempos que los que precisa Lima para salir adelante. Acompaña, no dirige y, por tanto, no puede crear tensiones musicales ni emocionar. Era muy difícil sustituir en el último momento, en pleno año Verdi, a batuta y tenor, pero en un teatro debe existir la previsión y más cuando ambas sustituciones eran más que probables.
Me encantaría volver a ver esta producción, dentro de unos años, con una batuta con clase, unos cantantes de mayor adecuación y una regia reelaborada por un auténtico hombre de teatro. Los tenemos en España y se hace en muchos teatros. BECKMESSER

DE ENFERMEDADES E INDECISIONES
Ya sabemos que el mundo de la música está tan enfermo como los demás, pero estos días también están enfermos varios de sus protagonistas. Teresa Berganza se sintió aquejada de ese virus extraño, de altísimas fiebres, que ronda por doquier. Tras cuatro días con cuarenta y dos se acaba hecho puré. Hecho puré y bastante peor que Amfortas terminaba cada «Parsifal» el maestro García Navarro que, a mi modo de ver, realizaba un esfuerzo muy superior a lo que debería, por lo que me reconforta la dosificación iniciada. Frank-Paul Decker tuvo que suspender su último concierto con la RTVE a causa de una grave enfermedad y a Claudio Abbado ya le espetaron la pregunta impertinente de turno: ¿es cierto que está usted gravemente enfermo? En las respuestas se refleja la grandeza de cada cual y la de Abbado es mucha: «Sí, pero conozco el mejor remedio para mi enfermedad: hacer música». No enfermo, pero sin un ojo puede acabar más de uno en el Auditorio de Las Palmas. A un político de muy corta vista se le ha ocurrido colocar unos cangrejos en las balaustradas de las escaleras cuyas patas y antenas son de un peligro extremo.
Ningún peligro se ve nunca desde el Ministerio de Cultura, donde nadie sabe nada y nadie decide. Todo pasa a la mesa de la ministra y esta da buenas palabras pero largas. El ballet Nacional se mareó de tanto bailar. La ONE sin titular porque, sólo por poner un ejemplo, Frühbeck lo puede ser en la RAI pero no en la ONE. Aquí, emérito, es decir cobrando y decidiendo pero sin responsabilidades. En el Real tampoco decide qué hacer al término del contrato de García Navarro a pesar de la carta que envió el maestro. O sigue él o ya debería haber alguien nombrado para ir trabajando en comandita las programaciones de más allá del 2002. ¿Acaso piensan que va a aceptar venir alguien con todo atado? Y me entra la risa por no llorar, porque Alfredo Aracil está en Granada esperando el nombramiento de un sucesor a quien pasarle los trastos y lleva camino de tener que aceptar una prórroga forzosa por falta de decisión del Ministerio. Yo creía que a los políticos les pagábamos por decidir, pero veo que no, que les pagamos porque se sacrifiquen por nosotros en la tabla de Zalacaín, Horcher o Jockey. Otro tanto sucede en la Generalitat valenciana, con Helga Schmidt entre furias. Porque hasta a sus supuestas Furas para una supuesta «Tetralogía» y para “Luna” va Consuelo Ciscar y las contrata para su bienal, meses antes, para chafar a la rival.
Y un palo final: ¿Cómo es posible que Shicoff vuelva a dejar plantado al Real, con un compromiso por en medio y teniendo el mismo agente que García Navarro? Todo porque le pagan el doble en Japón. Bastaría con decir a su agente que o lo arreglaba o ninguno de sus artistas pisaba el teatro en un año. No, señores, nada me parece hoy serio. BECKMESSER.COM

PARSIFAL
TRIUNFO TOTAL DEL APARTADO ARTÍSTICO EN PARSIFAL. GARCÍA NAVARRO DIRIGIÓ ESPLÉNDIDAMENTE LA DIFÍCIL PARTITUR, COMBINANDO LA CONCENTRACIÓN CON LA TENSIÓN. LA ORQUESTA Y LOS COROS SONARON COMO EN LOS MEJORES DÍAS Y EL REPARTO CUMPLIÓ AMPLIAMENTE LO ESPERADO, CON UN DOMINGO EN ESTADO DE GRACIA. PUNTUALIZACIONES PODRÍAN HACERSE SOBRE LA FALTA DE DOMINIO PSICOLÓGICO DE BALTSA PARA KUNDRY O SU LIMITACIÓN EN AGUDOS EN EL DÚO. IGUALMENTE SOBRE EL CANSANCIO VOCAL DE GRUNDHEBER, PERO ESTE PARSIFAL NO TIENE NADA QUE ENVIDIAR A LOS MEJORES QUE SE HAGAN POR EL MUNDO, BAYREUTH O MUNICH INCLUÍDOS. Y EL PÚBLICO LO SIGUIÓ EXTASIADO, SIN TOSES NI RUIDOS.
ALGUNOS APOSTARON PARA QUE PARSIFAL INAUGURASE EL REAL, CON ORQUESTA, COROS Y DIRECTOR EXTRANJERO. AHORA PARSIFAL HA LLEGADO AL TEATRO CON SUS PROPIOS CONJUNTOS Y, POSIBLEMENTE, A NO INFERIOR NIVEL AL QUE HUBIERA HABIDO ENTONCES. SIN DUDA UN ÉXITO.
OTRO CANTAR ES EL APARTADO ESCÉNICO Y, MUY CONCRETAMENTE, EL TÉCNICO. GRÜBER, DIRECTOR DE ESCENA DE LA PRODUCCIÓN, QUEDÓ TAN PROFUNDAMENTE INSATISFECHO DEL TRABAJO TÉCNICO QUE TOMÓ LAS DE VILLADIEGO UN DÍA ANTES DEL ESTRENO, ADUCIENDO QUE NO ERA LO PACTADO. POR ESO NO PUDO SALIR A SALUDAR. UNA DE LOS DÍAS TUVIERON QUE LLAMAR A CAMBRELENG A ALTAS HORAS DE LA NOCHE PORQUE LA COSA NO ACABABA DE FUNCIONAR. LA LISTA DE DESATINOS TÉCNICOS ES AMPLIA: FALTA DE COMPETENCIA DEL NUEVO DIRECTOR TÉCNICO -QUE QUIERE SERLO ARTÍSTICO- ENFRENTAMIENTO ENTRE DOS BANDOS, ETC. UNA PENA PORQUE EL ESTUPENDO TRABAJO DESARROLLADO POR TAMAYO SE ESTÁ VINIENDO ABAJO ANTE EL DISGUSTO DE GRAN PARTE DE LOS PROPIOS TÉCNICOS DEL TEATRO. MANUEL FONTANA, DEL EQUIPO ANTIGUO, ESTÁ RESOLVIENDO DE MOMENTO LAS PAPELETAS. EN PARSIFAL NO FUERON DE RECIBO NI LOS MOVIMIENTOS DE LOS ÁRBOLES, A LOS QUE HUBO QUE EMPUJAR PARA QUE INICIASEN EL MOVIMIENTO -LAS RADIOFRECUENCIAS SE SOLAPABAN-, LOS TRASLADOS DE TITUREL Y EL RESTO DE ELEMENTOS DEL TERCER ACTO A BASE DE CABLES VISTOS, ETC…
ESTA SITUACIÓN SE HARÁ POSIBLEMENTE INSOSTENIBLE EN

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