Crítica: Un cuarteto exacto para Messiaen, en el Liceo de Cámara del CNDM
Un cuarteto exacto para Messiaen
Obras: Piezas op. 5 de Berg, Sonata de Ravel, Epigramas de Carter, Cuarteto para el fin del tiempo de Messiaen. Intérpretes: I. Faust, J. Widmann, J. G. Queyras, P. L. Aimard. Liceo de Cámara. 30-X- 2025.

Widman, Aimard, Quyras y Faust. Foto: Rafa Martín
No sé antes, cuando Yvonne Loriod o Daniel Barenboim, pero hoy, no puedo imaginar mejores intérpretes del Cuarteto para el fin del tiempo, o “de los tiempos”, como a menudo se nombra en español. Pierre-Laurent Aimard es el primero de los actuales messiaenistas, además de ligetista, beethovenista y muchos istas más. Tardaré en olvidar su Hammerklavier.
Es, en realidad, un maestro vidriero: de su piano surgen colores nitidos, pero repletos de luz y forma, como las vidrieras que deslumbraban a Messiaen y resonaban, sentido por sentido, en su oído. Aimard condujo a sus tres colegas por el camino de una expresividad última, trascendida y sonriente. Este cuarteto me hace pensar siempre en el episodio de la transfiguración, cuando Jesús se vuelve todo él luz y Pedro alucina: ¡qué bien se está aquí!, ¡plantemos unas tiendas…!
Los cuatro velaron sus armas antes de entrar en Messiaen. Jörg Widmann tocó las juveniles “Cuatro piezas op. 5”, que tienen ya la urgencia expresiva del Berg adulto. En el pianísimo final, Widmann anticipaba los del “Abismo de los pájaros”, que nos sedujeron luego sin necesidad de énfasis. Isabelle Faust y Jean-Guihen Queyras exhibieron musicalidad en la Sonata para violín y violonchelo de Ravel: polifonía moderna y puro gozo de sonar. Con Aimard tocaron los asombrosos Epigramas de otro disfrutón: el más que centenario Elliott Carter. Juego del escondite, gracia casi mozartiana.
Es un programa exquisito que estos cuatro musicazos llevan un tiempo girando por el mundo y el CNDM ha traído ahora a Madrid.


























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