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Por Publicado el: 06/10/2025Categorías: Actual, Noticias y maldades

El salvavidas de Arabia puede no ser suficiente para el Met

 

Hace un par de semanas, el Met de Nueva York anunció un acuerdo de colaboración con la nueva ópera de Arabia Saudí que le serviría para aliviar sus maltrechas finanzas. Aunque los términos absolutos del contrato no se han revelado, el “New York Times” cifró en doscientos millones de dólares el montante total de una operación que, básicamente, consistiría en trasladar la actividad del coliseo norteamericano al recinto saudí, durante un par de semanas al año, para representar allí algunas de sus montajes de los títulos más populares.

El salvavidas de Arabia y el metropolitan-opera

El Metropolitan encara una de sus peores épocas financieras en tiempos recientes

Pero esa notable cantidad, que aseguraría en buena medida el funcionamiento de una compañía lírica en cualquier otra parte del mundo, repartida entre los años 2028 hasta el 2032, cuando se desarrollará el convenio, se quedaría en unos 25 millones por temporada, lo que representa solo entre un 7% y un 8% del presupuesto anual del Met: una cifra estimable, pero insuficiente para sanear sus cuentas, según acaba de desvelar ahora otro medio estadounidense, el “Wall Street Journal”, más familiarizado con los grandes números.

Para el WSJ, los problemas del Met, que acumula déficits temporada tras temporada, (por lo que ya ha tenido que retirar más de cien millones de los 306 con los que contaba para su fondo de emergencia cuando Peter Gelb, su actual mánager, se hizo cargo del teatro), no se resuelven con recortes o más austeridad.

Resulta indispensable contar con nuevas fuentes de ingresos, y la aportación árabe, aunque sustancial, sería solo un parche para lograr hacerle frente a sus inasumibles costes laborales: se comen dos tercios del presupuesto anual de 330 millones de dólares del Met, cuando el resto de los teatros líricos norteamericanos, con recursos muy inferiores (90 millones en el caso de San Francisco, por debajo de 40 en los de Houston, Dallas, Santa Fe o Washington) destinan a este crucial apartado menos de la mitad de sus gastos (alrededor de un 40%): una política más sensata para los analistas de riesgos.

Con un público menguante para sus óperas (habría que analizar las razones) y el caballo de Troya de las proyecciones cinematográficas en declive (la venta de entradas se ha desplomado después del COVID); sin apenas aportaciones públicas, y el decreciente interés mostrado por donantes privados que solo sacan la chequera, “in extremis”, cuando resulta ya inevitable: para tapar este u otro agujero a corto plazo, pero nunca con la intención de formar una hucha que le permita vislumbrar el futuro con cierto optimismo, el horizonte del primer teatro de ópera norteamericano se presenta muy complicado pese la trompetería de estos últimos días.

La aportación saudí es un precioso, e inevitable, salvavidas que el Met ha debido aceptar mirando hacia otro lado sobre la peliaguda cuestión de los derechos humanos que tanto parecen preocuparle en otros casos (la guerra de Ucrania: se ve que Rusia no les ha hecho ningún donativo…). Pero insuficiente, según relata el WSJ, si no encuentra la manera de contener, y sobre todo de rebajar, el déficit generado, en buena medida, por sus mastodónticos costes laborales.

En esta tarea no parecen contar con el beneplácito de los quince sindicatos que ofrecen cobertura a los tres mil empleados de la institución musical: “Ustedes sigan explorando vías como la de Arabia, ese es el buen camino, pero a nosotros no se les ocurra tocarnos”, ya han dicho (la solidaridad de la clase trabajadora con los inmigrantes que laboran en los países del Golfo, en condiciones no siempre ideales, también tiene sus límites). Habrá que esperar a los próximos acontecimientos para ver qué es lo que Gelb prepara ahora para terminar de salvar a su teatro.

 

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