La Mancha celebra el Quijote de Manuel García
A Don Quijote le gustaban Mozart y Rossini, no los molinos
“Don Chisciotte” de M.García. R.Müller, J.Galán, C.Obregón, J.J.Frontal, M.Beltrán, J.Plazaola, S.Munc, M.Pardo, J.P.García Marqués,etc. Orquesta de Cámara Galega y Coro Intermezzo. G.Tambascio, dirección escénica. J.Ruiz, escenografía y vestuario. J.de Udaeta, dirección musical. Teatro Municipal de Tomelloso. Ciudad Real, 12 de noviembre.
Por una vez los críticos hemos tenido nuestra importancia. No sólo por habérsenos reservado las mejores entradas sino porque fuimos causa del retraso de casi media hora en el inicio de la función, o mejor lo fue el conductor del autobús que nos llevó. Por una hora anduvimos tan perdidos en un lugar de la Mancha como Don Quijote. Por ello apenas nos dio tiempo a apreciar el excelente teatro de Tomelloso, de algo menos de setecientas localidades, pero unas dimensiones de escenario y, sobre todo, altura de peine sorprendentes. ¡Qué pena que estas obras civiles tengan después tan escaso uso!
Aunque todos estábamos para la recuperación de “Don Chisciotte”, lo cierto es que Sonsoles Espinosa, léase señora de Zapatero, se llevó el gato al agua, allí y en los periódicos. Todo por una aparición de apenas tres minutos en el acto primero y otro par de ellas en el segundo, donde buscó el protagonismo de saberse quién es, llegando a ser ella quien invitase al escenario para saludar a algún otro artista compañero. Pero, en fin, para muchos debía tener su morbo el ver a la señora del Presidente arrastrándose por los suelos vestida ora de campesina, ora de noble. El sevillano Manuel García (1775-1832), fundador de una legendaria familia en la que destacaron las cantantes Pauline Viardot y María Malibrán e inventor de una, aún hoy, admirada técnica de canto, tuvo también que luchar contra los cinco goles de España y los miles -¿un millón?- de los españoles a la LOA. Pero su música pudo con todo ello a pesar de que entre el personal de esta producción no hubiese una costurera decidida. ¿Quién perdió las tijeras? El entusiasmo perjudica el trabajo admirable de Susana Lozano, Emilio Casares, Juan de Udaeta, Gustavo Tambascio, etc. Decididamente hay que prescindir de un montón de compases.
No se sabe a ciencia cierta cuando se estrenó, si es que se llegó a ello, esta curiosa ópera basada en el lío amoroso entre Dorotea, Fernando, Luscinda y Cardenio correspondiente a los capítulos 20 y 21 de Cervantes. Se habla de París y, más posiblemente Nueva York, donde trabajó la familia varias temporadas. García no sólo era cantante, sino también empresario. En consecuencia conocía la importancia de hacer caja y deja claro en esta partitura de que sabía como lograrlo. No rehuye de citas y homenajes. Las primeras notas tras la obertura, nos llevan a la llegada del Comendador a la cena de Don Giovanni (1787) e inmediatamente al “Ehi di casa!” de Almaviva en “El Barbero de Sevilla” (1816). Los temas de esta última abundan y hasta discurre paralelo el final del primer acto. Música a medio camino entre Mozart y Rossini, con algún recitativo donizettiano y un cierto aderezamiento español, que resulta amena, pero también extraordinariamente predecible. Se puede seguir su canto sin conocerlo previamente. Hay números muy bellos, como el dúo barítono-soprano, un cuarteto o varios concertantes, además de arias nada cómodas, sobre todo por el largo tiempo que los cantantes han de estar en escena. De ahí que Marina Pardo tuviera un desfallecimiento y por unos minutos fuese sustituida escénicamente por Cecilia Lavilla o que el tenor Manuel Beltrán se quedase sin voz cuando cantaba “El fatal, tremendo instante”. ¡Tijeras, señores! Los cantantes también lo agradecerán. El segundo acto contiene tantos números potencialmente finales que parece no acabar nunca. Cuatro horas son demasiadas pero, todo hay que decirlo, el público de Tomelloso las llevó, no sólo con gran educación, sino con auténtico entusiasmo. La Mancha está sedienta, también de ópera.
Hubo de todo en la interpretación, sobresaliendo muy positivamente el barítono Javier Galán –de voz muy bien proyectada-, el tenor Jon Plazaola en sustitución a Beltrán en el segundo acto –timbre atractivo y seguridad arriba-, un recuperado José Julián Frontal con la voz a punto y Cristina Obregón. Rufus Müller defendió solventemente el papel protagonista, aunque con algunos momentos de peligro.
Se trabajó mucho, pero con un poco más de ensayos se habría evitado algún traspiés instrumental de una orquesta dirigida con vivacidad por Juan de Udaeta, otra afortunada recuperación. Gustavo Tambascio diseñó, con la ayuda de Jesús Ruiz en la escenografía y el espléndido vestuario, un espectáculo que supera las debilidades del libreto. Lo abre un video de Teresa Berganza simulando ser la mezo Viardot, informando sobre el compositor y su familia y recordando el viaje a Nueva York. Durante la obertura atraca el barco, cuyos mascarones serán después decorado en toda la ópera. ¿Un homenaje a las secas Lagunas de Ruidera? Opta por la combinación de épocas y el alejamiento manchego en una lectura desubicada en tiempo y espacio, que funcionará aún mejor cuando, tras recorrer Albacete (día 15), Puertollano (17) y Valdepeñas (19), recale en Sevilla, allá por abril, convenientemente reducida en una hora. El esfuerzo de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y Empresa Pública Don Quijote de La Mancha 2005 realmente ha merecido la pena para dar a conocer una obra española de indudables méritos y, lo que no es menos, demostrar que en ciudades pequeñas se puede hacer bien ópera y el público disfrutar de ella. Gonzalo ALONSO