Brahms y Wittgenstein inspiraron al mayor autor español de “hits”
Brahms y Wittgenstein inspiraron al mayor autor español de “hits”
A Manuel Alejandro, el compositor de algunos de los mayores éxitos de la música popular en español, y al que hoy parecen reivindicar artistas líricos como el tenor Ismael Jordi, que incluye algunas de sus canciones en los recitales, le interesó, desde muy temprano, la filosofía.

El cantautor jerezano Manuel Alejandro
En una ocasión, tenía en la mesa la partitura del célebre Concierto para la mano izquierda de Maurice Ravel. Se la había proporcionado su padre, porque como el futuro músico había sufrido una grave lesión en el codo, esperaba que cuando algún día se recuperase pudiera, al menos, interpretar la obra que el compositor francés de origen vasco concibió para Paul Wittgestein.
Cuando el profesor particular de Manuel Alejandro observó el apellido impreso en aquella partitura, le comentó a su pupilo que aquel hombre, miembro de una distinguida familia vienesa, era el hermano del filósofo Ludwig Wittgenstein. Y el chico pidió inmediatamente poder leer algo del también matemático.
Así fue como en manos del futuro modesto muñidor de canciones conocidas cayó el “Tractatus logico-philosophicus”, uno de los mayores hallazgos de la filosofía contemporánea, de no escasa complejidad. Manuel Alejandro no se arredró ante el envite y, a partir de entonces, se forjó su interés por los más encumbrados pensadores, que añadió al que ya tenía por otras lecturas de poetas que le servirían de inspiración para sus propias obras.
Como le ocurriría, también, con las creaciones de los principales compositores. De su particular devoción por Brahms, concretamente de la Balada en sol menor op. 118, número 3, surgiría “Es el viento”, una canción para Nino Bravo, la primera que grabó quizá la voz más importante entre las masculinas españolas en su género.


























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