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La importancia de los decibelios [Tosca, Liceu, segundo reparto]
Por Publicado el: 21/03/2014Categorías: Crítica

Cedolins: una puerta a la esperanza [Tosca, Liceu, Tercer reparto]

Cedolins: una puerta a la esperanza

TOSCA (G. PUCCINI)
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 19 Marzo 2014.
Tercer reparto.

Sigue la producción de Paco Azorín, sobre la que no tengo nada que añadir a lo escrito en días anteriores.

La dirección musical de Paolo Carignani ha seguido también en la buena línea de los días precedentes, aunque pudiera parecer que el volumen orquestal era mayor en esta ocasión. Fue más un puro efecto, debido a la falta de consistencia de alguna de las voces
en el escenario.

Volvía al escenario del Liceu Fiorenza Cedolins, esta vez como Floria Tosca. Han pasado ya 14 años de la primera vez que la vi en escena (por cierto, en una Tosca) y tengo muy vivo en el recuerdo la magnífica impresión que me produjo entonces. Aquella impresión se vio refrendada en otras ocasiones en los años siguientes, convirtiéndose en la soprano más interesante del panorama lírico en el gran repertorio italiano. En aquellos años se produjo también su exitoso debut en Barcelona, donde contaba y sigue contando con legión de admiradores, que siempre le demuestran su cariño.

Hace unos 8 años comenzaron sus problemas de salud, que afectaron de manera importante a su voz, haciendo que Fiorenza Cedolins pasara de ser la gran soprano italiana a simplemente una soprano más. Siempre deseo para estos cantantes que han vivido esta desgracia que se recuperen plenamente y siempre acudo a sus actuaciones con la esperanza de que dicha recuperación tenga lugar. Hace dos años, con motivo de su última actuación en Barcelona, quise ver alguna mejoría en su voz, lo que abría la puerta a la esperanza. Desde entonces no la había visto, pero sí me habían llegado noticias de que  había mejorado.

Tras la Tosca que nos ocupa tengo que decir que, efectivamente, Fiorenza Cedolins está en mejor estado vocal, pero de manera parcial.  Lo que ha mejorado es su centro, que tiene mayor volumen y consistencia, lo que le permite afrontar de manera más convincente el gran repertorio. En cambio, sus notas graves siguen siendo insuficientes y la zona alta no ha recuperado el brillo y amplitud que tuvo en su día. Aquel tercio agudo que se abría de manera espectacular, cuando era necesario, sigue siendo un recuerdo del pasado. Nada me alegraría tanto como ver que esta mejoría  fuera un hecho y que recuperáramos a aquella gran soprano de hace 10 años, pero todavía no estamos
ahí, ni creo que nunca estaremos.

Su Tosca fue convincente en escena, llena de temperamento. Creo que dramáticamente ganaría su interpretación, si expresiones como Questo è il bacio di Tosca o Avanti a lui tremava tutta Roma los recitara en lugar de cantarlos. Cantó con gusto y buenas dosis de calidad  Vissi d’arte. En resumen, estamos hoy ante  una buena Tosca, aunque no llegue a ser una Tosca excepcional.

Aunque en los cantantes las clasificaciones resultan poco afortunadas, diré que para mí el orden de calidad de las tres Toscas de estos días sería el siguiente: Sondra Radvanovsky, Fiorenza Cedolins y Martina Serafín.

La cancelación de Riccardo Massi en el premier reparto hizo que tuviéramos en el actual la novedad de la presencia del tenor italiano Andrea Caré como Cavaradossi. La impresión global de su actuación es buena, pero un tanto mitigada. La voz es adecuada al personaje, atractiva y bien emitida, aunque en más de una ocasión se observan signos de engolamiento. El mayor problema es la zona alta que resulta siempre forzada, dando la impresión de no sentirse seguro ahí. Sus tablas no son excepcionales y compone un personaje correcto,  sin más pretensiones. Pasó desapercibido en Recondita Armonia, mientras que fue muy aplaudido en È Lucevan le stelle, aunque tiró de decibelios,
pareciéndome contar con el apoyo sonoro de algunos incondicionales que querían hacernos creer que habíamos escuchado una interpretación para el recuerdo.

Vittorio Vitelli nunca ha sido más que una pura medianía como cantante y su Scarpia no fue una excepción. Sus medios son tan limitados como siempre y su Scarpia es pura rutina. Cualquier espectador pudo darse cuenta en el segundo acto que Sciarrone tenía más voz que Scarpia. No entiendo qué hace un barítono de segunda en un teatro de primera.

Repitieron actuación Valeriano Lanchas (Sacristán), Vladimir Baykov (Angelotti), José Manuel Zapata (Spoletta), Manel Esteve (Sciarrone), Dimitar Darlev (Carcelero) y Elena Copons (Pastorcillo).

El Liceu ofrecía una entrada algo superior al 90 % de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas, siendo las mayores ovaciones en los saludos finales para Andrea Caré, muy festejado por sus amigos con lanzamiento de flores, y Fiorenza Cedolins.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 31 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 48 minutos. Seis minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 220 euros, mientras que la butaca de platea costaba 163 euros. En los pisos superiores los precios oscilaban entre 130 y 98 euros. La entrada más barata costaba 32 euros. José M. Irurzun

Fotografías: A. Bofill

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