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Por Publicado el: 09/01/2006Categorías: En la prensa

COLOSAL APERTURA DE LA ORQUESTA FILARMÓNICA, BUCHBINDER Y HALFFTER. LA PROVINCIA

G. García-Alcalde

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Tras la Octava de Mahler, que sumó dos orquestas completas, el Festival de Música ha reunido el mayor efectivo instrumental de su historia para el concierto de apertura de la vigésimo segunda edición. Las veinte trompas, dos tubas, seis percusionistas (y resto en proporción) que hicieron sonar el Tiento y batalla de Cristóbal Halffter, regalado fuera de programa, remataron la imagen de excepcionalidad creada con la Sinfonía alpina de Strauss. La Orquesta Filarmónica de Gran Canaria cinceló una de sus noches de apoteosis, y Pedro Halffter, director titular y artístico -que debutaba en el Festival- supo proyectar a la mayor altura un talento fuera de serie.

En su variedad, grandeza, guiños experimentales y suntuosa orquestación, presenta la Alpina tantas posibilidades como peligros. La lectura de Halffter, con un colectivo perfectamente entrenado y dispuesto a mostrar su formidable categoría, fue gloriosa. El joven maestro combina reflexión y energía en la alternativa de las tensiones. La claridad del gesto y el control de cada compás perfilan poderosamente el tracto sinfónico en una difícil unidad de sentido que no logran algunas batutas de campanillas. El análisis armónico es la base del esquema de tensiones, que se hace lógico y fácil a base de exprimir hasta las últimas consecuencias la riqueza y la originalidad de la modulación straussiana. Los muchos periodos descriptivos brillan en su propia esencia instrumental y engarzan con las ideas abstractas un discurso excitante en la diversidad pero admirablemente unitario. El «tutti» orquestal y el espléndido panel de solistas responden con precisión impecable al concepto de línea y de masa requerido por el director desde una visión tan completa de lo colosal como de lo paisajístico o pintoresco. En Halffter no hay caídas ni lagunas, porque todo nace de la evolución armónica y la acentuación exacta de las tensiones expresivas.

El programa ofrecía otra obra arriesgada por lo contrario: su excesiva frecuentación. El Concierto Emperador de Beethoven tuvo en el pianista Rudolf Buchbinder un intérprete serio, que troquela su discurso en la línea de la gran tradición germánica. Lectura canónica y un punto academicista, para la que sacó Halffter un conjunto de arcos muy nutrido (seis bajos) a fin de equilibrar la solidez y sonoridad del solo. Como gran veterano, subraya Buchbinder casi todos los ejes del concierto (los cimientos, pilares y vigas del edificio, por así decirlo) y facilita el ajuste aunque condicione con ello una lectura relativamente inspirada del texto orquestal. La batuta fue consecuente con la unidad, si bien marcó curiosas diferencias de fraseo respecto al solista (como la del puntillo, influyente en toda la obra). El resultado global es compacto y estimulante en muchos aspectos, pero exento del «chispazo» que siempre se espera en una obra maestra.

Abrían programa dos piezas de John Adams para gran orquesta. La primera, Tromba lontana, sonoriza en ecos plurales un toque de trompeta fuera de escena, mientras difumina el «tutti» un «ostinato» atmosférico, esteticista y poético. En la segunda, Short ride on a fast machine, recupera el autor la técnica repetitiva para incidir -paradójicamente- en la retórica del realismo socialista, tan dado a la mística de las máquinas. Magníficamente orquestadas, sonaron ambas con sabiduría en la batuta y esplendidez en la prestación orquestal.

La propina de Cristóbal Halffter, cima estética del «collage» transfigurador de las músicas históricas (Cabezón y Cabanilles) desató una de las ovaciones más calurosas de la historia de la Filarmónica en el Festival. La macroorquesta, su peso enorme y sus intensidades saturadas no estorbaron la noble dicción de las cuerdas graves en el «tiento» ni la radiante, ágil y graciosa exultación de la «batalla imperial».

Espléndido concierto de apertura, legitimador de la estética de lo colosal. El «morbo» de la mozartiana clausura, con la misma orquesta y el mismo director, es ahora doble

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