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Por Publicado el: 20/02/2023Categorías: Diálogos de besugos

Comentarios en la prensa: Aquiles en Esciros en el Teatro Real

AQUILES EN ESCIROS

El Teatro Real estrenó el viernes, 17 de febrero, Aquiles en Esciros, recuperación que quedó paralizada por la irrupción de la pandemia. Con tres funciones más programadas hasta el 25 de febrero, la ópera de Corselli se ha presentado con Ivor Bolton en el foso, montaje de Mariame Clément y las voces de Gabriel Díaz, Francesca Aspromonte, Tim Mead, Sabina Puértolas y Juan Sancho en los papeles protagonistas. Inicialmente estaba anunciado Franco Fagioli como intérprete de Aquiles, pero fue sustituido por Gabriel Díaz, un cambio que fue anunciado antes de la representación.

Entre los comentarios que se recogen a continuación, firmados por los críticos de los principales diarios nacionales, se alaba primeramente el gesto del teatro hacia el patrimonio musical español, con la esperanza puesta en su continuidad. El siguiente punto común es el acierto de la dirección escénica. A pesar de enmarcarse en un montaje escenográfico que no convenció – tanto por su planteamiento conceptual como por la dificultad que impone a la proyección de las voces -, sí consigue exprimir la acción dramática y su relación con el contexto histórico para el que fue escrita la ópera. Por último, los críticos coinciden en el aplauso a Gabriel Díaz, por su valiente defensa del personaje y la presteza en su preparación; a Sabina Puértolas, «gran triunfadora de la noche» (L. Rodríguez, El País); y a un reparto que se redondea gracias a las actuaciones de Francesca Aspromonte y Tim Mead.

Corselli:Aquiles en Esciros”. Reparto: Gabriel Díaz, Francesca Aspromonte, Tim Mead, Sabina Puértolas, Mirco Palazzi, Krystian Adam, Juan Sancho, Katie Klein. Monteverdi Continuo Ensemble. Orquesta Barroca de Sevilla. Coro del Real. Director musical: Ivor Bolton. Directora de escena: Mariame Clément. Teatro Real, Madrid. 17 de febrero de 2023.

Escena-Aquiles-en-Esciros-©-Javier-del-Real-Teatro-Real

Escena Aquiles en Esciros © Javier del Real Teatro Real

EL PAÍS 18/02/23

‘Achille in Sciro’ sale por fin del armario

[…] El estreno en el Teatro Real de Achille in Sciro (o Aquiles en Esciros), de Francesco Corselli, fue suspendido por el estado de alarma decretado para afrontar la terrible emergencia sanitaria del coronavirus. […] La dirección artística del Teatro Real ha conseguido recomponer casi todos los elementos de aquella nueva producción que fue ensayada, en 2020, hasta el pregeneral. Con cinco funciones en lugar de las ocho previstas entonces, y con un solo reparto en lugar de dos, esta recuperación española de una de las principales óperas estrenadas en la corte de Felipe V, en diciembre de 1744, es un evento memorable. De hecho, la obra tan solo había sido representada en Dallas, en 2018, por iniciativa del director de orquesta e hispanista Grover Wilkins.

[…] Francesco Corselli (o Francisco Courselle) fue un modelo de la dimensión internacional que tuvo la ópera italiana en el siglo XVIII. […] Achille in Sciro forma parte de la trilogía de óperas de corte que compuso, a partir de libretos de Pietro Metastasio (junto a Alessandro nell’Indie y Farnace), para celebrar las bodas reales de dos hijos y una hija de Felipe V e Isabel de Farnesio en el Coliseo del Buen Retiro. Eventos que pusieron a la corte española al nivel de otras europeas en el uso de la ópera italiana como representación política de la monarquía.

[…] Clément utiliza con maestría todo el potencial teatral de la partitura de Corselli. Su brillante y dinámica dirección de actores en los recitativos trasciende las arias que nunca resultan estáticas ni aburridas. Es verdad que su dinamismo a veces se topa con la amplia y rocosa escenografía de Julia Hansen, que impide escuchar con claridad a los cantantes. No obstante, el principal acierto de esta producción lo encontramos en la dirección musical de Ivor Bolton que mostró, desde el clave y al frente del Monteverdi Continuo Ensemble, cómo el éxito de una ópera dieciochesca reside en la teatralidad del acompañamiento de sus recitativos.

La Orquesta Barroca de Sevilla empezó algo embarullada en la obertura, aunque consiguió resaltar las muchas virtudes musicales de esta ópera. Y especialmente en los dos últimos actos. Bolton alteró el registro de algún cantante (Nearco fue un tenor), mantuvo buena parte de los da capo, recortó muy levemente los recitativos, suprimió tres arias del tercer acto y alteró el orden del segundo para llegar al descanso con el aria de Achille, Potria fra tante pene, una de las más bellas de la ópera.

Al frente del reparto cantó, como Achille, Gabriel Díaz sustituyendo in extremis a Franco Fagioli. Fue todo un reto para el joven contratenor sevillano que se enfrentó con enorme valentía y solvencia a siete arias escritas para una tesitura demasiado aguda para su instrumento. Algunas tan atractivas como Tornate sereni, a pesar de la dudosa idea de amplificar el salterio o de incluir castañuelas. Pero Díaz brilló especialmente en los recitativos, donde construyó un personaje admirable, tan histriónico como impulsivo.

Su enamorada Deidamia fue la soprano italiana Francesca Aspromonte que brilló, después de la referida Tornate sereni, en el recitativo accompagnato y en el aria Chi può dir, que contó con el solo de violín algo desmadejado de Bojan Čičić. Sin duda, la gran triunfadora de la noche fue la soprano navarra Sabina Puértolas como Teagene, que imprimió garra y virtuosismo a sus tres arias y, en especial, a Con tromba d’or que contó con la resuelta trompeta solista de Bruno Fernandes.

Del resto del reparto destacó el compacto y musical Ulisse del contratenor británico Tim Mead, un viejo conocido del público del Teatro Real, donde cantó La Calisto en 2019. El bajo lírico Mirco Palazzi fue un excelente rey Licomede, un difícil papel que Corselli escribió para el famoso Antonio Montagnana. Por lo demás, el tenor Krystian Adam resultó convincente como Arcade, Juan Sancho aportó más brillantez actoral que vocal a Nearco y el Coro Intermezzo fue de menos a más. Achille in Sciro ha salido por fin del armario para encarar su destino, pero tanto el personaje como la partitura musical atesorada en la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid. Sigamos recuperando nuestro patrimonio. Pablo L. Rodríguez

Escena-de-Aquiles-en-Esciros-©-Javier-del-Real-Teatro-Real

Escena de Aquiles en Esciros © Javier del Real Teatro Real

ABC 18/02/23

Aquiles y la isla de las tentaciones

Lo más interesante de la ópera barroca es su falta de escrúpulo. […] Se abren así posibilidades inmensas que una directora teatral como Mariame Clément ha sabido aprovechar sin pudor. […] La escenifica ahora el Teatro Real de Madrid, a partir de la edición de Álvaro Torrente, afianzando la buena racha de recuperaciones que desde hace algunos años atiende al patrimonio musical español de la época. […]

La Esciros de Clément no es la isla de las tentaciones, desde luego, sino una cueva, no especialmente interesante, donde los aciertos escénicos se reducen a lo anecdótico: entre ellos, la presencia callada de María Teresa y de su real familia que animan poco y se pasean mucho. Podría pensarse que la codificada música de Corselle fuerza semejante rigor, pero no es así porque el plano dramático de ‘Aquile in Sciro’ tiene sustancia y el musical encierra posibilidades expresivas más que suficientes como para romper la homogeneidad que Ivor Bolton impone a la modesta Orquesta Barroca de Sevilla.

[…] El contratenor Gabriel Díaz puede estar muy orgulloso del trabajo, después de sustituir a última hora a Franco Fagioli y crecerse en un papel muy complicado, con siete arias en diversos afectos. Basta, como ejemplo, la interválica imposible de ‘Potria fra tante pene’ y la seguridad de la ejecución. En ese contexto estuvo la Teagene de Sabina Puértolas siempre resuelta a partir de la compleja ‘Chi mai vide altrove ancora’ en el filo del segundo acto. La determinación de la Deidamia de Francesca Aspromonte y la seguridad del Ulisse de Tim Mead acaban por resumir lo más destacado.

[…] queda sin excusa la posibilidad de que en el futuro la obra de Corselle y de otros grandes de nuestra historia se vea y escuche con dignidad. Alberto González Lapuente

Escena-Aquiles-en-Esciros-©-Javier-del-Real-Teatro-Real

Escena Aquiles en Esciros © Javier del Real – Teatro Real

EL MUNDO 18/02/23

Barroco al desnudo

Con una dinámica y puntillosa dirección musical de Ivor Bolton al frente de la Orquesta Barroca de Sevilla, una bien planteada dirección de escena de Mariame Clément y un muy adecuado reparto, en el que destaca la soprano Sabina Puértolas, aparece esta pieza notable de puro barroco, suprimida en el inicio de la pandemia.

Francesco Corselli (Piacenza, 1705- Madrid, 1778) fue maestro de la Capilla Real de Madrid, donde vivió 30 años. Según la nota de prensa del Teatro Real, esta ópera se estrenó en 1744 para festejar el enlace de la Infanta María Teresa Rafaela, hija de Felipe V, con el delfín de Francia, hijo de Luis XV.

La obra responde al esquema básico de la ópera barroca; un argumento que solía nutrirse de temas históricos o mitológicos en donde el drama humano se apoyaba en personajes donde la situación tenía más importancia que el carácter; lo que de verdad importaba era garantizar una estructura donde los recitativos dirigen la acción que las arias se encargan de interrumpir continua e implacablemente para manifestarse sobre cualquier tema; no sólo las cuitas del enamorado sobre el equívoco que lo atormenta, sino sobre las bellezas de un paisaje o los peligros de una embarcación obligada a atravesar un mar encrespado.

Poco interés tiene el sufrimiento de Aquiles obligado a hacerse pasar, vestido con faldas, por Pipa, así como las exigencias del rey que quiere casar a su novia con otro, o el empeño guerrero de un belicoso Ulises. Importan las arias, pues otro tipo de combinaciones, como dúos, tercetos o escenas de coro, escasean. Y en tan amplia variedad, el resultado es variado e, inevitablemente, irregular.

El escenario presenta una isla de Esciros que recuerda a los pedazotes de corcho de un belén navideño, por donde las figuras se mueven. La dirección de escena ofrece a los cantantes algo que hacer mientras desgranan sus largas arias, y una señorita vestida de época, que representa a la Infanta que iba a casarse, pulula entre los grandes corchos, entre curiosa y aburrida más por lo que ve que por lo que oye.

Pero lo esencial es que los músicos se entregan con convicción, animados por el entusiasmo gesticulante del director, cuya sensibilidad sobre este repertorio demuestra una vez más. El reparto responde con idéntica pericia, obligando al espectador a participar, si no en las cuitas heroico-sentimentales del grupo de fantasmas, en lo que importa, la música de Francesco Corselli, recuperado gracias al acierto de nuestro Teatro Real, obteniendo un muy merecido éxito. Álvaro del Amo

Escena-de-Aquiles-©Javier-del-Real-Teatro-Real

Escena de Aquiles ©Javier del Real – Teatro Real

LA RAZÓN

Aquiles en Esciros, una Èducation Sentimentale

Salía a la luz, por fin, esta representación del Real anunciada para la temporada 2019-2020, pero la pandemia se la llevó por delante. A principios de 2018 se presentó en Dallas bajo la dirección escénica del llorado Gustavo Tambascio en edición de Grover Wilkins. La edición madrileña lleva el sello del ICCMU y la firma de su director, Álvaro Torrente, que ha contado con la colaboración de Ana Llorens, Alberto Cubero y Nicola Usula. En la acción Tetis disfraza a su hijo Aquiles de mujer para ocultarlo en la corte del rey Licomedes e impedir así su participación en la guerra de Troya. Todo se complica con la aparición de Ulises. La trama resalta las dudas del protagonista entre el amor y el deber. La música alterna distintos episodios y lleva el marchamo de la tradicional ópera seria, que aparece en diversos y progresivo estratos.

El director musical, Ivor Bolton, ha gesticulado a mano abierta,  subrayado períodos y frases, impulsado la música con estilo y convicción, sin lograr por completo otorgar variedad a una partitura que se hace algo monótona a lo largo de sus muchas arias “da capo”, aunque hay algunas muy bellas y excitantes; como las que requieren un instrumento “obbligato”: salterio y flautas para la última de Aquiles; violín solista para la última de Deidamia y trompeta para la que cierra la intervención de Teagene (hombre que canta una mujer). La Orquesta Barroca de Sevilla actuó con entrega y convicción, con relativa claridad de líneas y algunos emborronamientos pasajeros, debido también al nerviosismo del mando. Aportaron su calidad los seis miembros del Monteverdi Ensemble, con Bolton y Roderick Shaw al clave. El coro, al que se le dio un tratamiento cómico, cantó a satisfacción en sus tres intervenciones.

En lo vocal hay que hablar en primer término del contratenor Gabriel Díaz, que sustituyó a última hora al enfermo Franco Fagioli, y lo hizo con mucha dignidad en una parte que tiene hasta siete arias. Timbre de mezzo lírica bien esmaltado, abundancia de sonidos fijos, agilidades a falta de pulimento, trinos descoloridos. Robusto registro modal. Flexible como actor. Bravo en todo caso. Bien de línea, timbrada, con aceptable coloratura la soprano lírico-ligera Francesca Aspromonte (Deidamia). Espectacular en sus deslumbrantes arias de ópera seria, sobre todo la de la trompeta (tocada magistralmente por Bruno Fernandes), cuajadas de agilidades, de saltos interválicos, de florida coloratura, Sabina Puértolas, lírico-ligera cada vez más resuelta y segura.

Homogénea emisión y lustroso timbre de mezzo aguda los del contratenor Tim Mead como Ulises. El bajo lírico Mirco Palazzi fue un Licomede frágil, sin los necesarios graves resonantes, y muy apagado el tenor Krystian Adam. Brillante Juan Sancho, también tenor, en el papel de Nearco, casi siempre en recitativo y con una sola aria. Gentil y fina la actriz Katie Klein, protagonista de la inteligente subtrama ideada por la directora de escena Mariame Clément, aprovechando la circunstancia histórica sobre la que nació la ópera: la boda de la Infanta María Teresa Rafaela con el delfín Luis de Francia, hijo de Luis XV. Ella está presente como espectadora y a veces actriz a lo largo de toda la ópera, que acaba por enseñarla en un curioso proceso de “éducation sentimentale”.

Menos convincente nos parece la escenografía, presidida por un paisaje rocoso que recuerda vagamente el de la Ciudad Encantada de Cuenca, pero que Clément afirma que es una gruta, que, nos dice, “emula algo simbólicamente relacionado con el vientre maternal (Aquiles se encuentra allí dado que su madre quiere protegerlo), y al mismo tiempo algo sexual relacionado con el universo femenino”. Parece bastante rebuscado y entorpece enormemente el movimiento. Hay también, en la segunda parte, la proa de un extraño e indefinible barco. Arturo Reverter

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