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Por Publicado el: 15/01/2013Categorías: Crítica

CONCIERTO JOSEPH CALLEJA. Auditorio El Baluarte de Pamplona

CONCIERTO JOSEPH CALLEJA

 Auditorio El Baluarte de Pamplona. 14 Enero 2013.

El tenor maltés Joseph Calleja va a hacer una gira de conciertos por Europa con motivo de la publicación de su nuevo disco, en homenaje a Mario Lanza. En la gira le acompañará la Orquesta Sinfónica de Navarra, por lo que el arranque del periplo  ha tenido lugar en Pamplona.

Joseph Calleja es uno de los tenores actuales más cotizados, contando con un timbre atractivo y un instrumento homogéneo, sonoro a lo largo de la tesitura, algo más estrecho en las notas más altas. Han pasado 11 años desde la primera vez que le vi en escena y su evolución es notable. Si entonces era un tenor lírico-ligero, hoy es un lírico pleno, e incluso con atisbos de lírico spinto.

No todo son  cualidades positivas en este tenor. Por un lado, ofrece un extraño vibrato en el centro de la voz, que resultaba más molesto, cuando era un tenor más ligero, pero tampoco hace su emisión demasiado atractiva. Su mayor problema es que resulta un intérprete plano y monótono en su canto. Esto en un concierto que tiene al maltés como único protagonista resulta un tanto problemático. Es muy difícil levantar pasiones en la audiencia, si no se es capaz de emocionar con el canto.

Su programa no fue muy exigente ni tampoco tenía mucho que ver con el supuesto homenaje a Mario Lanza. Sus intervenciones consistieron en 8 arias, a las que habría que añadir las dos canciones ofrecidas como propinas.

Como se esperaba, ofreció un instrumento notable y escasas dosis de emoción. Hubo exceso de sonidos abiertos y de notas recortadas, como si no se encontrara en las mejores condiciones físicas para hacer frente a un compromiso de este tipo. En ocasiones era capaz de apianar, pero no pasaban de ser demostraciones de que sabe hacerlo. Un piano por aria es como una nube de verano.

Sus problemas de respiración fueron más evidentes en la primera parte del concierto, particularmente en Cielo è Mar, de La Gioconda de Ponchielli, que no entusiasmó, y en la Romanza de la Flor,  de la Carmen de Bizet. La primera parte terminó con las dos arias de Cavaradossi, en las  que hubo exceso de monotonía y muy  escasa emoción.

En la segunda parte cantó bien La Donna  è Mobile, de Rigoletto, ofreciendo su intervención más convincente en el Addio alla Mamma,  de la Cavalleria Rusticana, de Mascagni. Terminó el concierto con dos arias de óperas de Massenet, en las que ofreció lo menos convincente de la noche en cuanto a emoción y expresividad, unido a una dicción francesa bastante deficiente. En Pourquois me reveiller hubo exceso de monotonía, mientras que en la preciosa aria O, souverain, o, juge, o, père, pasó sin pena ni gloria. Me acordé mucho de cómo la cantó Jorge de León en Valencia.

Hubo dos propinas, que supongo que formaban parte del programa que cantará en su gira. En primer lugar, cantó bien A Vuchella, de Tosti, aunque no la puedo colocar entre mis versiones preferidas de esta preciosa canción italiana. Para termina interpretó Be my love, canción del americano Nicholas Brodsky, que la llevó al éxito de popularidad Mario Lanza en los años 50. La interpretó bien, aunque no tiene grandes dificultades.

Casi tanto como Joseph Calleja actuó la Orquesta Sinfónica de Navara bajo la batuta de Frédéric Chaslin. Hubo, en general, exceso de volumen, siendo lo mejor la interpretación de la Obertura de I Vespri Sicilianni, mientras que considero que no fue una buena idea ofrecer los couplets de Escamillo, sustituyendo al toreador por el trompeta de la orquesta. Como curiosidad, diré que Chaslin dirigió todo el concierto sin partitura.

El Baluarte estaba lleno en las localidades más caras, mientras que había huecos en el piso superior. La entrada rondaría el 90 % del aforo. El público se mostró calido, aunque no entusiasmado, con Calleja, al que apenas se le dedicaron  algunos tímidos y aislados bravos. Los mayores aplausos los arrancó tras la Donna è Mobile y apenas pasaron de 30 segundos. El precio de la localidad más cara era de 36 euros, mientras que en el  primer piso los precios iban de 24 a 30 euros. A la salida del concierto nevaba. Quizá el tiempo contagió al divo. José M. Irurzun  

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