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Por Publicado el: 21/04/2021Categorías: En vivo

Crítica: Carlos Álvarez y Rocío Ignacio, triunfo sólido en Bilbao

ABAO ON STAGE. CARLOS ÁLVAREZ Y ROCÍO IGNACIO

Triunfo sólido en Bilbao

Fecha: 17-IV-2021. Lugar: Auditorio de Cámara de la Sociedad Filarmónica de Bilbao. Programa ABAO-On Stage: Obras de Saint-Saëns, Charpentier, Thomas, Puccini, Leoncavallo, Cilea, Verdi, García Abril, Bernstein. Intérpretes: Rocío Ignacio (soprano) y Carlos Álvarez (Barítono). Pianista: Rubén Fernández Aguirre.

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Rocío Ignacio y Carlos Álvarez

Es visto y manifiesto que el bicho del Civil/19 no puede con la Abao/Bilbao Ópera, pese a que el pandémico virus se ha llevado por delante cuatro de las cinco representaciones líricas previstas para la presente temporada 2020/2021. Esta asociación privada bilbaína es terca cuales andares -no se paran nunca pese a flaquezas- del Rocinante cervantino.

En la presente ocasión llevó al hermoso y estupendamente restaurado auditorio de cámara de la Sociedad Filarmónica de Bilbao, a dos figuras indiscutibles de arte canoro. Al internacional barítono malagueño Carlos Álvarez y a la cada vez más asentada y consolidada soprano sevillana Rocío Ignacio. Ambos salieron triunfantes en la lidia que configuraba el cartel, con morlacos de escaso conocimiento público y duras formas, astifinos, y con faenas al alimón a través de dúos comprometidos y duros de roer.

En la larga tradición operística de la Villa de don Pedro López de Haro (ya 69 temporadas ininterrumpidas, desde 1951 -s.e.u.o.-) nunca se ha representados las óperas ‘Henry VIII’ de Camille Saint-Saëns, ‘Louise de Gustave Charpentier, ‘Hamlet’ de Ambroise Thomas y ‘Zazà’ de Ruggiero Leoncavallo. Tal situación, por sí misma, ya merece un punto de preferencia para el verdadero melómano, máxime si las arias programadas de tales dramas líricos se ponen en voces de relieve indiscutible.

Álvarez recibió al cinqueño Henri VIII con soltura expresiva y rotundidad vocal en lengua de Molière, cual fue el aria “Qui donc comande”; recibió con seguridad tímbrica la conocida aria “Zazà piccola zíngara” en la que Leoncavallo deja ver todo su potencial verista que fue perfectamente aprovechado con una hermosa revolera de su capote malagueño; y despidió a su tercero con el famoso Eri tu” de ‘Un ballo in maschera,  aguantando el tipo con un natural muy ceñido y peligroso donde el toro se le quedó parado en la mitad del embroque. Me explico: en el viaje con la muleta, con el animal totalmente dominado, el maestro se lleva la mano a la boca, con la palma abierta, lo que denotó que una flema, ¡una maldita flema! (eso pasa en las mejores familias) le impide el correcto pasaje de la voz y termina la última frase  con una apreciable quebradura, sin desafinar y aguanta, a pies juntos, la comedida ovación del público; pero permanece quieto, no se mueve; incluso el pianista se levanta de su taburete y así pasan al menos quince segundos -eternos-, tras los cuales Álvarez modifica la postura corpórea, ensancha su amplio pecho y malamente a Fernández Aguirre le da tiempo para posar sus manos sobre el teclado acompañante cuando restallan tres notas , rotundas, llenas, vibrantes, que hacen que el respetable le tribute una impactante ovación. Ha aguantado el embiste en que el animal se había quedado sin salir de la suerte y ha hecho un maravilloso juego de muñeca izquierda tirando de astado para terminar el largo pase en el modo y forma que mandan los cánones. A eso se llama profesionalidad, sangre fría, saber jugarse la femoral del canto.

Rocío Ignacio, valiente como ella sola, consolidando día a día un chorretón de voz que tiene que dominar y que va aplicando la exacta técnica para ello, nos dejó un delicioso “Depuis le jourde ‘Louise’; en la tarde abrileña bilbaína su Liù en el “Signore escolta”, tuvo una emisión amplia, cantada con la rotundidad pucciniana precisa y con matices en las recreaciones del registro alto, que demuestran que los años de duro trabajo y sufridos navajazos externos de ciertos teatros, la han curtido en forma notable. ¡A ver si se entera señor Matabosch! En el aria de ‘Simón Boccanegra’ “Come in quest’ora bruna”, liberó con facilidad las trampas armónicas que Verdi le impone a la soprano en esta aria, siendo para quien escribe el momento más meritorio de todo su concierto.

Tres dúos complejos, cuajaron el evento, cuales fueron “Monseigneur” – Ophélie” de “Hamlet”, el precioso “Silvio a quest’ora” de ‘I Pagliacci’ que se ofreció completo y no castrado como en la mayoría de las veces, y “Udiste?, Come albeggi” de ‘Il Trovatore’ (con casi 15 minutos de dura interpretación, fueron todo un lujo para un programa con muchos bemoles. ¡Nunca mejor dicho!)

Fernández Aguirre es la seguridad personificada como pianista acompañante, siempre seguro ante las 88 teclas de su instrumento, dejándonos dos sabores de boca de la mejor manzanilla sanluqueña, el “Preludio” de ‘La Arlesiana’ y un escueto homenaje a Astor Piazzola, interpretando su “Verano porteño” en el centenario de su nacimiento. Las propinas vinieron a cargo de Álvarez cantando una de las “Tres Canciones Asturianas” en recuerdo y homenaje al recientemente fallecido maestro Antón García Abril, y por parte de Ignacio, cual manola de Zuloaga la graciosa “I Feel Pritty” de ‘West Side Story’. Manuel Cabrera.

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