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Por Publicado el: 17/06/2022Categorías: En vivo

Crítica: El barberillo de Lavapiés en el Teatro de la Zarzuela

El valor de la estilización inteligente

Barbieri:El barberillo de Lavapiés”. Borja Quiza, Cristina Faus, Cristina Toledo, Javier Tomé, Gerardo Bullón, Abel García. Director musical: José Miguel Pérez-Sierra. Director de escena y adaptador del texto: Alfredo Sanzol. Escenógrafo y figurinista: Alejandro Andújar. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 15 de junio de 2022.

Escena-Barberillo-de-Lavapies-c-Javier-del-Real

Escena Barberillo de Lavapiés (c) Javier del Real

Hace algo más de tres años se estrenaba en el mismo escenario este montaje de la inmortal zarzuela de Barbieri, y de ello nos hacíamos eco en estas páginas. Vuelve, y lo hace con todos los honores, más afinadas si cabe la inteligente puesta en escena y la certera adaptación del texto firmadas por Alfredo Sanzol, que se las sabe todas en el mundo teatral. Utiliza la edición corregida de María Encina Cortizo y Ramón Sobrino, unos auténticos hachas en estos dominios.

La obra aúna elementos de zarzuela grande en tres actos, como mandaba la tradición, junto a otros provenientes de la tonadilla y del género breve, lo que enseguida desembocaría en el bautizado como chico. Los números musicales son 16, una cantidad efectivamente propia de las piezas mayores, repartidos bastante equilibradamente. Cada acto comienza con un breve preludio orquestal al que se une luego un pasaje coral y, más tarde, un solista. La orquestación es jugosa y chispeante y aparece dotada de gran frescura en el encaje de un lenguaje tonal claro, directo y de un melodismo de muy fácil vena. Todo movido y balanceado por una amplia y estimulante panoplia de ritmos cambiantes. Y un excelente libreto de Luis Mariano de Larra cargado de alusiones de tipo político (algunas perfectamente aplicables a nuestros días).

Sanzol mueve a todo el numeroso personal, a veces con divertidos subrayados bufos, sobre la totalidad del amplio escenario. No hay decorados en sentido estricto, sino unos grandes paneles negros ideados por el también figurinista Alejandro Andújar, que mueven los propios actores y cantantes y que configuran los imaginativos espacios e incluso completan la acción. El vestuario es variado, colorista y estilizado y plasma con verosimilitud las vestimentas de la época. Todo es fluido, cambiante y tiene una constante y divertida dimensión coreográfica que no da tregua; como no la da la contagiosa música, gobernada desde el foso con magisterio, seguridad y muy airosamente, por José Miguel Pérez-Sierra, que maneja como siempre una batuta amplia y clara en un estupendo trabajo de concertación bien provisto de gracia y que contó con los aquí muy entonados e inspirados conjuntos del Teatro. Puede que el Coro no fraseara siempre con la claridad ideal.

Al frente del equipo un sembrado Borja Quiza, que se ha adueñado de una parte otrora destinada a los tenores más o menos cómicos, quizá baritenores bufos. Es un barítono lírico de buen y bruñido metal a estas alturas, que emite con fácil direccionalidad sin aparentes problemas. Dice bien, con gracejo, con espíritu y es buen actor. Lo hemos encontrado en magnífico estado de forma. Se divierte y divierte. Lo mismo que Cristina Faus, una Paloma entonada, entusiasta. Su voz de mezzo lírica, de cierta penumbrosidad, levemente nasal, ha ganado volumen y su dicción, claridad. Una pareja ejemplar que tuvo que bisar el dúo “No hay que quitar los hilvanes”.

La Marquesita estuvo en la voz, por indisposición de María Miró, de Cristina Toledo, de timbre ligero, vibrato “stretto” y escasa carne. Pero es musical y expresiva. No lo es tanto el tenor Javier Tomé, un lírico de saneados modos y atractivo color, que anda falto de expresividad; como cantante y como actor. Brilló en su breve cometido de don Juan de Peralta la amplia y bien timbrada voz baritonal, estupendamente proyectada y emitida, con cuerpo y densidad, de Gerardo Bullón, un cantante hasta ahora bastante desaprovechado. A menor nivel el algo descolorido bajo Abel García en la parte de don Pedro de Monforte. Bien los solistas del coro en sus respectivos bocadillos; sobre todo el siempre expresivo tenor Felipe Nieto. Gran y redondo éxito. Y excelentes notas al programa de González Lapuente, Pagán y De Lustonó. Arturo Reverter

Un comentario

  1. Sofia 16/07/2022 a las 18:21 - Responder

    Propuesta muy decepcionante. La escenografía es propia de un teatro del tercer mundo, con paneles negros que no decían nada. De lo peor que he visto en la Zarzuela. Es imperdonable lo que han hecho con una de las piezas favoritas de los madrileños

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