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Por Publicado el: 02/03/2020Categorías: En vivo

Crítica: Elgar frente a Schumann en la OCNE

Elgar frente a Schumann en la OCNE

Obras de Elgar y Schumann. Vilde Frang, violín. Orquesta Nacional de España. David Afkham, director. Auditorio Nacional. Madrid, 1 de marzo de 2020.

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Vilde Frang

Hay obras que no se tocan nunca y de pronto comes y cenas con ellas. Es el caso del “Concierto para violín” de Edward Elgar, un caso casi único en la historia del género por su amplísima duración de casi una hora. Este concierto necesita un violinista de la talla de Kreisler, quien lo estrenó en 1910 con el propio compositor en el podio, o de un Menuhin, protagonista de una grabación histórica cuando contaba sólo dieciséis años y también bajo la batuta de Elgar. Lo escuchamos el pasado noviembre en la serie de Ibermúsica con Nicola Benedetti y aburrió hasta las ovejas. Curiosamente Vilde Frang tocó al día siguiente con la misma orquesta y director el de Britten y ahora abordó el de Elgar. Lo ejecutó con mucho mayor interés que Benedetti y, sin ser Kreisler o Menuhin, al menos logró que la partitura llegase al oyente, aportando poesía en el primer movimiento, melancolía en el segundo y virtuosismo expresivo en el largo tercero que incluye un curioso pizzicato-tremolo. Cosechó un buen éxito y tuvo el gusto de no tocar propina.

También la “Renana”, la conocida como tercera sinfonía de Schumann tiene también su peculiaridad, ya que consta de cinco movimientos, enlazando en ello con la “Pastoral” beethoveniana o la “Fantástica” de Berlioz y, sin embargo, su duración no supera los treinta y cinco minutos en condiciones normales. La estrenó el propio compositor en 1851, siendo acogida con un entusiasmo que ha perdurado al paso del tiempo. David Afkham logró dotar de unidad a esta partitura semi-programática acentuando sus conexiones cíclicas. Sonaron bien los metales, empleados casi como fanfarria en el tiempo lento y en la imponente coda del último con su tema coral, con los trombones protagonistas en el cuarto como anunciando a Bruckner. Una lectura que, sin ampulosidades pero con vigor, reflejó fielmente el canto a Alemania que encierra. Gonzalo Alonso

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