Crítica: Llum Festival ‘Special Ensembles 2021’. Liber-Quartet.
LLUM FESTIVAL ‘SPECIAL ENSEMBLES 2021’
Luminoso Liber-Quartet
Liber-Quartet (Carlos Apellániz y Óscar Oliver, pianos; Javier Eguillor y Jesús Salvador “Chapi”, percusión). Programa: Obras de Gershwin, Milhaud y Bernstein. Lugar: Llíria, Teatre Banda Primitiva. Entrada: Alrededor de 350 personas. Fecha: sábado, 13 noviembre 2021.
Por sabido y resabido, resulta casi redundante hablar de Llíria como ciudad de la música y cuna de músicos. En su ininterrumpida agenda musical, el sábado se inauguró, en el luminoso Teatre de la Banda Primitiva, “Llum Festival”, cuya actual edición figura centrada en Gustav Mahler, pero que se ha abierto con signo bien distinto. De la mano de Liber-Quartet, se han escuchado obras de Gershwin, Milhaud y Bernstein, a las que fuera de programa se sumó el arreglo de una risueña cancioncilla de Lecuona. Músicas, en cualquier caso, cuyas radiantes luminosidades las convierten en perfectas acreedoras para principiar este festival en el que también se van a escuchar versiones camerísticas de la sinfonías 1, 4 y 9 de Mahler.
El programa tenía como lema “American Music Revisited”, es decir, que de seguir así acabaremos todos chapurreando inglés. Como artífices del mismo, los integrantes de Liber-Quartet: los pianistas Carlos Apellániz y Óscar Oliver, y los percusionistas Javier Eguillor y Jesús Salvador, “Chapi”. Conjunto unitario dentro de su estructura diversa y cuatripartita. Desde ese latir común desplegó sus mejores cualidades y calidades en la delicias de la Scaramouche de Milhaud, donde resaltaron sus cálidos y festivos aires y ritmos brasileiros. West Side Story de Bernstein se escuchó en una visión plena de alegría, sentido descriptivo y virtuosismo nunca gratuito, incluida la extensa y deslumbrante cadencia añadida, en la que Javier Eguillor -el “hombre-batería”- se lució de lo lindo.
Festival y actuación comenzaron con Apellániz y Oliver tocando en solitario la versión para dos pianos de la Rapsodia en blue de Gershwin. Los dos desajustados pianos -colines- que tocaron se antojaron exiguos para el fuste de los intérpretes, de la partitura y del espacioso y cuidado Teatre de La Primitiva. Uno y otro intentaron evitar la merma y asumir con profesionalidad y éxito el reto de culminar con brillantez una versión en la que, en cualquier caso, era evidente y se impuso la sintonía, calibre y talla de ambos coprotagonistas. También la realidad de que la Rapsodia en blue resulta más atractiva en sus versiones con orquesta o a piano solo.
El éxito, por supuesto, fue grande y bien labrado. Por fortuna, un fotógrafo empeñado con su flash en despistar a los concertistas fracasó en el intento. Como contraste, el silencio absoluto de un público que para sí quisieran en muchas otras ciudades sin o con el abolengo musical de Llíria. De hecho, en el concurrido patio de butacas había casi más músicos que gente “normal”. Aunque resulte redundante, hay que volver a enunciar la evidencia: “Llíria, ciudad de la música, ciudad de los músicos”. Justo Romero
Publicada el 17 de noviembre en el diario Levante
Últimos comentarios