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Por Publicado el: 19/04/2023Categorías: Diálogos de besugos

Críticas en la prensa: Nixon en China en el Teatro Real

NIXON EN CHINA (J. ADAMS)

El Teatro Real estrenó el lunes, 17 de abril, Nixon en China de John Adams, la primera representación de esta ópera en España. Ha subido a escena con producción de John Fulljames y dirección musical de Olivia Lee-Gunderman, cuya labor ha sido ampliamente aplaudida por la crítica, cuyas opiniones se recogen a continuación. Del primero destacan el ingenio de su propuesta, responsable y brillante; y de la segunda, que ha sustituido en algunas funciones a Ivor Bolton, una lectura atenta, fluida y minuciosa.

Igualmente unánime es el aplauso para los intérpretes, destacando las interpretaciones del matrimonio Nixon de Sarah Tynan y Leigh Melrose, y Borja Quiza y Jacques Imbrailo en los papeles secundarios de Kissinger y Chu En Lai.

Habrá 6 funciones más hasta el 2 de mayo.

Nixon in China de John Adams. Reparto: Jacques Imbrailo, Leigh Melrose, Borja Quiza, Sandra Ferrández, Gemma Coma-Alabert, Ekaterina Antípova, Alfred Kim, Sarah Tynan, Audrey Luna. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Director de escena:  John Fulljames. Director musical: Olivia Lee-Gunderman. Teatro Real. Madrid, 17 de abril de 2023.

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Nixon in China – Sarah Tynan (Pat Nixon), Borja Quiza (Henry Kissinger), Leigh Melrose (Nixon) y Coro Titular del Teatro Real

EL MUNDO 18/04/23

Nixon en China: el choque de los imperios

El montaje para el Teatro Real de John Fulljames, ya triunfante antes en este mismo teatro, es eficaz y hasta brillante auxiliado por la escenografía y figurines de Dik Bird y la coreografía de John Ross

Desde su estreno en Houston en 1987, Nixon en China es una ópera que no se ha dejado de representar en todo el mundo y fue la primera de John Adams, hoy un celebridad universal. Llega al Real en coproducción con las óperas de Copenhague y Escocia.

[…] La música de Adams da una vuelta total al minimalismo de Glass y plantea esa técnica en un contexto más estructurado con el género y pretendiendo, como lo hizo Donald Judd (y otros) en la plástica, convertir al minimalismo en el auténtico movimiento nacionalista de los Estados Unidos […].

Aunque otras suyas posteriores sean incluso mejores, Nixon en China es una excelente ópera. El montaje para el Real de John Fulljames, ya triunfante antes en este mismo teatro, es eficaz y hasta brillante auxiliado por la escenografía y figurines de Dik Bird y la coreografía de John Ross. Funciona bien y se complementa con la excelente parte musical.

El que la música reciba una alta calidad interpretativa se debe a que los elencos titulares del Real, la Orquesta Sinfónica de Madrid y el Coro tan magníficamente preparado por Andrés Máspero, están a gran nivel y el que la dirección musical de Olivia Lee-Gundermann sea competente y brillante. Muy exacta y atenta, logró una concertación ejemplar. Las voces están a muy bien escogidas y si Leigh Melrose (Nixon),Alfred Kim (Mao), Sarah Tynan (Pat) y Audrey Luna (Mme.Mao) lucen en sus papeles, no lo hacen menos Borja Quiza (Kissinger) y Jacques Imbrailo (Chu En Lai). De esta manera, si la música tiene interés, el montaje es acertado y lo musical funciona, el milagro de la ópera se produce y un espectáculo nuevo y nada corto se convierte en un magnífico acontecimiento artístico. Así fue y creo que el estreno de la obra en España era necesario y ha tenido un montaje ejemplar constituyendo un éxito. Tomás Marco

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Nixon in China – Alfred Kim (Mao), Jacques Imbrailo (Chou En-Lai) y Audrey Luna (Madame Mao, Chiang Ching)

EL PAIS 18/04/23

El Teatro Real se encomienda a la ‘nixonmanía’

La ópera de John Adams que recupera el célebre viaje del expresidente de EE UU a China brilla en el coliseo madrileño

[…] Al estreno en Madrid se le ha adherido su montaje casi simultáneo en la Ópera de París. En el Teatro Real se inicia el 17 de abril y en París ha concluido el día anterior, el 16, y nada menos que allí con Thomas Hampson y Renée Fleming. Como la producción de Madrid es compartida por la Royal Danish Opera de Copenhague y la Scottish Opera de Glasgow, tenemos la bonita cifra de cuatro ciudades europeas enganchadas al fenómeno John Adams.

[…] Nixon in China tiene, para empezar, un atractivo quizá accidental pero innegable, es difícilmente deslocalizable. No es posible, salvo absurdos que sobrepasarían los que abundan en la ópera actualmente, llevar la acción fuera de su contexto y su fecha, esto es, Pekín en 1972. Y ver un montaje en el que una ópera esté en su sitio y su época es un placer que creíamos olvidado. Aquí Nixon es Nixon, Mao es Mao y Pekín es Pekín. Y merece agradecimiento infinito que John Fulljames, director escénico, opte por una ópera periodística, algo a caballo entre la apoteosis del documental y el biopic a lo Hollywood. Y no es algo menor, la música de Adams remite a esa realidad tanto como el milagroso libreto de Alice Goodman. De pronto, Nixon in China aparece como una ópera bien localizada, donde nada desentona. Todo ello es independiente de gustos personales o valoraciones, sobre todo, de estética musical. Que Adams consiguiera una producción de tal valor a partir de una propuesta tan disparatada, tanto en forma como en contenido, ha contribuido a hacer de él la figura incontestable que es hoy.

Pese a todo ello, los personajes secundarios de esta ópera se alzan por encima de los demás, especialmente Chou En-Lai y Pat Nixon. […] Puestos a encontrar algún pero, yo citaría la excesiva reiteración, como si el repetitivismo musical contagiara a toda la ópera y la hiciera durar media hora más de lo que tiene su sustancia. Y se hace notar, sobre todo el tercer y último acto, en el que los personajes centrales, Nixon, Mao y Chiang Ching, su mujer, se sumergen en la melancolía de sus propias debilidades. Es una buena idea este final, pero termina pesando sobre él la duración descompensada del resto.

En lo que respecta a la partitura, Adams consiguió momentos muy superiores al estándar de la música minimalista al uso. […] El presente montaje, firmado por John Fulljames en lo escénico es excelente con momentos extraordinarios, como ese ballet revolucionario luminoso del segundo acto, pero los momentos que lo enmarcan, con ese tono de archivo sórdido que se convierte en pantalla de una serie de proyecciones con fotos del viaje real a Pekín, alcanzan cotas de excelencia. La dirección musical de la coreana Olivia Lee-Gundermann consigue que ni se note que alguien debe estar conduciendo esa máquina infernal de ritmos obsesivos, con no pocos momentos de irregularidades rítmicas que da pánico pensar que algún músico se pierda una simple corchea.

En cuanto al reparto principal, solo por momentos alguien destaca por encima de un nivel coral sobresaliente; por ejemplo, esos temibles agudos de Audrey Luna como esposa de Mao, o el carácter entre hilarante e irritante de la parte vocal de Mao que brinda Alfred Kim. Pero si tenemos que hablar de vocalidad operística por excelencia, es obligado citar a Sarah Tynan en su papel de Pat Nixon. En cuanto al personaje principal, Richard Nixon, así como su ayudante Henry Kissinger, parece como si la libretista hubiera descubierto el carácter hueco de ambos, lo que también se transmite a su entidad dramática. Con todo, las prestaciones de Leigh Melrose como Nixon y de Borja Quiza como Kissinger son impecables.

Muy bien el coro y ese cuerpo de baile brillante y exacto que encarna uno de esos ballets revolucionarios chinos de la época, tan vilipendiados en occidente. A poco que se parecieran a este, puede que nos hayamos perdido algo fuera de lo normal, quizá incluso para siempre, dada la evolución política y social de la China actual. En todo caso, si alguien tiene curiosidad por mirar por la ventana de lo que podemos imaginar de la China de hace 50 años, aquí tiene una buena oportunidad. Jorge Fernández Guerra

Nixon-China-©-Javier-del-Real-Teatro-Real

Nixon China © Javier del Real Teatro Real

ABC 18/04/23

Nixon levanta los brazos victorioso

El tiempo ha dado la razón a ‘Nixon en China’, una ópera que, en su estreno, allá por 1987, sorprendió al mundo con su imprevisible argumento basado en el encuentro en Pekín entre Mao Tse-Tung y el presidente americano, producido 15 años antes. Nadie, en ese momento fue capaz de comprender que la caricatura diseñada por Peter Sellars, Alice Goodman y John Adams hablaba en realidad de la ambigüedad moral, la conciencia histórica, la crisis generacional y, quizá lo más enjundioso, de la duda sobre el futuro ante la ruina del presente. Tuvo que pasar el tiempo para que el asunto quedara zanjado gracias a la entrevista a Sellars en ‘Tempo’ en 1996, en la que todavía se extrañaba ante el hecho de la discusión continuara en torno al grado de fidelidad con que la obra recogió aquel acontecimiento.

[…] Así sucede con la puesta en escena que ahora propone el Teatro Real y que ayer se vio por primera vez en un ambiente animado por la expectación, la sorpresa y el aplauso. John Fulljames se responsabiliza de la producción sabiendo superponer a la herencia de Sellars el siempre comprometido paso del tiempo, en este caso, la incómoda perspectiva ‘histórica’ de dos personalidades próximas al engaño como Mao y Nixon.

El perfume de la puesta en escena es el del reportaje. […] Se gana así en profundidad, mientras se ahonda en los principios ideológicos marcados por la propia obra. Por eso la producción es contundente (más allá de su estupenda factura), creciendo hacia el final, cuando los fantasmas de los protagonistas (los muertos de la guerra y de la Revolución Cultural) surgen en paralelo a sus inseguridades. […]

Porque también tiene enjundia el trabajo de la directora Olivia Lee-Gundemann para quien la ópera de Adams se resuelve con agilidad, cuadratura y sutiles claroscuros orquestales en el cierre, cuando parece que todo estaba dicho. ‘Nixon en Chinaen el Real se asienta sobre el pilar escénico y el musical, y entre ambos circula un reparto muy bien armado, estupendamente caracterizado e impecablemente dispuesto. Desde la voz contundente de Alfred Kim en el papel de Mao, a la más ácida y de agudo brillante de Audrey Luna, su esposa. Bien pertrechado vocalmente Leigh Melrose defiende a Nixon mientras Sarah Tynan, su esposa Pat, recorre, una pluralidad de temperamentos. Con sustancia y cuerpo Jacques Imbrailo encarna a Chou En-Lai, compartiendo buenas maneras con las secretarias y el Kissinger de Borja Quiza. Alberto González Lapuente

LA RAZÓN 18/04/23

“Nixon en China”, ¿Ejemplo de ópera de hoy?

Sabido es que la mayoría de las obras contemporáneas que se estrenan apenas ven una segunda ejecución y suelen dormir en el olvido tras su presentación. No es este el caso de “Nixon en China” que, tras su estreno en Huston en 1987, se ha representado en casi una veintena de teatros de todo el mundo, incluyendo Edimburgo, Amsterdam, Frankfurt, París, etc. Cosechó, sorprendentemente, mejores críticas en Europa que en USA, donde el NYT llegó a calificarla como espectáculo de variedades. Llega ahora al Teatro Real, en coproducción con Den Kongelige Opera de Copenhague y la Scottish Opera, en lo que es su estreno en España, sucediendo en pocas fechas a “La nariz” de Shostakovich. Todo un indicativo.

La obra, bautizada en un inicio como “ópera de la CNN” y precursora de otras más centradas en las “news”, se basa en la visita de Nixon a China en febrero de 1972 para presentar una reflexión sobre sobre las vulnerabilidades y las vidas emocionales de los hombres más poderosos del planeta, sus ambiciones, sus soledades y sus entornos. Es curioso que la idea de esta ópera partiese de Peter Sellars en 1983 y que solicitase la colaboración de John Adams y Alice Goodman, quienes ni se conocían ni tenían un especial amor por el género. Al final se estableció entre ellos lo que podría denominarse una “colaboración polifónica” ya que no estaban de acuerdo en el significado de la revolución china.

Adams, diez años más joven que los creadores del minimalismo musical –Steve Reich, La Monte Young, Philip Glass y Terry Riley– representa la segunda generación de esa tendencia repetitiva y su partitura “Bucles agitadores” viene a ser el germen de “Nixon en China”, mostrándose como un propulsor de una sensibilidad desinhibida hacia la expresión orquestal. No es tonal pero tampoco académica. Se muestra como un gran orquestador. No presenta desarrollos armónicos, sino juego de bloques sonoros. Él mismo expresa que utiliza imágenes o esos bloques con ideas pictóricas no asociadas al desarrollo. En casa de Adams no se distinguía a Mozart de Benny Goodman y ello se refleja en las muchas influencias y llamadas a Bach o Mozart pasando por Strauss, Wagner -mitad del segundo acto-, Alban Berg, Copland y muchos otros. Va desde el góspel, el jazz -discurso de Nixon en la recepción en el Gran Salón del Pueblo-, etc. a Debussy, con un sentido de la inmediatez del rock o el folk, pero más sofisticado, cobrando importancia el juego rítmico. Adams, a pesar de la estructura repetitiva, logra crear personajes humanos y situaciones reconocibles por el público, con momentos de lirismo o de brutalidad que acaban por llegar al espectador. La orquestación, en un arco iris de diversos colores, es apabullante y original, con, por ejemplo, cuatro saxofones, dos pianos, pero con sólo dos contrabajos, ningún fagot y ni una trompa. Ante tal estruendo sonoro proveniente del foso se ha de recurrir a una amplificación discreta de las voces para poder seguir las palabras. Recordemos que Adams fue reconocido en 2018 con el Premio “Fronteras del conocimiento” de la Fundación BBVA, patrocinadora de estas funciones.

La vocalidad se centra en el recitativo arioso, aunque en el segundo acto las esposas de Nixon y Mao, una soprano lírica y una ligera, den pie a un mayor lirismo y a casi dos arias, más humana y cercana la de Pat Nixon –June Anderson la cantó en Huston y el Chatelet-, un poco a lo Broadway y muy virtuosística de soprano ligera la de la china, recordando a la Reina de la noche con sobreagudos y saltos a tesituras inclementes. Mao es un tenor casi heroico y Nixon un barítono. Por el escenario pululan tres secretarias de Mao que nos recuerdan a Ping, Pang y Pong de “Turandot” o a las tres damas de la “Flauta mágica”. El coro, como el ballet, adquieren importantísima relevancia, especialmente en el segundo acto, un poco al estilo de la gran ópera francesa del XIX.

Pero realmente estamos ante un oratorio escénico con un final reflexivo de los personajes sobre sus respectivos destinos, máxime con la puesta en escena de John Fulljames, quien se responsabilizó de “Street Scene” en el Teatro Real en 2018, y que explica toda la obra desde la perspectiva del tercer acto en vez de otras propuestas más centradas en los elementos anecdóticos y mediáticos de los actos anteriores, esas que provocaron la anteriormente citada crítica del NYT. Para Fulljaes “La ópera explora la naturaleza efímera de su impacto y su fascinación con respecto a su propia mortalidad y su legado. Esta es una ópera sobre la impotencia de los poderosos ante la historia”. El espectáculo se halla bien diseñado, es eficaz y ayuda al espectador. Nada que objetar.

La representación está cuidada, la orquesta dirigida por Olivia Lee-Gunderman realiza un verdadero esfuerzo a fin de que se escuchen todos los colores, los cantantes resuelven otro tanto, desde las inseguridades con tartamudeos de Nixon a las seguridades de Mao o las connotaciones bufas del maltratado Kissinger y la regia nos lleva inteligentemente a la intimidad de las reflexiones finales de los protagonistas, tras desempolvar de los archivos en el primer acto lo que entonces supuso aquel encuentro. Otra cosa es la comparación y en París se está ofreciendo la obra con Dudamel, Renée Fleming y Thomas Hampson a precios de las localidades muy inferiores. Cierto es también que allí cuentan con un 80% de presupuesto público y aquí no se llega al 25%, amén de la mucha menor capacidad del Real frente a la Bastilla. Tampoco se pueden pedir peras al olmo.

Lo que no deja de sorprender es que esta ópera se siga representando, cuando las generaciones actuales desconocen por completo aquella historia -y no sólo aquella, sino todas, a tenor de las encuestas de muchos programas de la televisión- de acontecimientos remotos, guardados en archivos polvorientos. ¿Les puede interesar el tema hoy? Quizá sí, cuando China y EEUU se hallan en el inicio de un conflicto que cambiará nuestro mundo y las meditaciones finales de los protagonistas no desentonen de las que puedan tener hoy Biden, Trump, Putin, Xi Jinping o un Sánchez al que se atreven a sacar en foto junto a este último. ¡Hasta donde hemos llegado!

¿Es ésta un ejemplo de la ópera de hoy? Posiblemente sí, pero lo que representó este género en siglos pasados lo representa hoy el musical. El público, que aplaudió tras aburrirse en el tercer acto, seguro que hubiera disfrutado más con una obra de Gershwin, Bernstein o Lloyd Webber. Esta es la realidad. Gonzalo Alonso

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