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Vísteme despacio que tengo prisa
Por Publicado el: 22/05/2017Categorías: En vivo

Esta vez, al menos, hubo voces.

ANDREA CHENIER (U. GIORDANO)

Palacio Euskalduna de Bilbao. 20 Mayo 2017.

Temporada de Ópera de ABAO

Llega a su fin la temporada de ópera de ABAO, que sigue estando recortada hasta los 5 títulos y sin que la calidad de los mismos en su conjunto haya superado el listón de la mediocridad. Ya está anunciada la programación de la próxima temporada y tampoco hay motivos para la alegría. Siguen los 5 títulos y sigue la mediocridad, a pesar de que el PNV ha conseguido colar en los Presupuestos Generales del Estado una subida de la subvención del Ministerio de Cultura de 100.000 euros. También hay una bajada del IVA del 21 al 10 %, sobre la que los dirigentes de ABAO guardan un más que sospechoso silencio. Por cierto, la bajada del IVA representaría ella sola al menos multiplicar por 3 la mencionada subida de la subvención, para el caso más que probable de que dicha bajada no se traslade al precio de las localidades. Siempre he creído que el movimiento para rebajar el IVA cultural tenía por objetivo hacer más asequible el precio de las localidades y no el de aumentar las subvenciones a los organizadores de espectáculos. Lo más llamativo en el caso que nos ocupa es que los socios de ABAO ya han pagado en su totalidad sus localidades para la próxima temporada.

Escena

Tenía mis esperanzas puestas en el resultado de esta Andrea Chenier, ya que el reparto formado era el de más calidad de los ofrecidos por ABAO esta temporada. El resultado se puede considerar como el mejor de la temporada en términos vocales, habiendo asistido a un pobre espectáculo escénico y una versión musical correcta.

La producción ofrecida es una coproducción de ABAO y el Festival de Peralada, donde se estrenó en Julio de 2014. La dirección escénica se debe a Alfonso Romero, que ya había ofrecido aquí anteriormente su producción de I Puritani, que no tuvo mucho interés. Se trata de una producción tradicional como no puede ser de otra manera en esta ópera, en la que el libreto marca de manera precisa dónde y cuándo transcurre la acción, de modo que no hay lugar a transposiciones ni originalidades para los directores de escena modernos. A pesar de ello, alguna nos ha ofreció Alfonso Romero, especialmente la totalmente gratuita de que el Incredibile mate a puñaladas en escena a Bersí. Si algo llama la atención en esta producción es la falta de dirección de escena, tanto en lo que se refiere a los cantantes como a las masas. No creo que todo pueda ser achacable a los pocos ensayos que haya habido. Algo más se podría haber hecho en este aspecto.

Escena

La escenografía de Ricardo Sánchez es casi única para toda la ópera, ofreciendo en el primer acto un salón rodeado de cristaleras, ocupando la zona de delante una plataforma inclinada, siempre presente en el escenario. En el segundo acto se levanta la cristalera para ofrecer un fondo más amplio dominado por la estatua de Marat (más parecía Napoleón), cambiando el mobiliario por delante. En la sala del juicio se vuelve a bajar la cristalera y en la escena de la cárcel nos encontramos de nuevo con el salón, como si estuviéramos en la mansión de la Condesa, que aquí figura ser el recibidor de la cárcel, lo que no deja de ser bastante absurdo. El vestuario de Gabriela Salaverri resulta adecuado. La iluminación se debe a Félix Garma y pasa desapercibida. Se anuncia en los títulos de crédito un responsable de una inexistente coreografía, que imagino habría existido en el estreno de Peralada.

La dirección musical corrió a cargo de Stefano Ranzani, que cumplió con su deber, que no puede ser en las circunstancias de escasez de ensayos que la de llevar la obra a buen puerto, sin más pretensiones. Pedir más que eso sería pedir peras al olmo. Su dirección no pasó de lo rutinario en los dos primeros actos, mejorando en los dos últimos, donde hubo más emoción, ingrediente fundamental en cualquier ópera. Correcta la prestación de la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Cumplidor el Coro de Ópera de Bilbao.

El protagonista que da el título a la ópera fue interpretado por Gregory Kunde, que venía de debutar el personaje en Roma y aparentemente con un buen éxito. Su actuación me ha resultado convincente en su conjunto, teniendo en cuenta que el listón siempre tiene que estar alto en este cantante.. Su Improvviso quedó algún peldaño por debajo de lo que puede esperarse de este gran cantante. Mejoró en el arioso del segundo acto y en el dúo con Maddalena. Quizá lo mejor de su actuación fue su intervención en el juicio con el aria Si, fui soldato. En la siempre esperada aria de la prisión no brilló como esperaba, mejorando de nuevo en el dúo final con Maddalena, donde ambos brillaron.

Escena

Maddalena di Coigny fue interpretada por la soprano italiana Anna Pirozzi, de cuya presencia en Bilbao albergaba yo muchas dudas, ya que prácticamente acababa de dar a luz. Mis dudas desaparecieron y para mi gusto Anna Pirozzi ofreció lo mejor de la representación en términos vocales, especialmente en La Mamma morta, cantada con sentimiento y brillantez, cubriendo perfectamente sus dos importantes dúos con Andrea Chenier.

Ambrogio Maestri fue Carlo Gerard y no diré que me decepcionó, porque mis expectativas eran ya bajas de antemano. Este barítono es hoy el mejor Falstaff posible (con permiso de Bryn Terfel) y lo mismo podríamos decir de su Dulcamara. Sin embargo, su presencia en óperas de Verdi, Puccini o el mismo Giordano no alcanza ese

nivel de excelencia. La voz está falta de elegancia en el fraseo y le sobran engolamientos en la zona más alta, quedándose corto en matices en su canto, resultando muy superficial en su interpretación. En Nemico della patria ofreció exceso de decibelios, siempre de buen efecto en el público,

En cuanto a los personajes secundarios hubo sombras de relieve en algunos casos. La veterana mezzo soprano Elena Zilio dobló como Condesa di Coigny y Madelón y ofreció buenas tablas y una voz amplia y avejentada. Mireia Pintó fue claramente insuficiente en la Mulata Bersí, ya que en el centro resulta escasamente audible y por abajo no hay nada. Fue un error de reparto, porque el personaje tiene más importancia que la que se le ha dado en este reparto. Francisco Vas dobló como Abate y el Incredibile y lo hizo de manera satisfactoria, aunque su voz no corría con la facilidad de otras veces. El barítono Manel Esteve lo hizo bien como Roucher, el amigo de Andrea Chenier.

Escena

En los personajes más episódicos estaba un adecuado Fernando Latorre como Matthieu. José Manuel Díaz dobló como Fleville y Fouquier-Tinville y convendría que controlara un poco más su volumen sonoro, que es más que suficiente sin necesidad de forzarlo. Por último, Gexan Etxabe fue un sonoro Schmidt, el Carcelero.

El Euskalduna ofrecía una entrada de alrededor del 85 % de su aforo, con los huecos más importantes en las localidades más altas. El público se mostró cálido con los 3 protagonistas, que fueron recibidos con bravos en los saludos finales. El equipo creativo también fue recibido con aplausos.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 32 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 1 hora y 48 minutos. Siete minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 194 euros, costando 84 euros la más barata (¿). Fotos: Moreno Esquibel

José M. Irurzun

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