¿Existió sólo Callas?
Supongo que pocos de ustedes se habrán acercado últimamente al museo de la Scala. Los que van se encuentran no con el museo de la Scala sino con el museo María Callas. Uno se sorprende de la excesiva presencia de la soprano grecoromana -muy querida y admirada por mí, por cierto- que hasta casi se convierte en exclusiva. No hay practicamente nada de Tebaldi, habiendo desaparecido un precioso cuadro que estuvo allí por décadas. Pero es que artistas como Mario del Monaco parece que no han existido. Cuando estas cosas suceden siempre hay alguna razón y yo me propuse descubrirla.
Mi amiga corista me ha contado que se encargó a Pizzi la remodelación del museo y éste, fanático de Callas, no ha tenido ojos para otra cosa. ¿A quien se le ocurre entregar un museo a manos de un decorador en vez de a un musicólogo? El caso es que ahora se están dando cuenta del error cometido y, poco a poco, lo van reparando. Pero no pueden hacerlo abiertamente para no descubrir lo mal que decidieron. Menos mal que a su frente está sufriendo el señor Caravaglia, en otros tiempos encargado de prensa, que sabe mucho de esa historia de la Scala que parece haber desaparecido.
Y, ya hablando de Callas, el otro día escuché por la radio al peluquero Rupert hablando de ella. Presumía de que la había peinado en Buenos Aires supuestamente cuando supuestamente ella visitó el país junto a Pasolini para presentar la película “Teorema”. No paro de decir tonterías, algunas de ellas manifiestamente imposibles. ¡Cuánto le gusta a la gente hablar de los famosos muertos a los que probablemente jamás conocieron!
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