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Camino en el que profundizar
El pescador falsetón
Por Publicado el: 14/06/2009Categorías: Crítica

FESTIVAL MAHLER

FESTIVAL MAHLER

Orquestas y solistas del mundo, Ibermúsica
BERG: Tres piezas para orquesta, op. 6 MAHLER: Sinfonías nºs 6 y 7. Orq. Philharmonia, Londres. Director: Esa-Pekka Salonen. Auditorio nacional, 12 y 13 de junio de 2009.
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Lo más externo: el nivel de ejecución, altísimo, prácticamente sin fisuras, de uno de los dos o tres mejores conjuntos sinfónicos del Reino Unido, la Philharmonia. El finlandés Salonen, 51 años a final de junio pero con el eterno aspecto de adolescente que parece obra de un pacto con Mefisto, estableció vínculos con la formación londinense desde el inicio de su carera, en los 80, pero sólo ahora, cuando deja después de 25 años la dirección de la Filarmónica de Los Ángeles en manos del meteoro Dudamel, ha aceptado, desde 2008, la titularidad de la orquesta inglesa. El lema de su primera campaña es “Viena, ciudad de sueños: 1900-1935”, y Salonen hace de Mahler, Schönberg, Berg, Webern o Zemlinsky sus autores de referencia.
Al finés le gustan los conciertos largos: en marzo, también en Madrid, montó el “Concierto para piano” de Schönberg con la “Novena” Mahleriana; ahora ha unido, con lógica, las “Tres piezas para orquesta” de 1914 de Alban Berg con la “Sinfonía nº 6” de 1904 de Mahler, consecuente y precedente musicales marchando de la mano, incluso con los “golpes de martillo” del Finale de la Sinfonía de Mahler propinados en la Marcha que cierra el tríptico de Berg. Gran sesión, en conjunto, con Salonen volcado en tan densa música –aunque el Andante se tocó un poco de pasada, como había ocurrido con no poco de la “Novena” de marzo-, con un Scherzo difícilmente superable en los técnico. Más discutibles fueron la no antifonalidad de los dos grupos de violines -no enfrentados-, el insistir en el orden central de movimientos Scherzo-Andante –la Web de la Sociedad Gustav Mahler de Viena se abre con la rectificación de ese esquema- y los mismos martillazos, dados sobre una especie de taburete que a duras penas transmitía el efecto de hachazo pedido por el autor. En la “Sinfonía nº 7” hubo movimientos (II, IV, V) llevados a ‘tempo’ desatado, excesivo, aunque de nuevo una secuencia, el Scherzo central, fue un portento de ejecución. Salonen, ¡qué duda cabe!, adora la música de Mahler, y domina su letra, pero no siempre penetra, como el compositor decía, “en lo que hay detrás de las notas”.
José Luis Pérez de Arteaga

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