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Por Publicado el: 20/01/2005Categorías: Crítica

Haitink, triunfo de la seriedad

XXI Festival de Canarias
Haitink, triunfo de la seriedad
Obras de Haydn, Mahler, Mozart, Bruckner y Strauss. D.Pyatt, trompa. Orquesta Sinfónica de Londres. B. Haitink, director. Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria. 15,16 y 17 de enero.
Uno de los varios platos fuertes de la presente edición del Festival Internacional de Canarias era la participación en tres jornadas sucesivas -naturalmente también lo hicieron en Tenerife- de la Orquesta Sinfónica de Londres con Bernard Haitink al frente. Hacía bastantes años que el conjunto inglés no volvía a un festival donde llegó a ser residente y en este regreso han mostrado un nivel artístico de primer orden. Ya se sabe que las calidades suben y bajan en la capital inglesa como la bolsa, pero los de la LSO están de enhorabuena. Por su parte Haitink se ha labrado una justificada fama de seriedad allí donde ha trabajado. Seriedad que no es incompatible con inspiración o aburrimiento, sino que en él los resultados se obtienen a partir del trabajo para luego poder volar a hacer música y música es la que se logró en Canarias. Vinieron con tres programas de los de “dejar constancia” y la dejaron, aunque naturalmente haya habido distintos niveles.
Lo excepcional llegó con la sinfonía “Titán” de Mahler y el poéma sinfónico “Don Juan”. Haitink -siempre partitura en atril- planteó una lectura de tensiones y gradaciones dinámicas y expresivas muy medidas, de maravillosos momentos en los pasajes más líricos en los cuales, por muy pianísimos que fueran, se escuchaban todas las líneas. Sorprendió el arranque del tercer tiempo con ocho contrabajos en vez de uno para iniciar la marcha. Brotó la emoción y poco importó que el final no llegase a alcanzar la espectacularidad de otras versiones. Soberbio también fue “Don Juan”. Transmitió toda la alegría y poder de una obra juvenil con marcados contrastes entre la avasalladora personalidad del conquistador y los personajes seducidos, entre cuyos temas sobresalió el cantado por el oboe de forma inolvidable. La tercera de las interpretaciones excelentes fue la una portentosa “Vida de héroe”, con sus llamadas al “Don Juan” en las trompas, construida cuidando cada detalle desde la dulzura del solo del concertino en “la mujer del héroe” hasta la pletórica batalla.
Muy buenas las versiones de la sinfonía “El milagro”de Haydn, transparente, ligera y viva como ha de ser, y el “concierto para trompa y orquesta n.1” de Strauss, en el que David Pyatt logró salir airoso de las endiabladas coloraturas. A menor, pero también magnífico nivel, sonaron la sinfonía “Haffner”, un punto macilenta para Mozart y la “Séptima” de Bruckner, con todo en su sitio pero sin esa dosis extra de respiración que aportaba el inolvidable Celibidache en ella. En cualquier caso, tres plenos. Gonzalo ALONSO

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