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Por Publicado el: 28/01/2019Categorías: Noticias

La lírica en Italia, endeudada

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Teatro La Scala de Milán

Los principales teatros líricos del país acumulan deudas millonarias

Italia, país que vio nacer el género operístico, es testigo también del debilitamiento económico de sus teatros líricos. Tras la Reforma Melandri, solo 3 de estos 14 teatros han sobrevivido a sus deudas gracias a la inversión privada.

En 1996 la deuda de los Teatros líricos obligó al Estado a poner en marcha la Reforma Melandi, un proyecto que transformó las entidades públicas en fundaciones privadas. El objetivo de esta iniciativa fue incentivar la inversión de capital privado en los teatros, aliviando al Estado en su empeño económico. Hoy son 14 las Fundaciones lírico-sinfónicas: La Scala de Milán, el Teatro Comunale de Boloña, el Maggio Musiacle de Florencia, el Carlo Felice de Génova, el San Carlo de Nápoles, el Teatro Massimo de Palermo, el Teatro de la Ópera de Roma, el Regio de Torino, el Giuseppe Verdi de Trieste, la Fenice de Venecia, el Arena de Verona, la Accademia Santa Cecilia de Roma, el Teato Lírico de Cagliari, el Petruzzelli de Bari. El FUS (Fondo Unico dello Spettacolo), ha financiado a estas instituciones con 178.854.000 euros, a repartir en basa a su programación., siendo los máximos beneficiarios el Teatro alla Scala de Milán – 28.795.494 €-, el Teatro dell’Opera de Roma -17.915.055 €-, y el Teatro La Fenice de Venecia – 15.583.518 € -.

Estas tres instituciones han sido las únicas en las que funcionó la Reforma. En el caso de La Scala, cuenta con un presupuesto de 120 millones anuales, de los que un 65% proviene de fondos privados de patrocinadores – Allianz, Intesa, Luxottica -, y socios fundadores – Eni, Caprilo Foundation, Cámara de Comercio o la Monte Lombardia Foundation -. Como consecuencia, La Scala no solo ha podido afirmar su prominencia internacional, sino que por esta razón también es la mejor candidata para atraer contribuciones privadas y patrocinios, muy difíciles de conseguir para los otros Teatros.

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Contribuciones estatales a los Teatros

Los demás teatros líricos no tuvieron la misma suerte, por lo que en 2013 intervino la ley Bray-Franceschini, creada para salvar y relanzar las fundaciones líricas con dificultades. Estos teatros – de Génova, Florencia, Nápoles o el Arena de Verona – se han mantenido gracias a las contribuciones públicas y hoy acumulan 269.000.000 € de deuda. Dario Franceschini, ministro de  Bienes Culturales y Turismo en 2016 aclaró que “la tasa impuesta por la Ley Bray ayudó pero no ha solucionado todos los problemas” – acceda aquí a la noticia -. Las consecuencias de esta Ley, aún en vigor y en sus últimas fases, podrán evaluarse a finales de 2019.

En su análisis de esta situación para el diario ‘Corriere’, Milena Gabanelli y Paolo Conti, recuerdan que la deuda total del conjunto de los teatros alcanza los 400.000.000 €. Cristiano Chiarot, presidente de la Asociación Nacional de Fundaciones lírico-sinfónicas, propone que “dado que la mayor parte de esta deuda es con el Estado, la única solución es que este transforme su crédito en activos para las Fundaciones, dejándolo todo a cero”. Esto, concluyen los periodistas, tendría sentido siempre y cuando se mantenga claro el objetivo. El actual ministro de Bienes Culturales y Turismo, Alberto Bonisoli afirmó que el Ministerio apoyará a las Fundaciones pero son necesarios planes industriales, creíbles en números y visión estrategia.

Complementario a la visión de Gabanelli y Conti, Sergio Noto, profesor de Historia de la Economía en la Universidad de Verona, hace notar en un artículo escrito para ‘Il fatto quotidiano’, el desinterés de los responsables políticos, primeros responsables de situación desamparada de los teatros.

El reciente estreno de ‘Attila’ en La Scala, como describe Noto, ha sido un desfile de personalidades a quienes importa más la celebración de un estreno que lo que sucede en el escenario. Si bien en Italia se hace bandera de la ópera, los Conservatorios y las orquestas se encuentran en riesgo de cierre. No se reconoce el esfuerzo de músicos, cantantes o bailarines y, en cuanto pueden, marchan al extranjero, señala Noto. Los medios de comunicación tampoco ayudan: “Fingen hablar de música ignorando esa música, que nunca volverá a existir si no se lucha contra el sistema actual que la maneja de manera tan insensata”.

Especialmente chirriante es el caso de la Fundación Arena de Verona, que a pesar de haber alcanzado los fondos estipulados por la Ley Bray a principios de 2018, el equipo de gobierno de la Fundación no responde a las demandas acordadas, dejando en mano de los trabajadores el funcionamiento del Teatro. Por su parte, el ministro Bonisoli aún no ha reaccionado.

Noto concluye señalando los intereses, precisos e identificables, de los contribuyentes privados, causa principal de la situación desamparada de los teatros líricos.

Lea aquí el artículo de Gabanelli y Conti, y aquí el de Sergio Noto.

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