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Por Publicado el: 28/10/2023Categorías: En vivo

Critica: La Regenta de Marisa Manchado

La belleza de lo decadente

La Regenta, de María Luisa Manchado. María Miró, David Oller, Vicenç Esteve, Cristian Díaz, Laura Vila, Anna Gomà, María Rey-Joly, Pablo García-López y Gabriel Díaz. Coro de la Comunidad de Madrid. Orquesta Titular del Teatro Real. Dirección musical: Jordi Francés. Dirección de escena: Bárbara Lluch.  Temporada del Teatro Real en las Naves del Español.  24 de octubre de 2023

Escena de «La Regenta»

Se llevaba muchos años esperando poder escuchar el acercamiento de una de las voces compositivas más interesantes de la actualidad a un tema tan representativo como el de La Regenta. La ópera llevaba compuesta más de una década y se ha escuchado, en realidad, recortada en cuanto a duración e instrumentación respecto a la original. Con todo, es un despliegue importante para ser ópera de cámara, con 17 instrumentistas únicos (uno por sección) y un dispositivo escénico de grandes dimensiones para trasladar al público a una vetusta Vetusta que puede ser cualquier otro lugar, cualquier otra época. 

A la hora de adaptar a libreto la novela original hay que tomar decisiones dolorosas: o mantener la trama o mantener la personalidad de la pluma. La belleza de La regenta no radica en lo que ocurre, que es puro folletín, sino en cómo se cuenta lo que ocurre y qué símbolos se hacen patentes sobre el escenario como representación atemporal de la sociedad. Amelia Valcárcel hace un trabajo sobresaliente consiguendo reducir las casi mil páginas de novela a unas treinta de libreto, pero esa excelencia no evita que falte la sensación de peso, de cargar un mundo invisible, que tienen los personajes originales. Es una tentación inevitable adaptar las grandes obras de la literatura a cualquier otra categoría artística, pero en ocasiones la magnitud de la obra original no juega a favor. Recuerden a Hitchcock, buscando siempre novelas de tercera clase para que no fagocitaran sus relatos. O, dicho de otra forma, para que la película Vertigo sea una obra maestra, D’entre les morts, la novela original de Boileau y Narcejac, tenía que ser justita.

Parte de esas carencias inevitables de adaptación las cubre Bárbara Lluch con un montaje muy sobrio. El escenario se divide en dos niveles, situando a la masa encima y teniendo siempre a la vista una amplia estancia vacía con un sofá en el centro donde está omnipresente Ana Ozores, como si fuera la jaula de un zoo. De esta forma tenemos a los habitantes de Vetusta representados casi como un mal anonimado, que cambia de vestuario para reforzar la idea de atemporalidad del conflicto. Es cierto que es una idea que ya hemos visto antes (la archiconocida Traviata de Willy Decker, incluso en momentos de Gloriana de Deborah Warner), pero su formulación es elegante y, sobre todo, efectiva. Los trajes de la protagonista están rematados por pequeñas tiras blancas rectangulares, como las de aquellos vestidos recortables de cartón de hace décadas que servían para cambiar de ropa al dibujo de la muñeca. Lluch no tiene que forzar el discurso para que reflexione sobre ciertos temas. La obra original ya trataba de eso, con lo que el montaje solo explicita lo que el texto original sugería y recalca la decadencia. 

A nivel musical la propuesta de Marisa Manchado se acerca con viveza a los personajes, centrándose en el discurso expresivo antes que en el despliegue tímbrico. Hay juegos motívimos que siluetean ciertos personajes e intervenciones, algunas de indudable belleza (el dúo violín/Miró) aunque se echa en falta una mayor exploración del color orquestal o profundización en la psique del personaje, algo distante no sabemos si por decisión artística o por el recorte en la partitura y su orquestación. Destaca el cuidado en el escritura corales, donde lo lírico hacía acto de presencia de forma menos episódica. Admirable labor por parte de Jordi Francés como concertador, coloreador y relator de una historia que necesita homogeneizar el sonido para que la atonalidad del lenguaje no reste urgencia al verbo. Director musical, directora de escena, libretista y compositora parecen haber hecho un esfuerzo conjunto de flexibilidad para mejorar la obra in situ, y esa permeabilidad se percibe desde el arranque de la ópera. 

Reparto en líneas generales de gran nivel, sacando el máximo provecho a este formato de cámara donde la cercanía permite matizar el canto. Aquí no había tanta preocupación por el volumen y sí por la prosodia, por la capacidad expresiva de la palabra hablada y del sentido último de cada frase musical. Especial mención para María Miró (Regenta) con un papel exigente y exigido, el oscuro David Oller (Magistral) y Vicenç Esteve (Álvaro). Son muchas las nuevas obras líricas que se han estrenado en estos últimos tiempos; ojalá no sea coincidencia sino síntoma, consecuencia o representación de nuevas realidades. Mario Muñoz Carrasco.

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