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De festivales
Por Publicado el: 22/07/2015Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Las prohibiciones a «Don Carlo» en El Escorial

Felipe-II

Las prohibiciones a «Don Carlo» en El Escorial

Don Carlo no ha satisfecho casi nunca al poder o a la censura. Al estreno parisino acudió Napoleón III con su esposa, la emperatriz Eugenia de Guzmán, duquesa de Montijo. Cuando Felipe II le espeta al Gran Inquisidor “Non piú frate” ella se volvió de espaldas al escenario y lo mismo hicieron otros personajes de la corte. Napoleón III tampoco ocultó su disgusto ante la obra. En el Real se tardó en estrenar, no llegó hasta 1912, y un cronista francés, Jennius, aseguró que no se había podido programar por problemas de censura: “El empresario del Oriente acudió al gobierno para quejarse de la prohibición. Esta fue levantada a condición de que se cambiase el título de la obra y el lugar de la acción”. No debió ser verdad cuando se estrenó como tal. Elena Salgado, ahora ministra de sanidad pero la primera directora general del Real, barajó inaugurar el teatro con Don Carlo y la producción del Chatelet, con lo que se pagaban en parte los servicios de Lissner. Aunque los grandes artistas han estado siempre entusiasmados con la idea de realizar un Don Carlo en El Escorial, nunca se ha podido llevar a cabo por la oposición del Patrimonio Nacional y de los monjes agustinos que administran el monasterio tras la desamortización de los jerónimos. Tampoco se ha visto con excesivos buenos ojos por las administraciones central y autonómica. Como reveladora anécdota, recordemos como, a comienzos de los años noventa, un intento de realizar una producción televisiva al aire libre en el Patio de los Reyes del Monasterio de El Escorial fue abortada por la Dirección del Patrimonio Nacional, que no otorgó los permisos pertinentes, y eso que estaban más o menos comprometidos nombres del calibre de Leonard Bernstein y Franco Zeffirelli.

CORRIERE DELLA SERA: Zeffirelli: vi svelo il mio Don Carlo

DER SPIEGEL: Spanien: Angst vor Don Carlos

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EL PAÍS: «La decisión de prohibir ‘Don Carlos’ en El Escorial es muy grave según Zeffirelli

También hay que recordar que Karajan visitó el Monasterio con Andrés Ruiz Tarazona y Julia Cavestany. Quería saber si Felipe Ii estaba en la iglesia con gorra o no y si había matado a tantos. No sabía que Verdi tenía otros tres títulos españoles. En 1992 la Filarmónica de Berlín quiso ofrecer su tradicional concierto anual gratuito en la Basílica y fue dirigida por Barenboim, contando con la presencia de Plácido Domingo, quien cantó, entre otras piezas, la romanza del tenor. Sony quiso editar el concierto pero la acústica lo impidió. Pioner se hizo con los masters en los que se ve a Barenboim alucinado en cada acorde de los trombones de la obertura de “La forza del destino”, con los brazos en alto esperando que se acabase de oír su eco por toda la basílica.

Cartas Eckert Duque San Carlos Don Carlo 18.10.00

Carta Canciller Don Carlo

Hace unos cinco años se intentó volver a programar un Don Carlo en el Patio de los Reyes, con Maazel a la batuta y un reparto de primer orden, pero tampoco se consiguió el permiso del Duque de San Carlo, Álvaro Fernández-Villaverde, presidente del Patrimonio. Éste se dirigió a la Casa Real y allí contestaron que lo que decidiese el prior de los agustinos, quien mostró su oposición. De nada sirvieron las recomendaciones del Presidente de Austria a Aznar. «¿Por qué el trono deberá doblegarse siempre a la iglesia?» se pregunta Felipe II al final de su gran dúo con el Inquisidor.  Hay todavía quien considera un insulto a nuestros reyes, pasados y presentes, ofrecer un Don Carlo en el Patio de los Reyes del monasterio mandado construir por Felipe II y en donde descansan tanto sus restos como los demás monarcas españoles desde entonces y también los de Don Carlo e Isabel de Valois. Olvidan sin duda que José María Pemán estrenó su poema dramático “Felipe II, las soledades del Rey” el 14 de agosto de 1957 en el Patio de los Reyes y que en él narra las difíciles relaciones entre el rey y Antonio Pérez. Por cierto, les recomiendo vivamente el denso y extenso libro escrito sobre el personaje por Gregorio Marañón. Pemán alabó a los historiadores que “al desenterrar definitivamente la verdad sobre la hojarasca de la fantasía han desenterrado mucha más cantidad de emoción dramática, psicológica y vital, al gusto moderno, que la leyenda tuviera con su falsedad externa y colorista; el drama no estaba en los sucesos del príncipe Don Carlos o del secretario Pérez, tal como hacia fuera los forjó la leyenda. El drama está hacia dentro, en la conciencia del Rey enfrentado con uno y otro sucesos”.

El Patrimonio y los agustinos también olvidaron los macroconciertos –tipo Es Juglar o Dover y otros- que se celebran en la Lonja en verano y en donde las letras de las canciones no tienen reparo en alabar el alcohol o el consumo de drogas. Con todas estas cosas se permiten mirar a otro lado, con el “Don Carlo” no. No hace mucho escuché afirmar a alguien que programar “Don Carlo” era tanto como insultar a nuestros reyes. Esperemos que ahora Don Carlo se convierta en El Escorial en obra de referencia con proyección para todo el mundo. Directores como Gardiner, Chailly, del Monaco o Pizzi o cantantes como Raimondi están deseando poder poner su sello en un Don Carlo escurialense aunque en la partitura sólo se mencione una vez a la villa y como “Escurial”. Porque, y Karajan se quedó muy decepcionado en su visita, cuando muere el infante Don Carlo el Monasterio está en construcción. Ya lo dice el mismo Felipe II: “Dormiré allí, bajo la bóveda negra del Panteón de El Escorial”. Todo consiste en presentar esta ópera con buen gusto, no como en Berlín en donde durante el preludio se ve a los protagonistas cenando en torno a una mesa sobre la cual cuelgan cabeza abajo una serie de cadáveres como si fuesen jamones en una despensa o un matadero. En otro momento aparece un repartidor de Telepizza para traerles la cena porque la prevista se les ha quemado. O como la de Bieito propuesta para Manheim con la estación de Atocha como escenario terrorista y cancelada ante la negativa de los intérpretes. O el del Liceo con Éboli planchando la camisa a Felipe II. Este rey fue sin duda una persona compleja en medio de una situación complicada. Es nuestro deber profundizar en las verdades de nuestra historia y “Don Carlo” es sin duda un buen pretexto. La grandeza de Verdi queda retratada por el hecho de que en la España de hoy su obra siga resultando subversiva y aún sólo se pueda programar en el Teatro del Escorial pero no en los exteriores de su Monasterio. Quizá las cosas estén a punto de cambiar tras las visitas de los reyes, padre e hijo, a sendas representaciones. Gonzalo Alonso

Y, en cuanto a las noticias avanzadas, aquí tienen la primera: El Rey en el ensayo general

En el ensayo general, además del Rey -que venía de Barcelona y Zaragoza- estuvieron Teresa Berganza, Koplowitz, etc

Habrá más sorpresas, porque el Rey Juan Carlos tiene previsto acudir el lunes a la segunda representación.

Rey en Don Carlo

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