Cuatro recuerdos a cuatro grandes: Karajan, Bergonzi, Rodrigo y Kaufmann
Cuatro recuerdos a cuatro grandes: Karajan, Bergonzi, Rodrigo y Kaufmann
No creo que sea bueno que un crítico o un periodista tenga una relación demasiado íntima con los personajes sobre quienes ha de escribir, pero en ocasiones la admiración por un artista puede, así es en mi caso, romper algo ese molde. Por eso hoy quiero dedicar estas notas a tres inmensos artistas de quienes se conmemora algo estos días y con quienes rompí esa deseada lejanía por admiración a ellos y a uno quien hubiera deseado poder hacerlo.
El 16 de julio de 1989 salía yo del apartamento donde había pasado la noche. Al ir a recoger el coche alquilado y tomar un café a las 8 de la mañana para acabar de despejarme me encontré un gran titular en un periódico en el quiosco -abundaban aún estos- frente al hotel Montesol en la plaza Vara del Rey: “Karajan ha muerto”.
Fue un auténtico shock. A la semana siguiente viajaba yo a Salzburgo para Un ballo in maschera que él dirigiría, también con la idea de volver a verle y recordar cuando, años atrás, me llevó a su casa de Annif y me enseñó su “cuarto de los juguetes” o nuestros encuentros en la disco Le Bichioné -si no recuerdo ben el nombre- en Saint Tropez, en verano.
No pudo ser y su no muy amigo Georg Solti le sustituyó, pero sí me encontré con Plácido Domingo que cantaba el papel de Riccardo. Esa es otra historia. Se dice que Mäkelä puede ser hoy el sucesor de directores como los dos citados. No sé, de entrada Karajan podía permitirse el lujo de dirigir con los ojos cerrados y sólo sus manos y el joven finlandés tiene los ojos bien abiertos y es todo contorsiones, aunque talento no le falte. Sinceramente se echa, y echo mucho de menos, el sonido y la personalidad de Karajan.
El 13 de julio de 2024 se cumplen cien años del nacimiento del tenor Carlo Bergonzi en Emilia-Romagna, fue uno de los mayores exponentes del repertorio belcantista, verista y especialmente verdiano. Tras una extensa carrera de éxitos en los teatros de ópera de todo el mundo, Bergonzi murió el 25 de julio de 2014 en Milán, cumpliéndose este año una década de este hecho. Inició su carrera como barítono, debutando en la Scala de Milán en 1953.
Tras 40 años sobre los escenarios, se dedicó a la enseñanza de nuevos cantantes y también a dirigir en Busetto su restaurante I due Foscari. Cantó al lado de las voces más célebres de su tiempo como Maria Callas, Renata Tebaldi o Montserrat Caballé, y bajo la dirección de maestros como Karajan o Mutti. Estuvo considerado como “el maestro del canto” y entre su discografía se encuentran al menos 25 óperas completas y la integridad de las 31 arias para tenor que compuso Giuseppe Verdi.
Gran admirador de su arte, le organicé un recital en el Auditorio Nacional de Madrid, ciudad en la que hacía décadas que no actuaba a pesar de haber cosechado en la Zarzuela grandes éxitos. Fue en diciembre de aquel mismo 1989 y cantó, aún maravillosamente, siendo precedido por el Trio Madrid y con retransmisión en directo por TVE. ¡Qué tiempos!
Las anécdotas: invité a la cena posterior a Ángeles Gulín, que vino ya en silla de ruedas. Ambos habían cantado juntos una Gioconda en el Liceo. La esposa de Bergonzi se dejó las partituras en una habitación del hotel Palace de la que se había cambiado y fue un lío poder encontrarlas media hora antes del concierto, que constituyó un clamoroso éxito. “Yo no sabía que se podía cantar así” dijo un espectador que hoy es también crítico.
El 6 de julio de 1999 falleció Joaquín Rodrigo, autor de una de las músicas más difundidas en el mundo, de cuya gestión nos habla una nueva biografía en inglés de Javier Suárez Pajares y Walter Aaron Clark. Regino Sainz de la Maza le animó a componer un concierto para su instrumento, la guitarra, y de ahí salió el célebre Concierto de Aranjuez, versionado en incontables ocasiones por gente como Miles Davis, Chick Corea, Richard Anthony o Milva. Pero sus obras son muchas más, recordemos por ejemplo los Cuatro madrigales amatorios que bordaba la sin par Teresa Berganza o la “Fantasía para un gentilhombre”. Lamentablemente no tuve el gusto de tratar a Rodrigo.
Pero terminemos con una celebración, los 55 años que cumplió ayer Jonas Kaufmann, posiblemente el tenor más aclamado de las últimas dos décadas. Acaba de publicar un nuevo Parsifal en una grabación en directo realizada desde la Staatsoper de Viena. Recientemente visitaba nuestro país en un recital realizado en Las Palmas de Gran Canaria y visitará en el mes de agosto la isla de Mallorca para participar en el Festival Cap Rocat. Entre sus compromisos futuros se encuentra su participación en numerosos recitales dedicados a Puccini en el centenario de su muerte, destacando las citas en Múnich, París, Viena, Mannheim o su participación en la puesta en escena de Tosca en el Arena de Verona.
Kaufmann se convertirá en Tristán en la puesta en escena del segundo acto que tendrá lugar en Baden-Baden a finales de agosto de este año. En diciembre, participará en La forza del destino de Verdi, que tendrá lugar en la Scala de Milán. También tiene prevista una actuación en el Palau Catalán, pero se ha cancelado la de Madrid con Ibermúsica, entidad que me ayudó, nada más empezar la pandemia, a llevarle a conocer el Monasterio del Escorial. Son muchos los años desde que nos conocemos y compartido mesa. ¡Mucha felicidades, Jonas y que salga bien lo de Salzburgo! Él y yo sabemos la razón de mi deseo.
Envidia sana al leer las vivencias de Gonzalo Alonso. especialmente las relativas a mi admirado Karajan del que lo más cerca que estuve fue estar junto a su coche cuando salió del Festpielshause de Salzburg tras la celebración de su 80 cumpleaños.
Afortunadamente en mi casa su discografía, algunos autógrafos y unos 70 libros sobre su vida y obra ayudan a mantener su recuerdo y disfrutar de su aportación a la música
Conservo gratísimos recuerdos de mis dos encuentros con Carlo Bergonzi en su hostería ‘L’Arbergo I Due Foscari’ de Busetto, en cuya amplia planta sótano tenía su escuela de canto, a la que fui invitado, como oyente -claro-, donde le vi y escuché impartir geniales lecciones de canto. En ambas ocasiones desayunamos junto.
Gonzalo, gracias por regalarnos artículos como éste compartiendo tus vivencias con todos estos maestros.