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La conquista de Granada
Inauguración del Teatro del Escorial: Una fiesta por todo lo alto rodeada de interrogantes
Por Publicado el: 05/07/2006Categorías: Crítica

Lo bueno si breve…

Festival de San Lorenzo de El Escorial
Lo bueno si breve…
“Réquiem” de Mozart. K.Fuge, M.Shaw, B.Hulett, M.Brook. English Barroque Soloists. Sir J. Eliot Gardiner, director. Teatro del Escorial, 4 de julio.
Sir John Eliot Gardiner es ya un habitual en nuestro país, en gran parte por obra y gracia de su agente Enrique Subiela. Si hace un par de veranos recorría la España del Camino de Santiago con un programa a base de músicas a capella de compositores españoles y europeos de los siglos XVI y XVII, este verano lo hace por otras partes de nuestra geografía con Mozart de la mano. Tras el Festival de Granada ha recalado en San Lorenzo de El Escorial, no con un programa de los allí tocados sino con el “Réquiem”. A él le hubiera gustado dirigir “Don Carlo” en escena y en ello insistió en el par de visitas que efectuó al teatro en plena fase constructiva. Estaba encantado con el proyecto arquitectónico y deseó engancharse al artístico. Confesó que la ópera verdiana es una de sus cinco o seis favoritas. De momento no ha podido ser, pero confiemos en que suceda algún día.
La versión del “Réquiem” interpretada habitualmente ronda los cincuenta minutos de duración, por lo que en concierto siempre suele acompañarse de otra obra. En 1991 se dio a conocer otra versión gracias al trabajo de investigación realizado por Robert Levin, que contiene algunas diferencias en las partes esbozadas por Mozart y terminadas por Süssmayr y alargan su duración hasta poco más de los sesenta minutos. Es en cualquier caso escasa duración para ser ofrecida como pieza única, a menos que director, solistas, coro, orquesta y agente hayan reducido sus honorarios a la mitad, lo que me parece bastante dudoso. Las aportaciones de Levin vienen a redondear la partitura, que suena más cohesionada y más mozartiana gracias al recurso de la reiteración y reelaboración de pasajes previos en las partes finales. Las fugas del “Amen” en el “Lacrimosa” y la del “Benedictus” constituyen las novedades de mayor interés.
Gardiner dirige esta música con los instrumentos originales de los English Baroque Soloists, pero sin eludir el romanticismo que encierra. La lectura es ágil, vital, con marcado sentido del ritmo en orquesta y coro, con frases en “staccato” inusuales. Funcionaron muy bien los conjuntos, especialmente el Coro Monteverde y también la acústica de la sala. El cuarteto solista, salvo en el caso del tenor, no pasó de la discreción. El público, muy entregado, obligó a repetir el “Hostias”. El breve concierto había sabido a poco. Gonzalo Alonso

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