Lucia di Lammermoor, buró belcanto español en Murcia
Temporada lírica de Murcia
Puro belcanto español
“Lucia di Lammermoor” de Donizetti. M.Cantarero, I.Jordi, J.Franco, E.Todisco, P.García López, M.Armas, M.J.Suárez. Coro de Ópera Cajasur de Cordoba y Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. E.Sagi, D.Parry, dirección musical. Auditorio Victor Villegas, Murcia. 10 de febrero.
El repertorio belcantista exige ante todo voces, luego viene el foso y por último la escena. La temporada lírica de Murcia ha cuidado todo ello, pero muy especialmente se ha ocupado de lograr un excelente reparto para su “Lucia di Lammermoor”, que además sería totalmente español si, con un pequeño esfuerzo adicional, hubiera añadido también al bajo. El Raimondo del italiano Elia Todisco resulta además el papel que fue presentado con menor nivel relativo, por falta de la rotundidad vocal que exige la parte, mientras que cumplieron bien los dos tenores secundarios, Pablo García López y Martín Armas. María José Suárez volvió a demostrar con su versatilidad y buen hacer en el pequeño rol de Alisa que lo mismo sirve para un roto que para un descosido, permitiendo con sus firmes “las” en el gran concertante que la soprano se reservase. El joven barítono coruñés Javier Franco, que se va imponiendo con pasos firmes, realizó una interpretación notable del perverso Enrico acompañando dignamente a una gran pareja protagonista. Es un placer escuchar en este repertorio a Ismael Jordi, quien cantaba el Edgardo por vez primera en España. Pocos, muy pocos tenores de hoy, son capaces de cantar con tal musicalidad y finura de fraseo. Los ejemplos serían constantes, desde el ejemplar decir “Sulla tomba” de su primer duo hasta el elegiaco “Tu che a Dio”, en línea muy krausiana. No abre las notas, huye de toda tentación verista, respeta el más puro belcanto. Prácticamente otro tanto cabe apuntar de Mariola Cantarero en un papel que le va vocalmente como anillo al dedo y que refuerza con una cuidada actuación escénica. Lo suyo es una exhibición técnica de contrastes dinámicos, pianos, fortes, medias voces, filados, de agudos infalibles si exceptuamos el sobreagudo al final de la primera sección del aria de la locura que estuvo a punto de destemplarse por exceso de entrega. ¡Qué gran pareja!
Dirigió con pasión y ligereza de tempos David Parry, pero abriendo cortes que podría haber dejado en la oscuridad, como ese dúo entre tenor y barítono que sólo se justifica cuando se cuenta con un lírico pleno, lo que no era el caso. Emilio Sagi supo recrear el ambiente tenebroso y opresivo de la novela de Walter Scott, tan bien sugerido por la música de Donizetti, a través de una efectiva producción original chilena de corte clásico en la que nada molesta -salvo el reflejo de la iluminación en sala durante el primer cuadro- y todo ayuda. El público de Murcia, líricamente poco ducho, se encontró con una sorpresa que quizá no esperaba y que le hizo vibrar. Gonzalo Alonso
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