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CRÍTICA: "Lucio Scilla" (segundo reparto)
METAMORFOSIS Y CONSAGRACIÓN
Por Publicado el: 02/07/2013Categorías: Crítica

LUCIO SILLA (W. A .MOZART). Gran Teatre del Liceu de Barcelona

LUCIO SILLA (W. A .MOZART). Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 1 Julio 2013.

Vuelve al Liceu esta ópera de Mozart, que no se representaba en este teatro desde 1987, que supuso el estreno absoluto de Lucio Silla en Barcelona. Tuve ocasión de verla entonces y el resultado de estas representaciones es mejor que el de entonces, aunque la ópera, evidentemente, sigue siendo la misma y con sus problemas.

El programa de mano del Liceu se refiere a Lucio Silla como la tercera ópera compuesta por Mozart, lo que resulta bastante discutible, ya que depende de la consideración que cada uno tenga de otras obras de juventud del compositor. Si partimos de la base,  como tradicionalmente se hace, de que Mozart compuso 22 óperas, Lucio Silla no es la tercera sino la octava de sus óperas. De lo que no cabe duda es  que se trata de la tercera de las óperas que escribió en su viaje a Milán y  que es una composición que cuesta creer que pudiera haber sido escrita por un adolescente, que todavía no había cumplido los 17 años.

En la partitura está Mozart, aunque no sea el músico genial de sus años de madurez, pero que brilla en arias y recitativos de manera indudable. El gran problema de esta ópera es el libreto, que resulta monótono, corto de interés dramático y excesivamente largo. Seguro que 10 años más tarde – tras Idomeneo –  Mozart no habría aceptado el libreto o habría exigido profundos cambios en el mismo. Lamentablemente, Lorenzo Da Ponte todavía no se había cruzado con Mozart.

El espectáculo escénico ofrecido es una nueva producción del Liceu en colaboración con el Theater an der Wien y la Wiener Festwochen, encargándose de la dirección escénica Claus Guth, que para mí es uno de los mejores registas de la actualidad.  La acción se trae a tiempos actuales, pero toda la producción es sumamente respetuosa con libreto y música. Apenas hay otro aspecto rompedor que los últimos compases de la ópera, con la aparición de Silla de manera extraña al resto del reparto reunido para celebrar su felicidad final, como si el perdón del dictador hubiera sido una broma. La misma dirección escénica y la misma escenografía se podrían haber utilizado en caso de que Claus Guth hubiera querido ambientar la acción en la Roma de la antigüedad. Con vestir con togas a los cantantes todo podría haber seguido exactamente igual. No es fácil dar vida a una ópera tan estática como Lucio Silla, en la que abundan las arias y con sus correspondientes da capo. Sin embargo, Claus Guth lo consigue en gran medida, especialmente en las repeticiones, que sirven muy bien para definir a los personajes.

La escenografía y el vestuario se deben a Christian Schmidt. El escenario giratorio concebido por él da una gran agilidad a los cambios de escena, ofreciendo decoraciones simples, en las que destaca el gran corredor que representa la necrópolis con la tumba de Mario. Ligeros cambios en elementos de atrezzo sirven perfectamente para la ambientación de las escenas. El vestuario resulta atractivo y adecuado a los tiempos actuales, en tonos pastel para el coro, destacando el vestido negro de la protagonista, Giunia. Magnífica la iluminación de Manfred Voss, uno de los mejores trabajos en este aspecto que he visto en mucho tiempo.

La dirección musical de Harry Bicket me presenta mayores reservas. Su dirección ha sido muy cuidada y controlada,  sacando un notable partido a la en esta ocasión reducida Orquesta Sinfónica del Liceu. Para mi gusto la dirección de Harry Bicket quedó corta de imaginación e inspiración. Recuerdo haber asistido a representaciones de las primeras óperas de Mozart con directores como Marc Minkowski, René Jacobs o Ivor Bolton y el resultado me parece superior. Esto en una ópera larga como Lucio Silla no es algo desdeñable. Buena la prestación del Coro del Liceu en sus breves intervenciones.

Aunque el título de la ópera es Lucio Silla, la auténtica protagonista es Giunia, la hija de Mario y objeto del interés amoroso del dictador romano. Su intérprete fue la soprano francesa Patricia Petibon, cuya interpretación escénica fue magnífica. Si su prestación vocal hubiera estado a la misma altura, estaríamos ante un artista excepcional. Vocalmente las cosas funcionan  bien, cantando con gusto y expresividad, unidas a grandes dosis de emoción. Lamentablemente, hay algunos sonidos descontrolados y una coloratura no muy ortodoxa, que empañan levemente su actuación.

Kurt Streit es un estupendo actor-cantante, que hizo una más que notable interpretación del personaje de Lucio Silla. Si este personaje no es el protagonista indiscutible de la ópera, se debe a que para el estreno en Milán no se pudo contar sino con un tenor muy mediocre, lo que hizo que Mozart le dedicara dos arias menos de lo que podía esperarse y le redujera las dificultades. Es una pena que no hayan quedado trazas de la que pudo haber sido la intención de Mozart para  Silla, porque creo que el espectador habría salido ganando, contando con un intérprete como Kur Streit.

Silvia Tro Santafé estuvo bien en la parte de Cecilio, el prometido de Giunia. Cantó con pulcritud, aunque a su voz le falta más riqueza de colores.

La soprano letona Inga Kalna cantó la parte de Lucio Cinna. Su voz no es muy atractiva. De hecho nunca me ha gustado. Lo mejor de su canto vino en los pasajes de agilidades, quedando apretada por arriba y corta por abajo.

Hacía tiempo que Ofelia Sala no me convencía en sus actuaciones. Felizmente, no ha sido así en esta ocasión. Creo que es su actuación más convincente en los últimos 6/7 años, al menos en lo que yo he tenido ocasión verla en escena. Su interpretación de Celia fue francamente buena en todos los sentidos. Una agradable sorpresa.

El tenor murciano Antonio Lozano  tuvo una notable actuación en el personaje de Aufidio, el odioso consejero de Silla.  Cumplió muy bien tanto en los recitativos como en su aria.

El Liceu ofrecía una entrada que no llegaría al 90 % del aforo, con huecos en las localidades caras. Hubo deserciones en el descanso, que no llegó hasta pasadas dos horas del comienzo de la ópera. El público se mostró cálido con los artistas, siendo las mayores ovaciones para Patricia Petibon. La representación comenzó con puntualidad y tuvo una duración total de 3 horas y 35 minutos con un intermedio. Duración musical de 2 horas y 56 minutos. Cinco minutos de aplausos finales.

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