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Por Publicado el: 21/01/2021Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Plácido Domingo, mi regalo en su ochenta cumpleaños

Plácido Domingo, mi regalo en su ochenta cumpleaños

Hoy cumple Plácido Domingo ochenta años. Mucho se ha especulado sobre la fecha de su nacimiento. Que si se había aprovechado un incendio de documentos en Viena para solicitar un nuevo pasaporte en el consulado, que si llevaba en el manillar de la bicicleta a otros niños cuando vivía junto al Retiro…. Lo cierto es que no puede haber dudas consultando la fecha de la boda de sus padres. Además, es lo de menos. Porque lo que realmente importa no son sus ochenta años, sino los sesenta que lleva siendo un artista. Plácido Domingo es un tenor, es un cantante pero, sobre todo, es un artista.

Nacido en Madrid, hijo de dos de los mayores cantantes de zarzuela de su época –Pepita Embil y Plácido Domingo-, se trasladó a los 8 años a México, en cuya capital estudió canto, piano y dirección. Su debut operístico tuvo lugar en Monterrey como Alfredo de “La Traviata” y, más tarde, pasó dos años cantando en la Ópera Nacional de Israel. En 1966 estrenó “Don Rodrigo” de Ginastera en la New York City Opera y dos años después se presentó en el Metropolitan de Nueva York como Maurizio de “Adriana Lecouvreur” sustituyendo a Corelli. Ha batido todos los Guiness, empezando por los más de ciento veinte títulos que ha abordado, abarcando prácticamente todos los repertorios como tenor, como barítono o como director de orquesta. Superó hasta al mítico Caruso cuando inauguró por decimaoctava vez las temporadas del Met. Ha cantado papeles tan extremos como el Conde de Almaviva rossiniano, el Ferrando mozartiano y el Sigmundo wagneriano. Ha recibido ovaciones de cuarenta y cinco minutos. Ha arrasado junto a otros dos tenores, Pavarotti y Carreras, en convocatoria de público y ganancias por evento. Concitó a 400.000 personas, él solito y a pesar de la lluvia, en Central Park.  Incluso un Airbus 321 de Spanair llevó su nombre. Domingo no ha participado en ningún concurso de canto en su vida y quizás no hubiera ganado ninguno de haberlo hecho, pues no es el tipo de cantante cuya valía se pueda medir en un solo aria. Sin embargo ha promovido el concurso de canto Operalia. Jamás ha sido un artista envidioso del éxito de los demás –yo sólo le conozco una excepción hace casi cincuenta años- y se desvive por apoyar a los jóvenes como le gustaría que lo hubieran hecho con él de joven.

Plácido-Justo-Gonzalo-Valencia

Pácido Domingo con Justo Romero y Gonzalo Alonso, dos buenos amigos

No he conocido jamás a ningún artista capaz de llevar su ritmo. Sólo he encontrado esporádicamente gente como él en el mundo empresarial. Dice el refrán que “el que mucho abarca, poco aprieta”, pero ello no se cumple en el caso de Plácido. Él sabe organizarse y, además, sabe como organizar a los que le rodean para que todo se cumpla en su más mínimo detalle. El que ha de pasar el platillo sabe pasarlo en el momento es el más oportuno. Ello no quita que, a veces, queden flecos sueltos en sus empeños o que un exceso de actividad, viajes o preocupaciones le afecten vocalmente en algunas representaciones. Dirigir negocios, orquestas, cantar, promocionar jóvenes talentos… -¡tantas y tantas cosas!- no son siempre compatibles al cien por cien. Pero él lo intenta, lo consigue en el 90 por ciento de los casos y nos deja perplejos. En fin, un artistazo.

Claro que, como todo ser humano, tiene sus puntos flacos. Si Barenboim, otro artistazo, no es igual sobre un podio que frente a un teclado, tampoco Domingo da la misma talla cantando que dirigiendo y él lo sabe, pero tiene algo muy a su favor: sabe cómo acompañar las voces, cómo ayudarlas a respirar. El “do” siempre se le resistió, lo que es un problema para un tenor. Por eso bordó el “Ah si ben mio” pero la “Pira”… Es posible que no haya un papel en el que claramente haya sido el mejor tenor de la historia, pero ninguno a tenido su versatilidad y eclepticismo. Y jamás ha habido -nunca pude escuchar a Ausensi, Redondo, etc.- alguien que interpretase y llegase tan al corazón como él cantando zarzuela. La lleva en alma y corazón.

Hoy le quiero hacer un regalo de cumpleaños, un simple consejo: querido Plácido, cuídate de algunas de las personas que te rodean o te han rodeado, porque algunas te han perjudicado. Distingue bien entre quienes están contigo por aquello de “por el interés bien te quiero Andrés” de los que te verdaderamente te aprecian y no tienen pelos en la lengua para decirte cuatro cosas si hay que decírtelas, aunque te molesten. Ha habido, quizá aún haya, quien te ha perjudicado sin que tu lo supieses nunca. Voy con un ejemplo que te sorprenderá. En julio de 1993 me llamaste por teléfono al Escorial para decirme que te gustaría que estuviese en tu debut en Bayreuth, como Parsifal, apenas dos días después. Te contesté que iría. Encontré un vuelo carísimo, hotel, etc. y sólo te pedí algo: que ya que iba me buscases unas entradas para la “Tetralogía”. Quien ambos conocemos y puedes imaginarte me dio un sobre a las puertas del teatro y me pidió su importe. Como se bien que eres una persona generosa, sin duda no te enteraste y hubo quien se quedó con el dinero. Tengo más anécdotas y no hay que retroceder mucho en el tiempo para verte mal aconsejado. Este es el regalo que hoy quiero hacerte, un simple pero importante consejo: elige bien tu gente, la que te informa, aconseja y ayuda. ¡Feliz cumpleaños! Gonzalo Alonso

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