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Por Publicado el: 04/05/2014Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

MADRID ES DIFERENTE

MADRID ES DIFERENTE

Hace años se acuñó aquella frase, hoy algo empolvada, de «Spain is different». Pero esta semana no voy a hablar de España sino de Madrid que, como verán, también es diferente.

Madrid en ópera es, hoy por hoy, el Teatro Real y el de la Zarzuela aunque el Reina Victoria trate esta semana de hacerse paso para un público más popular con una «Boheme». Estos dos teatros compartieron algo no compartido con ningún otro del mundo: sus máximos responsables se sentaban en pleno patio de butacas durante las primeras representaciones en lugar de ocupar un discreto palco. Veían mejor las óperas, pero era a costa de un riesgo innecesario: ¿qué sucede el día que hay un incidente en el teatro? Pues que un acomodador ha de recorrer el pasillo central para personificarse ante el jefe y poderle dar las novedades. O que, en pleno escándalo, le sea difícil al jefe acudir al escenario a poner paños calientes. Eso el Real ya lo vivió en aquel frustrado, lejano pero no olvidado, homenaje a Kraus. Afortunadamente cambiaron las cosas en la Zarzuela, pero en el Real siguen R que R.

Pero sigamos con el Real, que es también un teatro raro en otras muchas cuestiones. Por ejemplo, con tanto que costó y se alaba su maquinaria, ¿por qué no hay prácticamente nunca dos títulos simultáneamente en cartel? Es también raro el escaso aprovechamiento de las producciones propias. Tener en los almacenes pudriéndose producciones de tanto coste y tanto arraigo popular como «Aida», «Don Carlo» o «Carmen» es un lujo asiático. Más lujo aún, en estos tiempos que corren, es que se anuncie para la temporada próxima una nueva producción de «Traviata» cuando en los almacenes se supone hay una de Pier Luigi Pizzi, toda una autoridad escénica, que apenas se ha visto, entre otras cosas porque por huelga en su premier hubo que darse en versión de concierto. Y, para más alucinación, la célebre «Boheme» de Giancarlo del Monaco va a acabar en Kazajistan a cambio del coste de trasporte y se va a encargar una nueva coproducción con el Covent Garden. Y ¿por qué artistas de tanta valía como María José Montiel, por citar un ejemplo perfectamente ampliable, apenas tienen acceso a su escenario?

En fin que hoy, en pleno puente, le ha tocado al Real, pero el resto del Madrid musical es también diferente ¿Por qué ha costado 25 años tener una parada de taxis a las puertas del Auditorio Nacional? ¿En qué otra parte del mundo hay con regularidad conciertos que terminan a las 00,45 de la madrugada? ¿Cómo puede un Palacio de la Música acabar siendo una tienda de ropa? ¡De Madrid, al cielo! Perdón… a Lisboa. Menos mal que en algo Madrid es deferente para bien. Gonzalo Alonso

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