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Los dos Rossinis y sus respectivas críticas en la prensa nacional. Comparen a su criterio
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Por Publicado el: 30/11/2007Categorías: Diálogos de besugos

A PROPÓSITO DE UNA CRÍTICA

Cartas publicadas en la Página 4 del número de diciembre de Scherzo con un rifirrafe entre Miguel Muñiz, gerente del Teatro Real y Santiago Martín Bermúdez, crítico.

A PROPÓSITO DE UNA CRÍTICA

Sr. Director:

En el número 224 de la revista que Vd. dirige aparece una crítica de la producción Boris Godunov estrenada en el Teatro Real el 29 de septiembre pasado. En ella se dice “los farsantes no buscan engañar al público, les basta con engañar a los directivos de los teatros y tener a su lado algún que otro periodista alquilado”. Nada menos. Es obvio que se refiere a la producción citada y que Klaus Michael Grüber y Eduardo Arroyo, director de escena y escenógrafo respectivamente son los farsantes que han engañado a Bernard Foccroulle, Director de la Monnaie de Bruselas a Nicolás Snowman, Director de la Ópera Nacional del Rin y a Antonio Moral y a mí (Miguel Muñiz) directores del Teatro Real. Los tres teatros que han programado esta producción, y los periodistas alquilados ( o engañados, los pobres) podrían ser – además del jurado que le otorgó el Premio de la Crítica Francesa 2006-, los siguientes¨:
La crítica de Le Monde, Marie-Aude Roux, que dice: “Hay buenas razones para apostar que con este Boris Godunov de Musorgski, puesto en escena por el alemán Klaus Michael Grüber, el Teatro de la Monnaie ha producido uno de los más bellos espectáculos de ópera de esta temporada…. vuelve como maestro absoluto de los espacios y de los cuerpos, como poeta de las visiones del espíritu, de las locuras de la Historia. Los decorados de Eduardo Arroyo son (despovillés) desnudos y ardientes (el fondo azul, casi sobrenatural, es magnífico)”…(24/04/06).
Jean Lous Validire de Le Fígaro: “ Por otra parte, con todo su arte. El director de escena. Klaus Michael Grüber, consigue desarrollar este drama con una eficaz economía de movimientos, tanto si se trata del pueblo, como de escenas más intimistas. Los escenarios se suceden sin molestar la coherencia dramática”. (24/04/06)

Bruno Serrou en La Croix: “La puesta en escena de Klaus Michael Grüber pone el acento sobre la identidad intensamente eslava…” sigue sin insultar a nadie y añade”… la escenografía de Eduardo Arroyo es de gran belleza …” (25/04/06)

Nicolás Blanmont en La Libre Belgique: “ … magníficamente traducido por los decorados de Eduardo Arroyo (…) Resulta un espectáculo poderoso, con algunas imágenes inolvidales y varios momentos de emoción”. (20/04/06).

Michael Debrocq en Le Soir del 21/04/06 “…en medio de un soberbio despliegue de decorados de Eduardo Arroyo…”

En el Frankfurier Aligemeine Zeitung (20/04/2006), Julia Spinola hace un análisis denso y complejo buscando el sentido de las imágenes y simbología de Grüber y Arroyo que da sentido a la obra y encaja todas las piezas del “ajedrez”, desde el cuervo y el “zeppelín” basta el «san Jerónirno» y codo ello con profundidad y seriedad.

Die Welt (22/04/2006) habla de «los montajes precisos y legendarios en la escena berlinesa» de Grüber y señala ciertos síntomas de cansancio manifestados en algunos detalles pálidos y desafortunados, pero siempre con enorme respeto hacia el director de escena. Y añade que «la representación vive gracias a las imágenes de Eduardo Arroyo y los trajes de Redy Sabounghlu».

Y así hasta llegar a las criticas de 105 periódicos de Madrid, en general o casi todas negativas, duras, incluso muy duras pero ni un insulto, ni un menosprecio personal; no califican a las personas, sino la obra, no los llaman «farsantes» ni hablan de `impotencia artística» o de «desvergüenza».
No me preocupa nada Santiago Marcan Bermúdez. Nada. Me preocupa si la revista que dirige avala este estilo propio de la prensa amarilla.

Un saludo,

Miguel Muñiz de las Cuevas Director General del Teatro Real

CENSURA Y CAZA DE BRUJAS EN EL TEATRO REAL

Sr. D. Miguel Muñiz:

No es cierto que no le importe Santiago Martín Bermúdez. Le importa tanto que ha hecho algo que no dice en la carta: ha dado orden de que se le impida acceder a los ensayos generales, de que si a un crítico se le dan dos localidades cuando hace reseñas, cuando él venga reciba sólo una, que se le discrimine, que se le dificulte la información, que no se le dé «ni agua» (sic) —por eso no aparece firmada por mí en este número de SCHERZO la critica de La violación de Lucrecia. Le importa tanto como para eso. Como para mandarle a alguien a decírselo, ni siquiera se lo ha dicho o a escrito usted. Censura en el Real. Caza de brujas en el Real. Eso no se hace en ningún teatro del mundo. Sólo en el suyo. Que no es suyo. Está muy feo, es tercermundista. ¿ Se imagina que se le ocurriera hacerlo a uno de otro partido?
No hay amarillisrno por nuestra parte: no creo que el Teatro Real trate de alquilar periodistas; no quise decir eso, al contrario, los alquiladores son otros. Pero hacerle esto a alguien que critica un montaje lamentable es poco digno. No comprendo tanto dolor por algo en lo que hay unanimidad: la escenografía del Boris una de las óperas mayores del, repertorio, no es un error, es una estafa y es intolerable. Los errores se entienden, los engaños se señalan. Eso es una opinión, y además compartida.
Hace unos días, un alto responsable del Ministerio de Cultura me decía que se iban a implantar «buenos usos» en los teatros públicos después de años de cortijismo y caciquismo en la dirección de los mismos. Caramba, podrían empezar por el Real y su gestión: esta es mi caseta de mi feria, y aquí sólo entran mis amigos. Y Santiago Martín Bermúdez no entra, porque ha puesto mal esto o lo otro. No, Miguel Muñiz: Santiago Martín Bermúdez es libre, y escribe siempre con moderación, pero a veces s indigna, como en este caso. Ustedes no soportan la libertad. A Santiago Martín Bermúdez ni se le compra ni se le alquila. ¿Que voy a estar un tiempo sin ir al Real? Qué le vamos a hacer, me encanta la ópera, ya me compraré yo mis localidades, el teatro no es suyo, es público, y tengo muchas otras cosas que hacer en este mundo que sufrir porque un cacique me ponga en la lista negra. Hubo la lista de «los diez de Hollywood». Puede redactar ‘los diez de Muñiz». Le faltan nueve. Me podrá impedir entrar al Real como hasta ahora, pero yo si pertenezco al mundo de la cultura. Usted, no. No sé por qué le importo tanto.

Santiago Martín Bermúdez
Madrid

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