Recuperación de un Chueca en El Escorial
“Cadiz”, gracejo de sesión continua
“Cádiz” de Chueca. I.Rey, J.Bros, A.Ibarra, C.Bergasa, E.Sánchez, L.Álvarez, S.Gancedo, V.Marchante, C.Burgos, F.Santiago. Coro de la Comunidad de Madrid y Orquesta Sinfónica de Galicia. V.P. Pérez, director. Teatro de San Lorenzo de El Escorial. 5 de septiembre.
“Cádiz” de Federico Chueca y Joaquín Valverde, su habitual colaborador durante quince años, se estrenó en el Teatro Apolo 1886, en plena moda de la zarzuela en sesión continua. Los teatros representaban obras de algo más de una hora de duración, casi siempre en un acto, como setenta años después lo harían los cines de barrio. Normalmente optaban por argumentos con personajes del pueblo enmarcados en acontecimientos de crácter histórico. Así sucede en esta “Cádiz” que, aunque consta de dos actos, apenas contiene una hora de música. Los protagonistas, Carmen y Fernando, dos enamorados a cuya relación se opone el viejo Don Cleto, no cantan en toda la obra y son los personajes del entorno quienes intervienen en una serie de números mayoritariamente de conjunto que vienen a comentar los sucesos la Guerra de la Independencia en la capital andaluza. No por ello evita Chueca combinar diferentes ritmos y así conviven en la partitura sevillanas, tango, pasodoble, zapateado, calesera y jota, dentro de un aire eminentemente militar en la que el coro ocupa un auténtico protagonismo. La obra gozó de gran éxito y una de sus marchas, la que cierra el primer acto, casi fue tan conocida como el himno nacional.
Se recupera ahora y se lleva al disco en el Teatro de San Lorenzo de El Escorial con medios de gran relieve. El Coro de la Comunidad de Madrid y la Orquesta Sinfónica de Galicia realizaron una lectura de viveza y color bajo la batuta de Víctor Pablo Pérez. Isabel Rey, Ana Ibarra, Carlos Bergasa y Emilio Sánchez prestaron su buen hacer y gracejo a los diferentes personajes pueblerinos hasta conducir a la traca final de la zarzuela, una brillante jota que bordó literalmente José Bros, poniendo toda la carne en el asador y luciendo agudo, centro, fraseo y volumen.
Como la partitura es corta hubo tiempo para repetir y repetir números hasta casi recordar aquellas sesiones continuas de la época. En unos meses se podrá gozar de esta alegre y desenfadada pieza de Chueca que, sin ser lo mejor de el, sí lo recuerda. Gonzalo Alonso