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El Concertgebouw
El Corsario, castaña pilonga
Por Publicado el: 03/02/2005Categorías: Crítica

Canarias: El rey Candaules

«El rey Candaules» en el Festival de Canarias
Una impactante tragedia
«El rey Candaules» de Zemlinsky. K.Florian Vogt, W.Schöne, G.Jeffers y otros solistas. Orquesta Sinfónica de Tenerife. A. Beaumont, director. Auditorio de Tenerife. 3 de febrero.
Zemlinsky dejó incompleta esta partitura al morir, artísticamente olvidado, en Estados Unidos en 1942. Le habían aconsejado no molestarse en terminarla porque, a causa del tema y de la música, nunca se estrenaría. Sólo en los últimos años ha empezado a valorarse la figura de este vienés judío. Completada, sobre todo la orquestación, por Anthony Beaumont, se estrenó finalmente en Hamburgo en 1966 y se revivió en una espectacular producción -de la que existe cd- en Salzburgo hace dos años. Víctor Pablo debería haberla dirigido pero al cancelar por razones familiares se pudo recurrir al mismísimo Beaumont, de vacaciones en Tenerife. Director esporádico -su lectura de la obra fue magnífica- es un importante musicólogo que, entre otras actividades, ha recuperado otro final para el «Dr. Fausto» de Bussoni y está editando los interminables pero cautivadores diarios de Alma Mahler. «El rey Candaules» posee un texto teatral sugerente y bien hilado, junto a una música impactante, plena de drama y tensiones, en la que se combinan muchas influencias para fundirse en una ópera de carácter muy personal. El primer Schönberg -del que Zemlinsky fue profesor de contrapunto-, el Debussy de «Pelleas», el Bartok de «El Castillo de Barba Azul» son perceptibles en esta partitura que el propio autor calificó de «ultramoderna».
Su audición conmociona, sobre todo cuando la ejecución resulta tan perfecta como la escuchada en el Festival, con la Sinfónica de Tenerife luciendo calidad y un reparto en el que brilló por todo lo alto el trío solista: el tenor Florian Vogt, entregado al papel, de líricos pero potentes medios; el barítono Schöne, atormentado pero contundente y la soprano Jeffers, muy atenta a las evoluciones psicológicas. En los dúos de amor y amistad, -que las hay, al estilo de cuantos han llegado tras el de “Tristán e Isolda”- , hubo de contenerse el aliento. Sinceramente, una gran sorpresa y un triunfo total para el festival comandado por Rafaél Nebot. De él ya apenas quedan unas jornadas, principalmente la “Suor Angelica” pucciniana con Gallardo-Domás, pero bastantes hitos en la memoria. Gonzalo Alonso

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